Medidas defensivas
El ministro del Interior, José Antonio Alonso, ha presentado algunas de las medidas destinadas a combatir el terrorismo islamista que va a poner en marcha el Gobierno. Se trata de una prioridad del nuevo Ejecutivo, según reiterado compromiso de Zapatero. Pero es también una tarea que presenta grandes dificultades: por el fanatismo extremo de este tipo de terroristas, inmunes a casi cualquier inhibición moral respecto a los efectos de su acción, incluyendo su propia vida, lo que aumenta su peligrosidad y obstaculiza su prevención; y por la ausencia de objetivos políticos alcanzables, lo que impide actuar sobre los pretextos invocados. Su carácter internacional es otra dificultad, aunque ello también favorece la acción concertada de todas las naciones.
Las medidas del ministro Alonso son fundamentalmente legislativas y organizativas. Esperemos que no caiga en el síndrome que afectó al anterior Gobierno de responder a cada dificultad política o policial con una reforma legal. La experiencia indica que más eficaz que cambiar la legislación es aplicar con tenacidad y medios la ya existente. Pero es posible que algunas normas, como la Ley de Protección de Datos, deban incluir cláusulas que permitan una aplicación más flexible en relación a ciertas transferencias de fondos o la identificación de usuarios de tarjetas de teléfonos móviles. También parece conveniente un mayor control de hospedajes, alquiler de coches y existencias de explosivos en canteras y obras. Se trata de limitaciones que no cuestionan el modelo liberal de convivencia.
En el aspecto organizativo se crea un Centro de Coordinación de la Información, interna y exterior, sobre terrorismo islámico. Siendo un terreno casi virgen, es de esperar que la tradicional resistencia de los distintos cuerpos policiales a compartir información no se manifieste en este caso como obstruccionismo. El aumento de 200 a 600 agentes especializados en este tipo de terrorismo es una medida adecuada a la situación, aunque su eficacia dependerá de la cualificación de los equipos humanos, lo que incluye el conocimiento del idioma árabe.
Una última consideración es que sería un error que este reforzamiento del combate contra el terrorismo islámico se hiciera a costa de la lucha contra ETA. Mantener la eficacia policial y la firmeza judicial, así como la unidad democrática, contra esa banda es ahora la condición esencial para que no se malogre la expectativa (realista) de su derrota definitiva.
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