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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK | El proceso de transición

La ONU trata de armar el 'puzzle' iraquí

Lajdar Brahimi intenta superar el golpe del asesinato del presidente del Consejo iraquí, su principal interlocutor en la transición

Ezzedine Salim fue la primera persona con la que se encontró a su llegada a Irak el enviado de Naciones Unidas, el argelino Lajdar Brahimi. Lo vio incluso antes que al administrador estadounidense, Paul Bremer. Salim, como presidente del Consejo de Gobierno iraquí, era una pieza clave para establecer la composición, estructura y poderes del futuro Gobierno de transición que se pondrá al frente del país el próximo 30 de junio, hasta las elecciones de enero de 2005. No sería la única vez que los dos discutieran de tan complejo asunto y en 10 días lograron forjar un profunda sinergia. Hasta que el lunes, el líder iraquí fue asesinado.

Brahimi llegó a Irak el 6 de mayo con el mandato de lograr un consenso entre los representantes políticos, religiosos y sociales iraquíes para poder lanzar el tan ansiado proceso político que pondrá fin a la ocupación militar que lidera EE UU. Ese mismo sábado, después del primer encuentro con Salim, el enviado de la ONU se reunió durante 90 minutos con todos los miembros del Consejo de Gobierno iraquí que él presidía. Una semana después volvieron a coincidir en una conferencia sobre soberanía y democracia a la que asistieron 800 delegados de todo el país. Y el domingo pasado, un día antes de ser asesinado, desayunaron durante dos horas.

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Diez días de trabajo les bastaron para conocerse bien y apreciarse mutuamente. Hasta tal punto que el nombre de Salim empezaba a sonar entre los que podrían encabezar la lista de miembros que integrarían el Gobierno de transición. Su muerte supuso un "duro golpe" personal y para el proceso de designación, que ya se estaba viendo seriamente contaminado por el escándalo de las torturas a prisioneros iraquíes y por la escalada de la violencia con las tropas de la coalición que lidera EE UU. "El proceso continúa", afirma el portavoz de Brahimi.

El trabajo de Brahimi está siendo muy intenso y todos los esfuerzos durante estas dos largas semanas se concentran en lograr un difícil "consenso" que sea capaz de aglutinar los intereses de todos los iraquíes en el nuevo Ejecutivo que gobernará el país entre el 1 de julio y las elecciones de enero de 2005. Naciones Unidas deja claro que su enviado "no está dando ningún nombre". "Se está limitando a ayudar a que elijan a sus líderes y pidiéndoles que se pongan de acuerdo en los nombres", señala Fred Eckhard, el portavoz del secretario general, Kofi Annan. "Esas personas deberán ser decididas en consulta con la Autoridad Provisional de la Coalición, por lo que Brahimi no va a proponer ningún nombre", añadió, "simplemente está discutiendo la fórmula".

Ladjar Brahimi no regresará a Nueva York a informar al Consejo de Seguridad sobre la formación del Gobierno interino iraquí hasta que no se logre ese acuerdo. La idea es la de "juntar" en ese Ejecutivo interino a un grupo de "personas competentes, íntegras, técnicamente cualificadas y honestas, que sean capaces de llevar la transición política hasta la elecciones de enero", explican desde la ONU. La otra premisa es que esos miembros no tengan la "ambición" política de concurrir a las elecciones previstas para enero de 2005 en Irak.

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Políticos, no tecnócratas

La fórmula para integrar todos los intereses en juego no es fácil de encontrar, sobre todo para encajar a las facciones más radicales como los baazistas. La Administración de Bush ya ha dejado claro su rechazo a un Ejecutivo integrado por tecnócratas y quiere personas con más fuerza política. El temor de Washington ha sido despejado por el propio Annan, partidario de un Gobierno "mixto" integrado por políticos y técnicos. "El Gobierno que emerja será un producto de las discusiones de Brahimi", insiste, "y espero que haya un acuerdo para integrar a personas que han participado en política y que no".

A pesar de las dificultades, la base es buena para alcanzar ese consenso que busca la ONU, según dicen los asesores de Brahimi, aunque la lista no termine de materializarse. El objetivo del enviado especial de Annan es lograr ese acuerdo para finales de este mes o en la primera semana de junio a más tardar. La Casa Blanca, en boca del presidente George W. Bush, ya ha dicho que en 10 días esa lista estará cerrada y aprobada por el Consejo de Seguridad para que los iraquíes estén en condiciones de recibir el traspaso de poderes en la fecha prevista, el próximo 30 de junio.

Las consultas de Brahimi han abarcado a centenares de personas de todos los sectores de la sociedad iraquí: grupos de mujeres, líderes políticos y religiosos, profesores universitarios, periodistas, abogados, estudiantes, líderes tribales, campesinos, empresarios y antiguos presos políticos durante la dictadura de Sadam Husein. Entre todos ellos destacan el líder del Partido Democrático del Kurdistán, Masud Barzani, con el que mantuvo varios encuentros, y el ayatolá Alí Sistani. También con el líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica Iraquí, Abdel Aziz al Hakim, y su ayudante Adel Abdel Mahdi, miembros del Consejo Provisional de Bagdad, el ex primer ministro Najib Taleb y representantes del Partido Nacionalista Árabe.

Entre los cargos públicos, mantuvo encuentros con el ministro iraquí del Petróleo, Ibraim Bahr al Ulum; el responsable del Banco Central iraquí, Sinan el Chebibi, y el recién designado ministro de los Derechos Humanos, Bajtiar Amín. Todos aprecian el esfuerzo de Brahimi y su cooperación para encontrar una solución "equilibrada" a los retos a los que se enfrenta Irak.

El momento clave y más complicado será encontrar el punto que permita al futuro Gobierno iraquí cooperar con las fuerzas ocupantes y la ONU en el desarrollo del proceso político.

Brahimi, enviado de la ONU (izquierda), y Bremer, administrador de EE UU para Irak.
Brahimi, enviado de la ONU (izquierda), y Bremer, administrador de EE UU para Irak.AP

Una fuerza de protección para Naciones Unidas

El papel de Naciones Unidas en el proceso político tras la cesión de la soberanía al pueblo iraquí será uno de los puntos que recogerá la resolución que adopte en unas semanas el Consejo de Seguridad. Pero la misión que se defina ahí dependerá de dos cosas: primero, que mejore la situación de inseguridad que reina en el país. Y segundo, de lo que piense el propio Kofi Annan a partir de esta primera premisa, de las recomendaciones que haga Lajdar Brahimi y de lo que quiera el nuevo Gobierno de transición iraquí.

Las capitales son conscientes de que la ONU no es bien vista por los iraquíes y el riesgo que se corre es que, tras la aprobación de la resolución, su personal se niegue a volver a Irak a final de junio por miedo. Por eso la opinión de Annan es clave. Para resolver ese dilema al margen de la política y convencer a la ONU, se está trabajando en la idea de crear una fuerza bajo mando de la coalición que tendría como única misión garantizar la protección del personal de Naciones Unidas.

El representante de EE UU en el Consejo de Seguridad hizo un llamamiento claro esta semana al resto de los miembros, pidiéndoles que contribuyan con efectivos a crear esa fuerza especial de protección. "Debemos ampliar la fuerza internacional para apoyar el retorno del personal de la ONU a Irak", dijo James Cunnigham, el embajador suplente en la Representación de EE UU. "La situación debe mejorar antes de que se llegue a cualquier acuerdo para organizar las elecciones", señalan desde la organización.

Con la ONU ya sobre el terreno, su trabajo se centraría en supervisar el proceso de transición política, ayudar en las elecciones de enero de 2005 y en los preparativos para elaborar la Constitución iraquí. Es decir, desempeñaría una función de asesoramiento. Annan ya ha dejado claro que su único objetivo en el proceso político es "ayudar" a crear un marco básico en el que los propios iraquíes "se pongan de acuerdo entre ellos sobre cómo seguir adelante". Y para eso insiste en que el futuro cuerpo electoral debe ser "neutral e imparcial y respetado por todos".

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