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Camps en tierra 'Tómbola'

Aquí en la CV, una tribu representativa de la más baja desvergüenza moral, se dedica a idiotizar a los proclives desde un programa televisivo llamado Tómbola. Un tal Mariñas, cuya obsesión parece ser la cintura en abajo, lleva la voz cantante de una tropilla de fisgones y fisgonas que se dedican a zarandear a la víctima de turno y a otros "famosos" que lo son porque también se dejan zarandear. Pactado todo, o no pactado, el soez espectáculo se superó a sí mismo hace unas semanas, cuando miembros del alto tribunal de cotillas decidieron tomarle la medida al miembro viril de un señor invitado. Lo consiguieron; el pene del individuo fue "medido".

Tan sectaria es nuestra cadena autonómica que mal año para los Urdaci. Pero en ella tiene también asiento la más obscena vulgaridad, que con serlo tanto, a algunos nos ofende más por su inmadurez emocional e intelectual que por sus lamentables cotilleos. Cuánta adolescencia de la gama estúpida, ofrecerle risueñamente al público la hermosa vista de un pene en el acto de tomarle la medida. (De paso, propalando un mito que la ciencia y las estadísticas más solventes desmienten). Supongo que el obispo Reig algo debe haberle susurrado a Camps, pues parece estar de vuelta la teoría de los dos poderes, tan sutilmente elaborada por el "doctor eximio" Suárez. De vuelta, pero no tan en activo. Ha perdido fuelle el gran Suárez, de lo contrario, Tómbola sería ya historia, con lo que se demuestra los humos tomados por el poder terrenal. A nuestro clero, vamos a suponer que al bajo, al medio y al alto, seguro que no le gusta Tómbola porque infringe varios mandamientos; a nosotros, porque es idiotizante. Se las saben todas, los manipuladores. Primero se amuerma a la multitud, pues degradado el juicio crítico, los informativos, con generosa salsa de sucesos, encuentran menos resistencia en su marcha hacia el cerebro. Noción bien asimilada, al parecer, por el señor Camps, presidente de la CV. Como yo estimaba a Camps, no me pondré chinche con su condición de president; aunque sí le recordaré que su partido cada vez nos recuerda más al PSPV de algún tiempo atrás (y hay que tocar madera), cuando la dichosa piña más bien era bomba, como lo es ahora la tan traída como llevada piña del PP.

Uno, repleto de buenas intenciones, con mezcla natural de alguna que otra intención proterva, le aconsejaría al entorno de Camps que medite.

¿Es ético y pragmático "tombolizar" a su jefe de filas o dejarse "tombolizar" por él, cualquiera que sea el caso? Uno no es dado a profetizar el futuro ni siquiera a corto plazo; sobre todo en un país que nos depara sorpresa tras sorpresa en los últimos tiempos. (Se rumorea por Madrid que al PSOE no le queda un año de gobierno, pues ha caído en la celada de la investigación de los sucesos del 11-M y van a aflorar cosas espeluznantes). Pero si con todas las reservas de rigor le inyectamos pasado al presente, no parece que la senda de la violencia verbal goza y vaya a gozar de gran predicamento. El señor Acebes llama miserable y otras cosas de la misma urdimbre al nuevo ministro del Interior por decir éste lo que el ex presidente Aznar dice en su libro, o sea, que embebidos en la lucha contra ETA, no le dieron la importancia debida al terrorismo islamista. Otro antiguo ministro, Trillo, protagoniza lo que bien puede pasar a la historia bajo el nombre de "episodio del euro". Mucho antes, y siempre en un ambiente enrarecido y crispado, el señor Aznar llegó a acusar a los socialistas de haberse alegrado de unas muertes españolas en acto de servicio. La táctica de la agresión verbal permanente produjo cansancio incluso entre los adeptos menos recalcitrantes del PP. Sorprendentemente, Camps no se entera o no se da por enterado y sigue lanzando andanadas, pensando, al parecer, que el populismo podrá fatigar en otras partes, pero no en la Comunidad Valenciana.

Afirma el señor Camps que el nuevo Gobierno central tiene "vocación" de cargarse los intereses valencianos. Algo así como que Zapatero y sus huestes quieren hundirnos en el subdesarrollo. No dice ni se desprende de su discurso que el Gobierno central tiene una visión distinta y, claro está, equivocada, de los intereses valencianos. No, no. Los socialistas de allá y los de aquí saben muy bien lo que le conviene a este pueblo; y porque lo saben, quieren sumergirnos en las tinieblas; se deduce que aunque eso les cueste todavía más votos del abundoso granero valenciano. Al parecer, a los socialistas les interesa, por encima de todo, complacer a los republicanos independentistas de Carod Rovira. ¿Es eso? Si lo fuera, la palabra "vocación" antivalenciana no lo sugiera y no tendría cabida. La vocación es amor o también odio a algo; en este caso, deseo irracional de dejar a la CV hecha unos zorros porque sí, por puro odio, generado, tal vez, por los fracasos del PSPV en este predio. O sea, que con Carod y sin Carod, con o sin juego político. La Comunidad Valenciana tiene nombre de mujer y sufre el acecho de un psicópata, con vocación, naturalmente, negativa; pues atracción y repulsión forman parte del mismo conglomerado.

Y todo este "tomboleo" a cuenta, especialmente, del PHN. Es un recurso facilón, puesto que el pueblo no sabe de geología y los mismos expertos, algunos con premio Nobel, no se ponen de acuerdo; si bien hoy predomina, entre los entendidos del ancho mundo, la oposición a las obras hidráulicas faraónicas: alteración de los cauces naturales del agua, grandes embalses y trasvases. La manipulación a gran escala de la naturaleza ha producido fiascos de ingente magnitud.

No es loa gratuita a Rafael Blasco, sino que nos atenemos a la verdad. El conseller de la Vivienda ha propuesto al Gobierno central un pacto de Estado para el suelo, que atañe a la contención de los precios y a la construcción de viviendas protegidas. Parece que la ministra Trujillo ve con buenos ojos las propuestas de Blasco, que hay sintonía y que "el respaldo del ministerio posibilitaría una ampliación de los objetivos", según palabras del consejero. Una política basada en la "colaboración común". He ahí el camino a seguir, no el del follón sistemático, en la senda de Tómbola.

Entre tanto, esa fijación política en el PHN puede convertir las cañas en lanzas a medio plazo. Las pistas son numerosas, hay que saber leerlas e interpretarlas.

Manuel Lloris es doctor en Filosofía y Letras.

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