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LA POSGUERRA DE IRAK | Los planes de EE UU

Bush busca una nueva estrategia para Irak

El presidente de EE UU se enfrenta a las críticas por la improvisación y los errores en la posguerra

Faltan menos de 40 días para que la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) deje de existir en Irak y aún no se sabe muy bien a quién va a entregar el poder y qué Gobierno iraquí va a recibir la soberanía -y en qué condiciones- hasta que se celebren elecciones generales. El presidente Bush asegura que tiene un plan y que lo contará mañana, pero no hay seguridad de que incluya soluciones para la grave situación que existe. Desbordado por el escándalo de las prisiones y tratando de apagar fuegos en el Pentágono y entre los republicanos -inquietos porque la reelección se ha complicado mucho-, Bush ha dado hasta ahora la impresión de carecer de estrategia, de improvisar y de confiar en que la ONU resuelva la crisis.

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La Casa Blanca ha anunciado que mañana por la noche, en Pensilvania, "Bush planteará una estrategia clara sobre cómo vamos a avanzar en Irak". El lugar y la hora elegidos -el centro de estudios bélicos más importante del Ejército, en Carlisle, a las ocho de la tarde, hora de alta audiencia televisiva- señalan que el equipo presidencial se ha tomado en serio el clamor sobre la ausencia de una estrategia y que se quiere despertar la expectativa de las ocasiones importantes. El portavoz Trent Duffy prefirió ayer no adelantar nada sobre posibles novedades en el mensaje presidencial y dijo que tratará de "la transferencia de poder y de asuntos relacionados con la seguridad y los esfuerzos diplomáticos para mejorar la situación". Según Duffy, "el presidente entiende que tenemos retos difíciles por delante y que los enemigos de la libertad en Irak harán lo posible para detener los avances, pero que nuestra voluntad es firme".

EE UU tendrá en Irak desde el 1 de julio una macroembajada dirigida por John Negroponte -un hombre del secretario de Estado, Colin Powell, no del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld- y un Ejército de 135.000 soldados. Lo que no está aún claro es a quién entregará la autoridad la CPA, ni qué estatuto van a tener esos soldados. Hasta ahora, Bush ha repetido que EE UU no abandonará la misión, que se mantiene la fecha del 30 de junio para la transferencia de soberanía y que las tropas seguirán hasta que sea necesario. Pero es urgente volver a definir la misión, porque las circunstancias han cambiado; y mantener un despliegue sin objetivos claros es insostenible. Como acaba de declarar el general Richard Myers, número uno del Ejército, "no existe el riesgo de ser derrotados militarmente en Irak; tampoco se puede vencer militarmente en Irak".

¿Qué asegura Bush? Que "los iraquíes están listos para andar solos", a pesar de que los datos indican lo contrario. También es cierto que reitera que "es muy probable que la situación empeore antes de que empiece a ir mejor". El presidente habla de Irak, pero podría hablar de Washington: el choque político y emocional de las torturas en las prisiones -acentuado tras las últimas imágenes publicadas por The Washington Post- es un nuevo golpe contra el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, que aún se agarra al puesto, pero que es posible que en algún momento sea más una carga que una ayuda para Bush. A eso hay que añadir el furor creciente que muchos conservadores están desarrollando contra los neoconservadores que dirigieron la aventura de la guerra y los fracasos de la posguerra, incluida la deserción de Ahmed Chalabi, su hombre en Irak.

La situación es alarmante para el presidente, como ya reflejan todos los sondeos en los que su índice de aprobación general está descendiendo peligrosamente hacia el 40% del electorado. No es fácil que Bush tome iniciativas que supongan un cambio completo en la situación. Como dice a EL PAÍS Gayle Smith, del Centro Americano para el Progreso -un think tank ligado al Partido Demócrata-, "francamente, creo que la Administración no tiene ni idea de lo que va a pasar después del 30 de junio. En las últimas comparecencias ha quedado muy claro que siguen sin tener un plan". Smith cree que "EE UU necesita ser flexible" y no puede imponer ideas fijas o estrategias preconcebidas. "El hecho de que no haya habido otro plan más que quitar a Sadam del poder ha sido irresponsable y, como se ha podido comprobar, muy peligroso". En la línea del candidato demócrata, John Kerry, Smith propone una auténtica internacionalización de la crisis.

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Los demócratas no son los únicos que creen que no hay estrategia. Robert Kagan y William Kristol defienden en The Weekly Standard que el plan de trabajar con la ONU "podría haber funcionado hace un par de meses, pero ahora no se ajusta a los nuevos desafíos". Lo que ambos proponen es que se adelanten a este otoño las elecciones para acortar el periodo provisional, que se consiga un compromiso europeo de ayuda para que esas elecciones se puedan celebrar y que EE UU aumente el número de tropas y elimine la resistencia armada. "Si alguien tiene una idea mejor, encantados de escucharla; pero si el Gobierno no actúa ya y con audacia, el fracaso puede ser inevitable".

La ausencia de claridad -a la espera del anunciado discurso de mañana- lleva a otros a similares conclusiones. "Creo que estamos absolutamente al borde del fracaso. Estamos contemplando el abismo", declaró esta semana el general Joseph Hoar, ex responsable del Mando Central, que propuso una mayor implicación de la OTAN ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. En la misma sesión, un gran conocedor de la realidad iraquí como Larry Diamond, de la Hoover Institution -un centro académico conservador-, coincidió en que "EE UU se enfrenta a una peligrosa situación", porque "no hemos conseguido cubrir las expectativas de seguridad ni de reconstrucción". ¿Quién va a gobernar Irak, entonces? Teóricamente, los iraquíes; sobre el resto -personas, fórmulas, condiciones, situación y escenario- hay, por ahora, demasiadas incertidumbres en Washington. El presidente tiene una difícil tarea para despejarlas, enderezar la situación y abordar unas elecciones en las que cada vez tiene menos garantías de ganar.

Una mujer llora la muerte de su hijo, un motorista iraquí muerto durante un incidente con las tropas de EE UU.
Una mujer llora la muerte de su hijo, un motorista iraquí muerto durante un incidente con las tropas de EE UU.REUTERS

Fecha de retirada

Leslie H. Gelb, presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores, escribe en The Wall Street Journal que "a medida que se aproxima la transferencia de soberanía política a los iraquíes, apesta a improvisación e ilegitimidad". "Para dejar Irak con la cabeza alta y nuestro poder intacto, necesitamos una nueva estrategia. La actual del presidente Bush -fines maximalistas con medios limitados, arrojar la responsabilidad política a la ONU, carecer de un plan realista de salida y rezar- no nos permitirá ni vencer ni irnos". Gelb recomienda que se abandonen los sueños de transformar a Irak en un paraíso de la democracia y el libre mercado y que se delimite una nueva estrategia, realista y factible, que se base en organizar una federación de tres autonomías (kurdos, chiíes y suníes) sin que ningún grupo domine a otro. De ahí se desprende, sugiere Gelb, que habría que celebrar elecciones en las tres zonas del país y formar Gobiernos que envíen a sus representantes a Bagdad, abriendo un periodo provisional de dos años; mientras, EE UU protegería los derechos de las minorías en cada zona, compartiendo esta carga con la ONU; una conferencia regional, por último, obligaría a los países vecinos a no aprovecharse de esta situación.

James Steinberg y Michael O'Hanlon, de la Brookings Institution, creen que EE UU debe anunciar ya una fecha de retirada total de Irak -"el próximo año, después de que se elija el nuevo Gobierno y de que se apruebe la Constitución"- y que sólo se extendería la presencia estadounidense, enmarcada en una coalición más amplia, "a petición del nuevo Gobierno iraquí y dentro de un mandato de la ONU cuyos términos sean aceptables tanto para ellos como para nosotros".

Y dos senadores en partidos opuestos, como el demócrata Joe Lieberman y el republicano John McCain, proponen "un inmediato y significativo aumento del número de soldados" para garantizar la seguridad seguido del anuncio de un compromiso para una fecha de retirada.

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