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El gigantismo pasa factura

Vértigo financiero en los parques temáticos

La suspensión de pagos de Terra Mítica revela los problemas que comparten los grandes complejos de ocio en España

La montaña rusa se diseña para poner a prueba el vértigo del usuario. Los grandes parques temáticos, que florecen en España desde hace una década, parecen dibujados para el vértigo financiero. Port Aventura, en la Costa Daurada, Tarragona; Isla Mágica, en Sevilla; Terra Mítica, en Benidorm, Alicante, y Warner Movie World, en San Martín de la Vega, Madrid, por orden de apertura, comparten los mismos problemas. Todos arrastran el lastre de una fuerte inversión inicial auspiciada por administraciones locales y regionales y sustentada, en su mayoría, con aportaciones de las cajas de ahorro de la zona. Todos pecan de gigantismo al estimar la demanda con exceso de optimismo. El umbral de rentabilidad de Terra Mítica, por ejemplo, exige tres millones de visitantes al año, una barrera que sólo ha superado Port Aventura.

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Los parques temáticos surgieron como un refuerzo de la oferta turística convencional, un nuevo aliciente para atraer al visitante. Y, en gran medida, por la frustración que supuso que Disney, el padre de la criatura, se instalara en París y desdeñara la costa mediterránea.

Un miembro del Gobierno regional valenciano que trató en su día con los delegados de Disney recuerda que se debatía entre dos opciones. El parque convencional, imitación de Disneylandia, y una versión más sencilla pero diversificada que incluía atracciones y marca, pero complementaba el negocio con una marina de lujo, campo de golf y oferta hotelera de gran nivel. El primer parque de Disney en Europa se levantó al abrigo de la Torre Eiffel. Hoy arrastra una deuda de 2.200 millones de euros y afronta un complicado pago de 165 millones que vence en junio.

Un recorrido por los cuatro parques temáticos españoles revela problemas comunes, pero también posiciones diversas desde las que combatir el vértigo financiero de los acreedores.

WARNER MADRID
Marca y entorno

Piolín, Bugs Bunny y el Pato Lucas tienen tanto tirón mediático que Alberto Ruiz Gallardón, entonces presidente del Gobierno de la Comunidad de Madrid, apostó por ellos en 1995. Y lo hizo. Aportó un 40% del capital para levantar en San Martín de la Vega el parque Warner Movie World Madrid, un complejo que costó 380 millones de euros, informa Manuel Cuéllar. Pero el envite no ha salido, hasta el momento, del todo bien. Esperanza Aguirre, actual presidenta regional, hereda un parque temático al que cada año acuden menos usuarios y que, según ha reconocido el Gobierno regional soporta unas pérdidas de 40,7 millones de euros desde su apertura en abril de 2002. Amén de las inversiones públicas asumidas para facilitar los accesos al complejo, como una línea de tren específica. El reclamo de la marca Warner, sus personajes y unas atracciones que se prometían de vértigo no ha logrado calar entre el público.Pero Warner, además de marca, aporta capital. Caja Madrid, El Corte Inglés y varias constructoras son otros accionistas de Parque Temático de Madrid, SA. Y millones de vecinos de una de las zonas de mayor renta en España son clientes potenciales.

ISLA MÁGICA
Un respiro

La Isla de la Cartuja que acogió la Exposición Universal de 1992 se convirtió en parque temático empujada por los nuevos tiempos. El parque fue inaugurado por el Rey el 28 de junio de 1997. En octubre pasado solicitó la suspensión de pagos, informa Reyes Rincón.

Isla Mágica, el más pequeño de los cuatro parques temáticos españoles, arrastra una deuda financiera de 67 millones de euros. Pero esta semana el juez ha estimado su valor patrimonial en 70 millones y ha dado un respiro a sus actuales propietarios. El 72% del capital lo controlan las cajas de ahorros sevillanas El Monte y Caja San Fernando y la malagueña Unicaja, que ya salvaron al parque del naufragio en 2000.

El nuevo ejercicio, que arrancó el 2 de abril, invita al optimismo. La empresa asegura haber vendido 15.600 pases para la temporada, un 6% por encima de las previsiones más optimistas.

TERRA MÍTICA
La desmesura

Eduardo Zaplana anunciaba desde el Palau de la Generalitat la inminente construcción del mejor parque temático de Europa mucho antes de que se hubiera constituido Terra Mítica Parque Temático de Benidorm, SA, en enero de 1998. Una entidad pública creada al efecto expropió cerca de diez millones de metros cuadrados en las faldas de Sierra Cortina, a espaldas de Benidorm, para levantar el parque y rodearlo de hoteles de lujo, campos de golf, complejos deportivos, incluso un zoológico. La Generalitat Valenciana; Bancaixa y la CAM, las dos grandes cajas valencianas; un grupo de cajas rurales; Aumar; constructores y promotores inmobiliarios; empresarios textiles, hoteleros de Benidorm, entre otros, aportaron el capital inicial para levantar Terra Mítica sobre 750.000 metros cuadrados.

El Estado asumió el desdoblamiento de una carretera nacional; Aumar dispuso una nueva salida en la autopista; la Sociedad Parque Temático de Alicante (SPTA) urbanizó todo el entorno, con vertedero incluido.

La sociedad promotora de Terra Mítica revisó al alza la inversión para levantar el parque, en paralelo a otras tantas ampliaciones de capital, hasta fijar un plan de negocio sobre un coste inicial de 270 millones de euros. Pero la factura sumaba 420 millones cuando el parque abrió sus puertas en julio de 2000. El exceso obligó a la empresa a recurrir a un préstamo de 111 millones de euros que aportaron una veintena de entidades financieras. El último vencimiento de ese crédito ha provocado la solicitud de suspensión de pagos presentada el miércoles en el juzgado con un pasivo de 214 millones.

Terra Mítica subraya el carácter estrictamente financiero de la crisis. Estudia una reducción del tamaño del complejo y sueña con deshacerse de Paramount, cuya aportación como gestora contratada en 2001 ha pasado desapercibida.

El parque arrastra un pecado original. El público de Benidorm no es precisamente familiar. Ni rico. Y sus prioridades de gasto no pasan por el vértigo de las grandes atracciones.

PORT AVENTURA
La diversificación

El arranque de Port Aventura está envuelto por el oscuro proceder de Javier de la Rosa y arrastra pérdidas desde su apertura al público en 1995. La entrada de Universal no cambió el panorama inmediato, pero aportó solvencia a la apuesta. Los actuales propietarios del parque son La Caixa (43%), Universal Studios (37%), la cervecera americana Anheuser Busch (13,6%), y Abertis (6,4%), informa Oriol Aymí.

Port Aventura, ahora Universal Mediterránea, sigue en pérdidas. Pero cerrará el ejercicio económico de 2003 con un significativo aumento de un 20% de la facturación y con más de 3,4 millones de visitantes.

El parque mantiene una ambiciosa y diversificada política de inversiones. En 2002 inauguró dos hoteles y el parque acuático Costa Caribe, valorados en 200 millones de euros, que persiguen convertir el complejo en un "destino turístico integral", en palabras de su director comercial.

El primer parque de atracciones moderno se levantó en Copenhague en 1843. El segundo, en Suecia. Los nórdicos y anglosajones son los primeros usuarios por habitante de los grandes complejos de ocio. Los italianos, los últimos, seguidos de cerca por los españoles. Un sociólogo experto en turismo alude a la disposición al "ocio organizado" frente a la apuesta por el "ocio espontáneo" para explicar el caso. Un portavoz de Parques Reunidos, empresa que gestiona, entre otros, el Parque de Atracciones de Madrid, un negocio redondo que acogió a 2,2 millones de visitantes en 2003, sostiene, sin embargo, que el negocio tiene futuro y que la demanda se consolidará en paralelo a la creciente oferta.

Una de las atracciones del parque temático Terra Mítica.
Una de las atracciones del parque temático Terra Mítica.

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