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Reportaje:

El alma de Joan Miró regresa a Mont-roig

El municipio crea un espacio dedicado al pintor que repasa su vínculo con la localidad

La obra de Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983) debe mucho a Mont-roig del Camp. El entonces joven pintor se recuperó en 1911 en la masía familiar de una larga enfermedad, y dejó escrito que fue en este pequeño municipio del Baix Camp donde recuperó la inspiración. Mont-roig debe también mucho a Miró, que no dejó de pasear el nombre de la población por el mundo. Estas deudas han comenzado a saldarse tras la reciente apertura al público del Espai Miró, que repasa el vínculo del artista con la localidad a través de los cuadros que pintó durante sus estancias, fotografías, manuscritos, documentos cinematográficos y elementos del universo creativo de Miró.

Tras la dictadura franquista, una iniciativa vecinal en Mont-roig convirtió en 1979 a Joan Miró en su único hijo ilustre, y en su presencia cambió el nombre de la entonces plaza del Caudillo por el de Joan Miró. Esta anécdota refleja la especial relación del artista con el pueblo, aunque no ha sido hasta 25 años después que el consistorio municipal, integrado ahora en parte por algunos de aquellos vecinos, ha decidido dar el paso definitivo para volver a estrechar un lazo que el paso del tiempo había menguado.

Han sido públicas las diferencias que los herederos de Miró mantuvieron con el consistorio durante la década de 1990, avivadas en parte porque un viejo proyecto que está en marcha, el desdoblamiento de la carretera N-340, afecta a la masía de la familia Miró. Ahora, con el consistorio renovado, el Espai Miró pretende funcionar como catalizador de una relación que el alcalde, Miquel Anguera (ERC), cree que jamás debió perderse. El pequeño museo ha copiado el modelo de Horta de Sant Joan y su centro Picasso -que recibe unas 15.000 visitas al año-, y el visitante podrá contemplar fieles reproducciones de los 13 cuadros que Miró pintó en la localidad. Entre ellos, La Masia (1921), una pintura sobre tela que adquirió Ernest Hemingway en París, según cuenta la leyenda con la ayuda económica de otros escritores, como John Dos Passos. Anguera explica que no ha sido fácil obtener las copias de estos cuadros, cuyos originales están diseminados en centros de arte de Tokio, Nueva York o el museo Pompidou de París. Església i poble y Autorretrat son algunas de las obras más conocidas que el artista pintó en Mont-roig.

Este centro no constituye la primera iniciativa para rentabilizar turísticamente el vínculo de Miró con el pueblo, puesto que en 1996 el Ayuntamiento instauró una ruta por el municipio, que recorre aquellos puntos que sirvieron al artista de inspiración e incluso de modelo. Entre ellos no podía faltar la masía familiar, aún propiedad de los Miró y en perfecto estado de conservación. En una de las estancias todavía se puede observar su taller, prácticamente como lo dejó. Con el paso de los años y la desidia del consistorio, la ruta Miró cayó en el olvido, y las gamberradas hicieron el resto. Poco queda hoy de la señalización que indicaba cada punto, y el patronato de turismo ya no la promociona. Anguera se muestra convencido de poder recuperarla, aunque aún no le pone fecha límite al proyecto.

La provisionalidad del Espai Miró es, quizás, el principal problema del Ayuntamiento. Dentro de dos meses habrá que desmontar la instalación porque el espacio donde se ubica, la iglesia vieja del pueblo, ya estaba comprometido para otras exposiciones. El alcalde no esconde su voluntad de encontrar un emplazamiento definitivo para lo que cree que puede ser un notable impulso cultural y turístico. También tiene en cartera negociar con la familia Miró la apertura al público de la masía con el objetivo de ofrecer al visitante una visión completa de lo que fue Mont-roig para el pintor.

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