Eduardo García se entrega a los dominios de lo onírico en los poemas de 'Horizonte o frontera'
El poeta y ensayista Eduardo García (Sao Paulo, 1965) se entrega por completo al terreno onírico en su último libro Horizonte o frontera (Hiperión), con el que ganó el VII Premio Internacional de Poesía Antonio Machado de Baeza en 2003. El autor, afincado en Córdoba desde 1991, afirma que precisamente el título del libro esboza su intención de "indagar en la zona fronteriza entre el pensamiento consciente y el inconsciente".
Eduardo García retoma así un camino que inició con su anterior libro de poemas, No se trata de un juego, con el que consiguió los premios Juan Ramón Jiménez y Ojo Crítico de Radio Nacional. "No me mueve tanto escribir acontecimientos de mi vida de manera directa como sobre visiones", explica el autor. Quizás, como él mismo reconoce, esa búsqueda de realidades paralelas le viene de su propia formación y profesión como profesor de filosofía.
En ese paisaje de ensoñación, Eduardo García trata el amor, los miedos, los sueños, el sentido o sinsentido del tiempo a través de una estructura cerrada y a la vez abierta. El libro está dividido en seis capítulos y cada poema tiene cuerpo propio, aunque el autor señala que se puede concebir como un todo. "Es mejor que haya muchas direcciones y un hilo conductor", explica García.
Ese hilo que lo recoge todo se muestra al final del libro, en el que el autor opta por una carga vital. "Hay poca poesía que cante a la vida y mucha que la llore", explica García, que entiende el libro como un "sí a la vida".
Tradición inglesa
En Horizonte o frontera se encuentran poemas circulares que pueden evocar las fórmulas de algunos de los cuentos fantásticos del escritor argentino Julio Cortázar. El autor explica que precisamente lo fantástico "no nace en la narración", sino en la tradición poética inglesa, y luego "los cuentistas la retoman". Estos guiños muestran la idea del "carácter de simulacro, de realidad paralela" de la vida ficticia que expone el poeta.
Eduardo García se muestra partidario de la fusión de géneros. Aunque considera que la métrica estricta debe estar interiorizada para luego jugar con ella, el autor la abandona en el sentido estricto para recrear textos que se encuentren entre el "cuento fantástico y el poema".
Aunque considera que aprende de todas las tendencias, de la poesía de la experiencia, de la vanguardia, del realismo, Eduardo García opina que donde hay que indagar es en ese "territorio fronterizo" que expresa en su última obra. En ese terreno en el que el "alto romanticismo europeo indagó más".
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