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El CNI retiró sus agentes de Bagdad porque EE UU les quitó la cobertura

Los miembros del servicio secreto fueron expulsados del cuartel general de la coalición

Miguel González

El ministro de Defensa, José Bono, sorprendió el martes pasado en el Congreso al anunciar la retirada de todos los agentes del CNI en Irak. No sólo de los que acompañaban a las tropas españolas en Diwaniya y Nayaf, cuya salida se daba por hecha, sino también de los destinados en Bagdad desde hace décadas. "No queda nadie. Esta mañana he pedido permiso al presidente para contestar si se me preguntaba lo que usted ha hecho. Allí no hay ningún agente de inteligencia del CNI", dijo Bono. El ministro no explicó la razón de esta sorprendente retirada: EE UU retiró la cobertura a los espías españoles.

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Tras el asesinato, el pasado 29 de noviembre, de siete de sus agentes en una emboscada al sur de Bagdad, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) decidió revisar a fondo su presencia en Irak. Tras un periodo transitorio, en febrero se desplazaron allí tres equipos, con media docena de miembros en total, dos se instalaron en las bases del contingente español en Diwaniya y Nayaf y el tercero en la capital, Bagdad. Pero no llegaron solos, lo hicieron acompañados de boinas verdes españoles, encargados de prestarles protección.

El jefe del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército de Tierra es el general Alfredo Cardona, responsable de la Brigada Plus Ultra I, desplegada en Irak entre agosto y diciembre del año pasado, por lo que no resultó difícil explicarle la necesidad de que que seleccionara a sus mejores hombres para acompañar a los agentes secretos. Se trata de una fórmula nunca utilizada anteriormente y que hasta ahora no había salido a la luz, pero que dio excelentes resultados, según quienes conocieron el operativo.

Pero éste no fue el único cambio. El CNI decidió que sus agentes abandonaran la Embajada española en Bagdad y se trasladasen a Camp Victory, sede del CJTF-7, el cuartel general de las fuerzas de la coalición, dirigidas por el general estadounidenses Ricardo Sánchez, en el aeropuerto de la capital. La mudanza se decidió por razones de seguridad -sus entradas y salidas de la legación diplomática podían ser controladas- pero también de eficacia. En Camp Victory, tenían acceso a las reuniones e informes de inteligencia de la coalición y podían conocer en tiempo real los movimientos de tropas de EE UU y las acciones de la insurgencia.

Este esquema se mantuvo sólo tres meses, entre marzo y mayo, pero fue la etapa decisiva, pues en abril se produjo el levantamiento del imán chií Muqtada Al Sáder y se multiplicaron las agresiones contra las tropas españolas. Testigos presenciales recuerdan cómo muchas veces se conocía con antelación la hora de los ataques con mortero contra las bases de Diwaniya y Nayaf.

Salida de Camp Victory

Tras el anuncio de la retirada de las tropas españolas en Irak, el pasado 18 de abril, la situación de los agentes españoles en Camp Victory se hizo más difícil. Perdieron progresivamente el acceso a la información de inteligencia y, finalmente, se les invitó a abandonar el cuartel general de EE UU. España había dejado de formar parte de la coalición y su presencia allí ya no era bienvenida.

La pérdida de la credencial que les identificaba como miembros de la coalición dificultaba, además, sus movimientos por el país. Sus problemas eran similares a los de los geos, que denunciaron su precaria situación a través de una carta dirigida a la Subdirección General Operativa y publicada ayer por El Mundo.

Pero la tarea de los policías es proteger las sedes diplomáticas españolas y al personal destinado en las mismas, mientras que la misión de los agentes del CNI era obtener información.

La opción de que volvieran a la Embajada se consideró poco útil, ya que se verían abocados a recluirse en su interior, mientras que la protección que les brindaban los boinas verdes no parecía suficiente para ubicarlos en un emplazamiento alternativo, que además de domicilio les sirviera para albergar sus vehículos y equipos de transmisiones.

Todo ello llevó a que, a finales de mayo, coincidiendo con la salida de las tropas españolas, se decidiera su regreso a España.

El CNI estudia actualmente un nuevo dispositivo de presencia en Irak. Pero primero habrá que saber qué tipo de información necesita el Gobierno, pues la ausencia de militares españoles en el país elimina la que hasta ahora era su dedicación prioritaria: garantizar la seguridad de las tropas. Después, habrá que determinar bajo qué cobertura y con qué protección vuelven los agentes.

Eso no quiere decir, según fuentes del Ministerio de Defensa, que el CNI se haya quedado sin capacidad para enterarse de lo que ocurre en Irak. "Durante el último año hemos sembrado mucho y ha llegado la hora de recoger", agregan las mismas fuentes. Especialmente en la zona de Nayaf se hizo un trabajo muy concienzudo y los informes del centro de inteligencia español son muy apreciados por otros servicios, con los que se realiza un intercambio de información.

El ministro de Defensa, José Bono, se ha mostrado dispuesto a ordenar el regreso de los agentes del CNI a Bagdad con un objetivo: proseguir las investigaciones sobre la muerte de los siete funcionarios del servicio secreto, el 29 de noviembre de 2003, y del sargento José Antonio Bernal, asesinado el 9 de octubre anterior en su domicilio de Bagdad. Hay otra razón de futuro: Irak se ha convertido en el centro neurálgico del terrorismo internacional, que golpeó en España el 11-M.

Fachada de la Embajada española en Bagdad, la capital iraquí.
Fachada de la Embajada española en Bagdad, la capital iraquí.ÁNGELES ESPINOSA

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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