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Entrevista:Ilan Pappe | ISRAEL Y PALESTINA, CAMINO A LA PAZ

"No ha habido suficientes muertos como para convencer a la gente de que la única salida es vivir juntos"

Ilan Pappe, 50 años, licenciado en Filosofía por la Universidad de Oxford, profesor de historia en la Facultad de Ciencias Políticas en Haifa, es una de las voces más críticas de Israel. A caballo entre la escuela de los nuevos historiadores y el movimiento possionista, acaba de publicar The Modern History of Palestine: One Land, Two Peoples (Cambridge y Nueva York, 2003), su última aportación a un debate político que sobrevive milagrosamente en un país ensangrentado y amordazado por más de tres años de Intifada. El discurso del profesor Pappe, en el que propugna la convivencia de los dos pueblos -israelíes y palestinos- en un solo Estado, supone un reto a la política oficial impulsada por el primer ministro Ariel Sharon y bendecida por Estados Unidos, que trata por todos los medios de separar las dos comunidades. Pero ni siquiera ese muro de incomprensión y cemento parece desanimar a este intelectual, que sostiene permanentemente viva la mirada crítica por encima de todos los obstáculos.

"Para solucionar el conflicto hay tres claves: reconocer que en 1948 hubo una limpieza étnica, el derecho de retorno de los palestino y que Israel deje de soñar con ser parte de Europa"
"Bush está empujando a Oriente Próximo hacia un futuro terrible. La pregunta es cómo oponerse a ello. La única esperanza es la sociedad civil de Occidente, que comprenderá lo que sus políticos no entienden"
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PREGUNTA. ¿Quiénes son los nuevos historiadores?

RESPUESTA. Los nuevos historiadores es el nombre que se dio a un grupo muy pequeño de historiadores israelíes, entre tres y cinco máximo, que a finales de la década de los años ochenta usamos una serie de documentos hasta entonces secretos y escribimos una nueva versión de la guerra de 1948 contra los palestinos, totalmente contradictoria con la versión oficial de Israel.

P. ¿Cuáles son los elementos en común de los miembros de este grupo?

R. En primer lugar, que todos somos israelíes. En segundo lugar, que por primera vez escribíamos una versión de la Nakba -catástrofe palestina- diferente, con la que corroboramos algunos de los principales argumentos esgrimidos por los palestinos sobre lo sucedido en 1948. Al cuestionar algunos de los mitos fundacionales del Estado de Israel fuimos duramente atacados, lo que provocó entre nosotros una cierta solidaridad.

P. Hasta que surgieron las disidencias, sobre todo entre Benny Morris y usted. ¿Por qué?

R. Creo que hay dos diferencias básicas entre Benny Morris y yo. Una es el sionismo. Yo represento el punto de vista antisionista y desde esta perspectiva considero que lo que se hizo en 1948 fue una "limpieza étnica". Por consiguiente está plenamente justificado que los palestinos reclamen el derecho al retorno. Sin embargo, Benny Morris, que representa el punto de vista sionista, dice: "Muy bien, expulsamos a algunos, destruimos ciertos pueblos, pero, por una parte, no había ninguna otra alternativa, y por otra, lo que sucedió es irrelevante ante la situación actual". La otra gran diferencia entre Benny Morris y yo es una cuestión filosófica. Los historiadores sionistas creen que son objetivos. Pero yo no creo en la objetividad de la historia. Creo en la honestidad de la historia. No creo que yo sea un historiador objetivo. Opino que cualquiera que viva aquí y escriba sobre su propio pasado no puede ser objetivo. Debe ser, eso sí, honesto, no mentir, pero es obvio que representa un punto de vista determinado.

P. ¿Cuál es la relación de los nuevos historiadores con los possionistas?

R. Lo que considero una corriente possionista es un grupo más amplio, va más allá de lo que sucedió en 1948. Lo configuran un grupo de cien personalidades del mundo de la cultura israelí, que cuestionan los principios básicos, los tópicos del sionismo, desde su propia perspectiva, como músicos, académicos o escritores. Critican cómo Israel acogió a los judíos que vinieron de los países árabes, cómo se trata a los palestinos que son ciudadanos del Estado de Israel, o se cuestiona la manipulación que se está haciendo del Holocausto. Ven al sionismo como un colonialismo y no sólo como un movimiento nacionalista.

P. ¿Cómo han reaccionado los estamentos oficiales israelíes ante la lectura crítica de su propia historia?

R. Al principio, cuando aseguré que la guerra de 1948 era un episodio de limpieza étnica, dijeron que estaba mintiendo. Aún más, que estaba al servicio de la Organización para la Liberación de Palestina y que eran los palestinos quienes me pagaban. Luego, cuando el mundo académico en el extranjero valoró positivamente nuestras investigaciones, en Israel empezaron a admitir que estábamos diciendo la verdad, aunque en su opinión no era toda la realidad. Ahora, aunque aceptan algunos de los hechos históricos de 1948, me acusan de intentar cuestionar por completo la legitimidad del Estado de Israel. En cualquier caso, las reacciones oficiales son muy hostiles. Es muy difícil para los israelíes admitir lo que hicieron en 1948 e incluso mucho más difícil responsabilizarse de ello.

P. ¿La corriente possionista ha provocado también una reacción hostil en el

stablishment?

R. La reacción del stablishment ha sido en este caso más relajada, porque en el possionismo están representadas no sólo las aspiraciones de los palestinos sino también las de los judíos que vinieron de los países árabes o las de las mujeres. Hay más grupos en la sociedad israelí que se identifican con las posiciones possionistas. Por ejemplo, la mitad de la población israelí son judíos que vinieron de los países árabes, lo que llamamos judíos mizrahi, y éstos aplauden que se cuestione la forma en que fueron tratados a su llegada a Israel, en los años cincuenta.

P. ¿Algunos opinan que todos estos debates intelectuales han muerto en Israel tras el estallido de la Intifada?

R. En la década de los noventa, como consecuencia de los Acuerdos de Oslo y quizá porque se creía que la paz era posible, la intelectualidad israelí era relativamente plural. En cualquier caso quería oír otras voces. A partir de 2000, lo que yo llamo el instinto crítico y pluralista desaparece totalmente. Llevamos ya cuatro años viviendo un periodo oscuro de la historia de Israel, sin precedentes. Todo el mundo se inclina ante la bandera. Todo es conformismo. Es muy difícil encontrar a alguien con la suficiente valentía como para criticar hacia dónde está yendo esta sociedad o lo que está haciendo el Gobierno. El possionismo está clínicamente muerto. Yo no se sí algún día resucitará. Pero de momento me temo que está acabado.

P. ¿Cuál es el papel de un historiador crítico como usted en la sociedad israelí?

R. Creo que es un papel muy extraño. Por una parte, me paga un país para ser profesor e historiador, pero estoy diciendo cosas que este país no quiere oír. Normalmente se paga a alguien para que diga lo que se quiere oír. Por otra parte, estoy diciendo que en Israel ahora mismo no hay ningún poder suficientemente fuerte como para poder detener la ocupación y la destrucción de los palestinos. Por eso estoy pidiendo presión desde fuera. Visto así, mi papel es muy difícil. Si eres honesto contigo mismo, corres el peligro de perder el contacto con tu propia sociedad, cosa que es imprescindible para cumplir con tu papel. Quiero decir que pueden dejar de escucharme. Con lo cual mi reto es encontrar la manera de hacer las críticas más duras sin perder su atención.

P. Parece muy complicada su misión.

R. Es como ponerles un espejo delante. Pero creo que la mayoría de los judíos israelíes no se reconocen en la imagen. Ven un póster. El póster que les dice que son el pueblo elegido, que hicieron cosas maravillosas en Palestina, lo estúpidos que son los palestinos que no entienden nada, que el mundo no les comprende o que todos los que les critican son antisemitas. Esto es lo que ellos ven. Esto es lo que les dice la radio, los periódicos, el sistema educativo. Es increíble, aunque salgan al extranjero no cambian de idea. Entonces yo llego, les pongo ante un espejo y les digo: mira, esto es lo que realmente eres, lo otro es un póster. Por eso no me quieren. No les gusta que la gente traiga espejos. Algunas veces rompen el espejo y tengo miedo que acaben rompiendo al que trae el espejo; que me maten. Porque no pueden soportar más lo que les estoy diciendo.

P. ¿Después de 25 años de docencia y de investigación como historiador habrá llegado a algunas conclusiones de cómo su país puede resolver el conflicto israelo-palestino?

R. Para solucionar la situación hay tres claves. La primera, el reconocimiento de que en 1948 se llevo a término una limpieza étnica. Es una cuestión de suma importancia, que no ha sido hasta hora asumida por ningún intento de proceso de paz. Creo que es imprescindible. No puedes hacer la paz con los palestinos sin decirles antes "sabemos que te expulsamos". Yo no conozco ningún caso en el que una limpieza étnica haya sido completamente borrada de la historia. En segundo lugar, Israel fue responsable de una limpieza étnica y tiene que responsabilizarse por ello. Tiene que pagar indemnización y tiene que reconocer, al menos como principio, el derecho al retorno. Por último, y una vez aceptado el reconocimiento y la responsabilidad, la comunidad árabe tendrá que aceptar a la comunidad judía en Israel como parte de Oriente Próximo. Para ello es igualmente importante que Israel deje de soñar con ser parte de Europa.

P. ¿Es aún válida la solución de dos Estados para los dos pueblos?

R. No creo que aquí haya nunca dos Estados. Ahora es imposible. Quizá en el pasado fuera posible, e incluso fuera una buena idea, pero no ahora. Ahora sólo puede haber un Estado multirracial, multicultural, secular, que respete la nacionalidad de los judíos y de los palestinos. Hay ejemplos en la historia. Sería un bonito compromiso que éste acabara siendo un Estado binacional; refugio para los judíos y, al mismo tiempo, la casa de los refugiados palestinos.

P. ¿Sinceramente cree que es realista pensar que después de esta Intifada tan sangrienta israelíes y palestinos puedan vivir juntos?

R. Le voy a decir una cosa más realista todavía. Si no es posible después de esta segunda Intifada, lo será después de la quinta Intifada. Es trágico decirlo; pero no ha habido suficientes muertos como para convencer a la gente de que la única salida es vivir juntos. Hablo en serio, realmente creo que sólo la violencia va hacer que la gente se convenza de que no hay otra alternativa que vivir juntos. Con cada nueva Intifada y con cada año que pase, la violencia será peor. Por eso estoy desesperado y me siento pesimista. No sé cómo convencer a la gente sin necesidad de pasar por otras tres Intifadas. Le voy a dar también otro punto de vista: los políticos de los dos bandos hablan de segregación y partición, como si separar fuera la única solución. Pero en la sociedad de Israel está ocurriendo otra cosa. Por ejemplo, en Galilea está surgiendo algo que no había antes, escuelas bilingües. Algunos de los padres que envían a sus hijos a aprender árabe son incluso votantes del Likud. Y si tú les preguntas ¿pero cómo?, ellos responden, nos guste o no nos guste, quizá no lo veamos, pero creo que nuestros hijos o nuestros nietos tendrán que saber el árabe. Porque aquí acabará habiendo un sistema conjunto. Se construye un muro entre Cisjordania e Israel, entre Jaffa y Tel Aviv, entre el Nazaret judío y el árabe, en medio de la Galilea, donde el 60% de la población es palestina. Se construye un muro... No hay fin a los muros. Pero ya no hay manera de separar los dos pueblos. Si es buena o mala, esto es otra cuestión. Pero para separar tienes que hacer limpieza étnica y no funcionaría.

P. ¿Pero la dinámica internacional les está empujando en un sentido opuesto?

R. Es cierto. La realidad es que el único superpoder apoya la política de Israel y el cuarteto -Estados Unidos, Unión Europea, Naciones Unidas y Rusia- apoya la solución de los dos Estados. Así que es muy difícil proponer otra cosa. Bush es como un piloto, que nos tiene cautivos en su avión, que se va a estrellar. Tenemos dos opciones, o decimos que no se puede hacer nada o tenemos el valor suficiente como para decir que hay que hacer algo. Creo que la Administración de Bush está empujando a Oriente Próximo hacia un futuro terrible y que permite hacer a Israel lo que quiera. La pregunta es cómo oponerse a ello. Creo que la única esperanza será la sociedad civil de Occidente, que finalmente comprenderá lo que sus políticos no entienden.

P. ¿Y en este contexto cómo puede hacer llegar sus ideas a los israelíes?

R. Desgraciadamente no hay ninguna fuerza significante en Israel para un cambio. Lo único que puede forzar un cambio es la presión externa. Creo que incluso deberían considerar la aplicación de sanciones, al menos para acabar con la ocupación. Yo digo que Israel tiene dos opciones: o atentados suicidas o sanciones. Prefiero las sanciones. No creo en los ataques suicidas. A corto plazo, trabajo muy poco aquí, prefiero hacerlo en América. Para mí, una de las cosas más urgentes es acabar con la ocupación. Sharon tiene planes. No hemos visto aún lo peor. Tengo una misión urgente, bloquear la política israelí, y esto no puedo hacerlo desde dentro. Por eso voy a América, a Europa, a cualquier sitio donde pueda hablar. Hace unos días estuve en Ohio y un imam me dijo: "Su discurso es mejor que diez atentados suicidas, porque es mucho más efectivo". A largo plazo, sólo trabajo en la educación.

P. Propugna un boicot académico como parte de la presión exterior contra Israel. ¿Por qué?

R. Estoy hablando no de un boicot individual, sino institucional. No lo veo como un castigo sino como un mensaje. Es más bien una manera de intentar parar lo que van a hacer. Yo sé lo que Israel está preparando. Es terrible; más limpieza étnica, más asesinatos, más terror, más terror de Estado. Los israelíes trabajan con la hipótesis de que tienen carta blanca de Estados Unidos para hacer lo que quieran. Y si les das carta blanca, te dirán que lo que quieren es no ver ni un solo palestino en Palestina. Las discusiones entre ellos quedan reducidas al método. Los más fanáticos dicen que hay que continuar como ahora, los otros opinan que hay que hacerlo con sistemas sofisticados, de forma indirecta. Hay que pararlos.

Su obra incluye Britain and the Arab-Israeli Conflict 1947-1951 (Londres y Nueva York, 1988); The Making of the Arab-Israeli Conflict, 1948-1951 (Londres y Nueva York, 1992); The Aristocracy of the Land: the Biography of the Husaynis (Jerusalén, 2003, en hebreo); The Modern History of Palestine: One Land, Two Peoples (Cambridge y Nueva York, 2003).

El historiador y catedrático Ilan Pappe.
El historiador y catedrático Ilan Pappe.MUSHIR ABDEL RHMAN

Literatura y música contra el fanatismo

En la literatura está la clave para conjurar la violencia y la intolerancia del mundo. Ésa es la opinión de Amos Oz (Jerusalén, 1939), escritor nacido antes de la creación del Estado de Israel y aunque fue un niño de la Intifada judía aprendió a escuchar. Los libros le mostraron que la vida no era sólo en blanco y negro. Su novela Una pantera en el sótano (Siruela) cuenta la visión de un niño judío y el sentido de la traición, su marca por reconocer comprensiones y verdades en su "enemigo". Oz, además, escribe ensayos y con frecuencia artículos de prensa en los que expone sus críticos puntos de vista sobre el conflicto. Gobiernos, líderes y pueblo de ambos lados no escapan a su prosa clara y sensata. Su reflexión sobre las ideas extremas está recogida en Contra el fanatismo (Siruela).

Otro creador que apuesta por la armonía de Israel y Palestina es el músico Daniel Barenboim, hijo de judíos inmigrantes nacido en Buenos Aires en 1942. Diez años más tarde, la familia se trasladó a Israel. Al músico le duelen sus orígenes cuando se ve obligado a mostrar las cartas críticas sobre el Estado de Israel. Una de sus formas de expresar su opinión consistió en organizar una orquesta con estudiantes de ambas partes del conflicto. Quiere demostrar que la amistad, la música y las artes van por delante de cualquier postura belicosa, algo en lo que coincidió con su amigo el escritor palestino Edward W. Said (1935-2003). Ambos escribieron Paralelismos y paradojas (Mondadori) en el que mantienen una conversación sobre música, un diálogo que se funde en un duetto hacia terrenos como el de la integración pacífica. Compartieron el Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002. Barenboim ha descubierto en la música las notas que permiten interpretar las cuestiones más conflictivas del nuevo orden mundial.

Bibliografía reciente

Los siguientes son algunos de los libros más recientes sobre el conflicto entre Israel y Palestina.

La muerte como forma de vida.

David Grossman (Seix Barral). Artículos de prensa del novelista israelí desde los acuerdos entre Rabin y Arafat en 1993.

En la frontera. Israel-Palestina: testimonio de una lucha por la paz.

Michel Warschawski (Gedisa). Análisis político y testimonio sobre la frontera entre Israel y los países árabes.

Palestina. El hilo de la memoria.

Teresa Aranguren (Caballo de Troya). El testimonio de una periodista sobre el terreno.

Crespúsculo en Palestina.

Edward Fox (Alba). La vida del arqueólogo norteamericano Albert Glock, asesinado en 1992.

Palestina, pasos perdidos. Una historia desde el presente a los orígenes.

José Enrique Ruiz-Domènec (Destino). Crónica sobre los orígenes del conflicto y sus claves actuales. Un recorrido a la inversa: desde 2004 hasta 3000 antes de Cristo.

Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí.

Norman G. Finkelstein (Akal). Análisis de la evolución del enfrentamiento desde la creación del Estado de Israel en 1948.

El muro de hierro. Israel y el mundo árabe.

Avi Shlaim (Almed). Una mirada a la línea sionista que en 1920 desarrolló la doctrina del muro de hierro (basado en la fuerza militar) en las negociaciones con los árabes.

Israel/Palestina. Cómo acabar con el conflicto.

Tanya Reinhart (RBA). Una periodista israelí analiza material que detalla las diversas negociaciones del pasado y la política actual.

Informe sobre el conflicto de Palestina: de los acuerdos de Oslo a la Hoja de Ruta.

Varios autores (Del Oriente y del Mediterráneo). Un grupo de especialistas analiza los acuerdos entre israelíes y palestinos.

El derecho al retorno: el problema de los refugiados palestinos.

Varios autores (Del Oriente y del Mediterráneo). Respuestas a las preguntas sobre la situación de los palestinos.

Tierra de Israel, tierra de Palestina: viajes entre el desierto y el mar.

Rafael Dezcallar (Alianza). Un recorrido por los territorios en disputa.

Soñando con Palestina.

Randa Ghazi (La Galera). Un grupo de amigos relata las alegrías en un momento crítico de violencia en sus vidas.

Coexistence (Antología breve de la poesía israelí -árabe y hebrea- contemporánea).

Carlos Morales (El Toro de Barro). Panorama de la poesía israelí contemporánea más allá del espíritu pacifista de sus autores.

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