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Agua del mar para la costa

Los expertos afirman que la desalación es alternativa viable al trasvase pese al recelo de los regantes

El trasvase del Ebro es historia. El nuevo Gobierno socialista lo ha enterrado y ha esbozado (aún no concretado) su plan para abastacer de agua al Levante basado en la desalación y la reutilización de agua. Málaga y Almería (sobre todo esta última) son las provincias afectadas por el cambio. El Gobierno afirma que Almería recibirá 189 hectómetros y Málaga, 125. El Plan Hidrológico Nacional (PHN) contemplaba 95 para Almería. Los expertos señalan que, gracias al abaratamiento de costes, la desalación es una alternativa viable al trasvase al menos para la franja costera, no para el interior. Aunque señalan que la fórmula no está exenta de problemas y que no existe una varita mágica.

Uno de los problemas de las desaladoras es subir el agua a cotas de más de 300 metros
Los costes han bajado tanto que la opción del Gobierno era imposible hace una década
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Para llevar el agua, el Gobierno propone construir cuatro desaladoras en Almería y duplicar la capacidad de la de Carboneras. Para Málaga prevé una nueva desaladora y poner en marcha la de Marbella. El Gobierno no ha dicho el lugar exacto de las desaladoras. Además prevé ahorrar agua con la mejora en los regadíos y aumentar la reutilización de agua.

Pese a la falta de concreción, organizaciones agrarias comoCOAG ven con buenos ojos estos nuevos planes. Los regantes y muchos ciudadanos recelan del proyecto. El portavoz de la Junta Central de Usuarios del Almanzora, Fernando Rubio, advierte del elevado precio del agua desalinizada y de los costes de mantenimiento de las plantas: "Vamos a ver en qué consisten esas desalinizadoras y dónde se van a instalar, así como el precio del agua", apunta Rubio.

Antonio Pulido es catedrático de Geodinámica de la Universidad de Almería y una voz cauta en un debate a gritos. "Nunca pensé que la desalación y el trasvase fuesen incompatibles", afirma. Pulido señala que con voluntad y decisión, la desalación puede resolver la escasez de agua de Almería. Como Rubio, apunta que lo fundamental es el coste del agua. "Es posible hacer una obra de 900 kilómetros para traer agua. También es posible sacarla del mar. Pero ¿a qué precio?".

Al presentar el PHN, en 2003, el entonces portavoz nacional del PP y diputado por Almería, Rafael Hernando, desveló que el agua trasvasada, unos 95 hectómetros cúbicos anuales, se repartiría entre el campo de Níjar, la comarca del Almanzora, Almería, el Poniente y el Campo de Dalías. La gran incógnita fue el precio, del que se dijo oficialmente que no bajaría de los 0,54 euros el metro cúbico. Más que los 0,4 euros que cuesta actualmente. El PSOE niega la cifra. Un portavoz del Ministerio de Medio Ambiente asegura que el coste estaba calculado a la baja: "El metro cúbico no bajaría de 0,90 euros".

Frente a la disputa del precio del trasvase aparece la certeza de la desalación. Miguel Torres, jefe del área del Centro de Estudios y Experimentación del Ministerio de Fomento (Cedex), afirma que, amortizando la obra en 15 años y subiendo el agua hasta una cota de 100 metros, el metro cúbico de agua desalada cuesta 0,45 euros. Torres, uno de los mayores expertos europeos en desalación, desglosa el coste: "Un 40% es gasto energético, otro 40% la obra, y el 20%, personal y reparaciones".

Los costes han bajado tanto en los últimos años que la alternativa que presenta el Gobierno ahora, hace 10 años era inviable. El precio del agua, gracias en la mejora de la técnica, ha bajado un 100% en 15 años. España es de los países con mejores tecnología de desalación. Las islas Canarias se abastecen desde hace 30 años de agua de mar.

Torres apunta uno de los problemas de la desalación: subir el agua, ya desalada, desde el borde del mar. Hay que bombear el agua, con un gasto muy alto de energía (y de dinero). El gasto de energía supone aumento de emisiones de CO2. "Se puede subir sin un coste excesivo hasta unos 300 metros", explica Torres, partidario de la desalación aunque no quiere compararlo con el trasvase. La desaladora también necesita mucha energía para tomar agua del mar e impulsarla a gran presión dentro de las membranas que realizan la ósmosis inversa, el proceso mediante el cual se desala el agua.

Las emisiones de CO2, reguladas por el protocolo de Kioto y responsables del efecto invernadero, no se producen en la desaladora, sino donde se genera la electricidad. Éste es uno de los argumentos por los que los populares de Almería afirman que las desaladoras son peores para el medio ambiente que el trasvase.

Pulido reconoce el daño medioambiental, pero matiza: "Es cierto que hay que subir el agua y que en el trasvase gran parte del movimiento del agua se produce por gravedad, pero no todo. También hay grandes desniveles, casi 1.000 metros, en los que hay que bombear el agua. Y eso también consume energía". Con las desaladoras, según los expertos, es factible abastecer de agua el litoral. El trasvase permitía repartir el agua por zonas del interior más fácilmente. "Las necesidades de agua más acuciantes están en el litoral, que es donde están los invernaderos y donde aumenta la población", afirma Pulido.

Otro problema de la desalación es qué hacer con la salmuera. La salmuera es el residuo de la desalación. Es un concentrado de sal. Aparentemente basta con devolverlo al mar, pero daña la pradera de Posidonia, una planta marina que crece en el litoral. La sal a esas concentraciones mata la planta. Torres asegura que ya hay solución para ese problema: "Hemos creado un sistema para verter la salmuera al mar de forma difusa a través de un emisario submarino de menos de 100 metros".

Carboneras y Marbella, paradas

La renovada apuesta por la desalación contrasta con la falta de uso de las dos grandes desaladoras construidas en Andalucía. Hace dos años que culminó la construcción de la planta desaladora más importante de Europa, en Carboneras (Almería), con capacidad para desalar 42 hectómetros cúbicos al año. Sin embargo, su funcionamiento está parado. No suministra ni un solo litro porque no se ha culminado la red secundaria que unirá la planta con los invernaderos. La planta, que costó 120 millones, ni ha realizado el período de pruebas. Los canales costarán 10,5 millones.

El único uso de la planta es el industrial: la desaladora enfría el agua de la central térmica ubicada también en Carboneras para recuperar energía. Esta función, sin embargo, representa el 2% de su capacidad de trabajo. La otra gran desaladora está en Marbella. Pero tampoco funciona. Construida por el ex alcalde Jesús Gil en 1996 está parada, informa Meme del Río.

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