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Reportaje:

Recuperando la memoria

La Terra Alta busca financiación para completar el más ambicioso complejo museístico de la Guerra Civil

Pocos minutos después de la medianoche del 24 de julio de 1938, el ejército de la República comenzó la más ambiciosa ofensiva para frenar a las tropas del general Franco. Comenzaba la batalla del Ebro, 116 días que se saldaron con decenas de miles de muertos en el episodio más sangriento de la guerra civil española.

La Terra Alta -la comarca en la que se desarrollaron los más duros combates- es actualmente una de las más deprimidas económicamente de Cataluña y espera prosperar en parte gracias al turismo. Para ello ha comenzado un proceso que la convertirá en un complejo museístico total, único en España. Se señalizarán las viejas trincheras y espacios de batalla, y se construirán cinco museos monotemáticos en otros tantos pueblos.

En Corbera d'Ebre se señalizarán los paseos por el pueblo viejo, destruido y abandonado
Una gran fosa recogerá en Camposines los restos humanos que siguen apareciendo

El presupuesto que gestiona el Consorcio Memorial de los Espacios de la Batalla del Ebro (Comebe) no permitiría completar el proyecto antes de cinco años, por lo que el delegado de la Generalitat y presidente del consorcio, Lluís Salvadó, busca ahora nuevos sistemas de financiación para acelarar el proceso.

Les veus de la guerra: con este título abrirá previsiblemente el 16 de noviembre -fecha del fin de la batalla del Ebro- el primero de los museos temáticos de la comarca. El visitante encontrará portadas de periódicos, pasquines y panfletos de propaganda de guerra, y un repaso de las tácticas de cada bando para desmoralizar al otro, desde los sencillos gritos de los soldados en las trincheras hasta las emisiones de radio.

A lo largo de este año también quedará completada una monumental fosa en Camposines, donde el Comebe pretende dar sepultura a los centenares de restos mal enterrados en su día que aparecen constantemente por la zona. La mayoría son de soldados republicanos que se batían en retirada, pero esta fosa será un monumento a todos los soldados que lucharon en esa sangría.

Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo en el número de bajas, el director de proyectos del Comebe, David Tormo, opina que hubo unas 65.000 bajas, de las que el 20% o más fueron muertes. Eso quiere decir que aproximadamente uno de cada cuatro soldados que lucharon allí resultó, al menos, herido.

Los próximos museos que proyecta el consorcio se sitúan en los vecinos pueblos de La Fatarella, Villalba dels Arcs, Batea y Corbera d'Ebre. En el primero se explicará como se cruzó el Ebro y el papel del río en la batalla. "Cualquier manual de guerra diría que no hay que luchar con un río a tus espaldas", dice Tormo. En Villalba el museo describirá la vida en las trincheras y cómo un ejército del siglo XX se comportaba como los de épocas anteriores, buscando comida en los campos de alrededor.

Batea será el lugar para explicar qué sucedía en los hospitales de campaña, convertidos en verdaderos centros de investigación médica porque se ponían en práctica nuevos métodos curativos. El doctor Trueta, por ejemplo, desarrolló el tratamiento actual de las heridas por metralla.

Y finalmente, Corbera. Este municipio es el emblema de la batalla. El pueblo fue totalmente destruido y sus habitantes construyeron uno nuevo tras la guerra, y en las ruinas del viejo aún retumban las bombas. El Comebe alzará aquí su centro de recepción de turistas y este mismo año señalizará paseos por el pueblo viejo.

A todo esto es "muy probable", según Lluís Salvadó, que se una la capital comarcal, Gandesa, distanciada hasta hoy del Comebe y que cuenta con su propio museo, formado básicamente por material bélico. En total, Salvadó prevé configurar una ruta que los visitantes difícilmente podrán completar en un día. A falta de un estudio de mercado, tanto Tormo como Salvadó considerarían un rotundo éxito si la comarca recibiera entre 30.000 y 35.000 visitas anuales.

Para no prolongar la ejecución del más ambicioso proyecto generado en esta comarca, el consorcio está negociando con varias entidades, desde empresas privadas hasta administraciones de fuera de Cataluña, para avanzar en la creación de lo que el historiador David Tormo rechaza definir como parque temático de la Guerra Civil, por el dominante carácter científico que tendrá este complejo museístico.

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