Militantes palestinos matan y exhiben los restos de seis soldados israelíes en Gaza
La incursión del Ejército de Israel causa siete muertos y un centenar de heridos
La batalla del barrio de Zeituni entre soldados israelíes y la milicia palestina acabó convirtiéndose ayer en una orgía de sangre. Milicianos enmascarados exhibieron los restos de seis soldados muertos, mientras grupos de vecinos se mofaban de las víctimas. Las imágenes recogidas por la televisión hicieron olvidar que en las callejuelas de este recóndito lugar de la franja de Gaza, yacían los cadáveres de siete palestinos y que otros cien heridos se amontonaban en los hospitales. El Ejército israelí aseguró que no abandonarán el lugar hasta recuperar los restos de sus muertos.
La batalla se había iniciado a primera hora de la madrugada, cuando el Ejército israelí irrumpió en el barrio de Zeituni, uno de los baluartes más deprimidos e importantes de los movimientos integristas en Gaza. La operación tenía como objetivo acabar con los talleres de fabricación de armas artesanales, especialmente los misiles Kassam 2, que en las últimas semanas han servido para amedrentar a la población de los asentamientos judíos cercanos. El asalto de los militares israelíes había sido minuciosamente preparado. La Brigada Golani, una de las más laureadas de Israel, curtida en los campos de batalla de Líbano, fue la encargada de llevar a cabo la operación. Previamente, soldados disfrazados de palestinos, llegados a la zona en turismos e incluso en taxis, habían tomado posiciones estratégicas en el barrio. Francotiradores se apostaron en los tejados de los edificios más altos.
La operación se desarrolló de manera rutinaria. Hasta entonces el coste no había sido excesivamente elevado, en opinión de los israelíes: unos sesenta palestinos heridos. Pero antes de que la incursión acabara y mientras se hacía de día, sucedió lo inesperado. Un vehículo blindado de transporte de tropas israelíes, en cuyo interior viajaban seis soldados, saltó por los aires. El blindado, que transportaba 100 kilogramos de dinamita para las operaciones de destrucción de los talleres clandestinos, acababa de pisar una mina accionada a distancia. Previamente los milicianos habían inmovilizado el vehículo lanzando sobre éste una granada anticarro.
"La explosión fue tremenda", aseguraron los testigos. Los pedazos del vehículo y los miembros descuartizados de los seis soldados quedaron diseminados en un área de unos trescientos metros. El mando israelí dio orden de retirada a los soldados para tratar de defender a sus compañeros. Pero antes de que llegaran al lugar del ataque, la milicia palestina y los vecinos habían asaltado los restos del blindado, apropiándose de los miembros esparcidos de los soldados muertos y convirtiendo el escenario del ataque en una orgía de sangre.
Un miliciano, con el rostro enmascarado, presunto militante de los grupos Hamás o de Yihad Islámica, enseñó a la multitud vociferante los restos de una pierna y de un trozo de cráneo. Los gritos rituales de "Alá es grande" se repitieron sin cesar. Algunos disparaban con sus armas al aire. Todos en el barrio se regocijaban y mofaban de los muertos. Los imames, desde lo alto de las mezquitas, a través de los altavoces, festejaban la matanza. Era la venganza por las muertes del jeque Ahmed Yassin y Abdelaziz Rantisi, los lideres de Hamás, abatidos hace menos de un mes por el Ejército israelí.
La operación militar sobre el barrio de Zeituni en Gaza ha vuelto a empezar. Esta vez la orden es la de recuperar cada uno de los restos de los soldados caídos. El general israelí Dan Harel afirmó ayer que sus soldados permanecerán en la zona hasta que encuentren todos los miembros descuartizados de los militares.
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