_
_
_
_
EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO | La situación de los civiles

Sin agua, sin luz y sin morgues

Los cuerpos de las víctimas palestinas se acumulan en los frigoríficos para verduras y flores

Jorge Marirrodriga

Sin luz durante horas y con el agua corriente funcionando a ratos, muchos vecinos del campo de refugiados de Rafah han pasado los dos primeros días de ofensiva israelí entre la incertidumbre de los que han abandonado sus casas, ya que no saben si las volverán a ver, y el miedo de algunas familias a través de cuyas viviendas han pasado los militares israelíes librando combates contra los milicianos palestinos.

"Tengo un tanque a menos de 150 metros de mi casa. No podemos salir y apenas tenemos comida", señalaba por teléfono Said Abu Mushmad, un vecino del centro de Tel al Sultán, el epicentro de la Operación Arco Iris.

Su caso no era el único, aunque, por lo menos, los soldados estaban fuera. Varias familias se vieron obligadas a refugiarse en la cocina mientras los soldados israelíes, en su avance casa por casa, ocupaban el resto de la vivienda y practicaban pequeños agujeros en algunas paredes para sacar por allí las bocachas de sus armas. En algunos casos todos, civiles palestinos y soldados israelíes, comparten la misma habitación, sentados y tumbados en el suelo, expectantes y tensos.

"¿Cómo vamos a manejar la situación? Ningún hospital en el mundo puede con esto"
Más información
Al menos nueve palestinos muertos en el tercer día de ataques del Ejército israelí contra Rafah

En el dispensario médico de Rafah cualquier cosa que produzca frío vale para conservar a los cadáveres. Si tras el primer día se empleaba un congelador para verduras, ayer eran frigoríficos que normalmente hubieran debido albergar ramos de flores.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

"Son las flores más bonitas, son nuestros mártires", decía uno de los médicos. Muchos heridos, los menos graves, desisten directamente de acudir al centro sanitario para ser atendidos y tratan de acceder a otras zonas, como Jan Yunes, buscando cura.

Dentro del depósito de cadáveres, gran parte de los cuerpos han sido envueltos en banderas de los diferentes movimientos radicales palestinos -Hamás, Yihad o las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa- y aunque el islam -y, dada la situación, el sentido común también- prescribe que el enterramiento debe ser efectuado en un breve periodo de tiempo, los médicos prefieren conservarlos mientras puedan, ya que en muchos casos sus familiares no saben que han muerto.

Tras la matanza de ayer en Rafah, el Ejército israelí levantó el cerco al menos para las ambulancias, que pudieron evacuar a numerosos heridos a otros hospitales de la Franja, entre ellos el hospital de Gaza, que en cuestión de horas se vio desbordado.

"¿Cómo vamos a poder manejar esta situación? No hay ningún hospital en el mundo pueda con esto", se quejaba el doctor Moawiya Hassanain, del hospital de Gaza. "Tengo instrucciones del presidente Arafat de movilizar a todos nuestros equipos inmediatamente hacia Rafah y de declarar el estado de emergencia en todos los hospitales de Gaza.

Pero "todos los hospitales de Gaza" son en su mayoría un conjunto de pequeñas clínicas atestadas de pacientes y donde no siempre se tienen las medicinas necesarias. De hecho, el caos de ese sistema fue aprovechado por la organización radical Hamás para organizar su propia red sanitaria, mucho más eficiente, y ganar prestigio social entre los palestinos.

Jóvenes palestinos trasladan el cuerpo de un compañero muerto durante el ataque israelí de ayer en Rafah.
Jóvenes palestinos trasladan el cuerpo de un compañero muerto durante el ataque israelí de ayer en Rafah.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_