Un cráter para una extinción
Fuertes indicios de que un gran impacto en Australia acabó con casi toda la vida hace 250 millones de años
Existen fuertes indicios de que hace 250 millones de años desapareció en un lapso relativamente breve de tiempo de la faz de la Tierra el 90% de la vida marina y el 70% de la vida terrestre. Como en todas las extinciones, los científicos se preguntan por la causa, y una muy atractiva es el impacto de un cometa o asteroide que trastocó el equilibrio planetario. Ahora, algunos investigadores estadounidenses creen tener los suficientes datos para afirmar que cerca de la costa actual occidental de Australia cayó hace 255 millones de años un cuerpo celeste que causó un cráter -el de Bedout- de unos 200 kilómetros de diámetro. Este accidente sería similar al que se cree que causó otra gran extinción, la de los poderosos dinosaurios hace 65 millones de años. Este impacto se conoce ya como cráter de Chicxulub, y se ha caracterizado con bastante precisión en la zona de la península de Yucatán.
La forma del nuevo cráter, si es que existe, está mucho menos definida y hay científicos que no aceptan las pruebas presentadas hoy en Science, que se suman a estudios anteriores de los mismos investigadores de la Universidad de California. Lo que quede del cráter después de tanto tiempo estaría enterrado frente a la costa de Australia, pero sus huellas, como en el caso de Chicxulub, se encontrarían también en los estratos geológicos correspondientes por todo el mundo debido a las salpicaduras del impacto.
Para encontrar su cráter, Luann Becker y su equipo se han fijado en las muestras extraídas en los años setenta y ochenta en dos perforaciones petrolíferas submarinas de tres kilómetros de profundidad en la estructura de Bedout, una meseta submarina. Han estudiado el material correspondiente a hace 250 millones de años, el límite entre los periodos pérmico y triásico, y lo han comparado con el encontrado en Yucatán para demostrar que son muy similares y representan las huellas de un gran impacto.
Además, en la Antártida, Becker y su equipo encontraron fragmentos de un meteorito en un material del mismo tipo que el de las muestras de Bedout, así como cuarzo producido en condiciones extremas. Anteriormente, habían encontrado en otras zonas de la misma época unos fulerenos (estructuras microscópicas de carbono) singulares a los que atribuyen origen extraterrestre y que serían la firma del meteorito, al igual que lo es el iridio en el caso de Chicxulub.
Algunos especialistas creen que los materiales no se produjeron necesariamente como consecuencia de un gran impacto, sino que pueden tener un origen volcánico. En aquella época existió una fortísima actividad volcánica. Pero, según Becker, "las extinciones en masa se pueden definir por catástrofes en las que simultáneamente se da un impacto y vulcanismo. En Chicxulub se vio esto, pero se pensó que era una mera coincidencia. Con el descubrimiento de Bedout, creo que ya no se puede pensar en coincidencias".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.