La violencia paraliza la reconstrucción
Los enfrentamientos armados y las trabas burocráticas impiden la reactivación de la economía y de las infraestructuras en Irak
Falta mes y medio para la devolución parcial de la soberanía a Irak, pero para la reconstrucción del país faltan años. Las obras se están retrasando por la violencia y las peleas burocráticas dentro del Gobierno de EE UU. La escalada de asesinatos y secuestros en abril obligó a varias empresas a suspender parte de las obras en dos sectores críticos: infraestructura eléctrica y agua. Y hay miles de proyectos que ni siquiera se han empezado, a causa de la lenta distribución de los fondos de reconstrucción.
De los 18.400 millones de dólares aprobados por el Congreso de EE UU, 5.400 están "comprometidos" y de éstos sólo 2.900 millones están "ya asignados", explica Steven Susens, portavoz de la Oficina de Gestión de Proyectos de Irak (PMO), creada por el Pentágono y administrada por la Coalición para la Autoridad Provisional que encabeza Paul Bremer. La PMO es el cuello de botella de todo el dinero estadounidense y la que coordina los proyectos para evitar que se dupliquen, pero las obras las supervisan tres organismos distintos: la Agencia Internacional de EE UU para el Desarrollo (USAID), el Cuerpo de Ingenieros del Pentágono y la propia PMO. La fricción entre los tres es el principal problema. Pero no el único.
Una cuarta parte de lo aprobado para las reparaciones se destinará a la seguridad
Varias fuentes consultadas coinciden en que la reconstrucción de Irak está atrapada en un círculo vicioso de falta de personal, de materiales y de dinero. Los cortes de carreteras y las emboscadas impiden frecuentemente que parte de las plantillas acudan a sus puestos y que los materiales puedan llegar a sus destinos. Cientos de piezas de repuesto para la rehabilitación de infraestructura están retenidas en almacenes de Kuwait o Jordania. Y empresas como la británica Amec han optado por no despachar a más personal hasta que reciban especificaciones concretas para los trabajos de reparación de los sistemas de agua y alcantarillado (Amec ganó, conjuntamente con la estadounidense Fluor, una contrata de 1.100 millones de dólares).
La alemana Siemens paralizó hace un mes las obras que realizaba en la central eléctrica de Daura, en Bagdag, una de las más importantes del país, e incluso repatrió a su personal. "Por razones de seguridad", Siemens rehusa comentar si ha reanudado los trabajos. Otras dos empresas que decidieron el mes pasado paralizar los trabajos son rusas: Technopromexport, que repatrió a 375 trabajadores, e Interenergoservis que evacuó a un número indefinido después de que ocho de sus empleados fueran secuestrados durante 20 horas en Bagdag. Ambas reparaban turbinas y redes de tendido eléctrico.
La gigante americana General Electric también detuvo parte de sus trabajos. Su portavoz, Gary Sheffer, confirma a este diario que "ha habido retrasos a causa de la violencia en algunos proyectos, pero estamos comprometidos a finalizarlos. Nuestra prioridad es la seguridad de nuestros empleados". Las subcontratas de General Electric para reconstrucción de centrales eléctricas y de agua este año ascienden a 450 millones de dólares y podrían alcanzar los 3.000 millones para finales de 2005.
Del resto de las decenas de empresas occidentales en Irak ninguna, que se sepa, ha decidido retirarse por completo; la mayoría optó por un repliegue provisional durante los días más sangrientos de abril. Así lo confirman las dos principales, Bechtel, que tiene una contrata de 2.800 millones de dolares para infraestructura no petrolera, y Halliburton, que realiza labores de apoyo logístico a las tropas y participa en la reconstrucción petrolera como parte de una contrata abierta de 5.600 millones. La portavoz de Halliburton, Wendy Hall, indica que han "reforzado la seguridad", pero niega que tengan dificultades para reclutar a más personal tras la muerte de 20 de sus 24.000 empleados en Irak. "Nuestro personal conoce el peligro, pero le puedo asegurar que tenemos más de 100.000 solicitudes de trabajo".
Gran parte de la reconstrucción de infraestructura no petrolera la supervisa la USAID. El portavoz de esta agencia, Luke Zahner, señala que "el impacto de la violencia ha causado retrasos en distintos momentos en un 10% de las obras", pero aclara que "no se trata de una interrupción permanente" y sólo afecta a ciertas zonas, particularmente entre Bagdad y Nasiriya. El principal contratista de USAID es Bechtel, que a su vez ha subcontratado a cientos de empresas, la mayoría iraquíes. Los retrasos afectan ante todo la capacidad de producción de energía eléctrica en 12 centrales. Estaba previsto que esa capacidad alcanzara 6.000 kilovatios por día para junio, antes de que empiece el inclemente calor. Pero se ha retrasado al menos seis semanas.
La lentitud del avance, visto desde los despachos del Congreso tiene furiosos a muchos senadores y representantes. El senador demócrata Joe Biden ha pedido que se agilice la burocracia "como sea", a lo que Paul Bremer ha respondido solicitando que le permitan conceder contratas sin tener que pasar por el largo proceso de tramitación de concursos. Su propuesta está bajo estudio.
Un ejemplo del tapón burocrático es el reducido número de proyectos en curso de los que supervisa la PMO. "De 2.300 proyectos se han comenzado 38", dice Susens, el portavoz de ese organismo. La razón, explica, es la complicada tramitación de concesión de contratas. Desde que el organismo supervisor emite los requisitos del concurso hasta que seleccionan a una empresa, pueden pasar meses, y una vez que otorgan la contrata, van aprobando los diseños por fases. El contratista no cobra hasta que completa el trabajo.
Otro factor que está retrasando la reconstrucción es el alto coste de la seguridad, según Stuart Bowen, inspector general de la CPA. Él calcula que una cuarta parte de los 18.400 millones aprobados para las reparaciones se tendrán que destinar a la seguridad y, por tanto, restarlos de las obras. Para las empresas representa igualmente una enorme carga, porque las pólizas de seguro se han disparado. En el último mes se han duplicado. Asegurar a empleados de alto riesgo, como guardias de seguridad, puede ascender a unos 15.000 dólares. En caso de fallecer, el beneficiario cobraría un cuarto de millón de dólares. El equivalente en Afganistán costaría sin embargo una doceava parte.
Los precios de las pólizas están empezado a ahuyentar empresas, ante lo cual Washington está estudiando la posibilidad de crear un plan de seguro público, porque el peor golpe a la reconstrucción, dicen, sería una desbandada. El temor a que esa posibilidad se materialice de seguir aumentando la violencia, ha llevado al encargado de Irak en el Ministerio de Comercio, William Lash, a decir durante una reciente conferencia para atraer empresarios que "participar en la reconstrucción no es sólo una oportunidad de negocio, sino una obligación moral".
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