Un espacio fijo para ofrecer cabaret alternativo
Una de las ofertas fijas del Fórum es el espacio de cabaret, para un cabaret distinto. El visitante se adentra en la carpa. Suelo y paredes de madera, techo de rico terciopelo rojo mate, marcan un plácido paréntesis entre el resto de edificios, entre el ir y venir de paseantes. La pretensión del responsable de los espectáculos, Pere Piñol, es que éste sea un lugar para el descubrimiento de pequeñas joyas del cabaret internacional. Aquí se darán cita una treintena de artistas que, repartidos en bloques de un mes de duración, ofrecerán sus propuestas al público en un ambiente íntimo.
De cerca
La carpa, instalada por la empresa belga Magic Mirrors y para cuyo montaje requiere tres días de trabajo, dispondrá de aire acondicionado (de lo contrario, el cálido terciopelo perdería toda su magia para ser solo una estufa molesta) y tiene capacidad para 500 personas. Medio millar de espectadores que tendrán aquí un lugar para el reposo, sentados en torno a mesitas de madera, en un espacio de distancias cortas donde artistas y público se encuentran cara a cara. Cada día se ofrecerán varias sesiones de cabaret: dos por la noche y otras tantas por la mañana, aunque con una propuesta diferenciada. La programación de horario más temprano se ha bautizado como Concer-té, y se concentrará en la narración oral de cuentistas de distintas tradiciones, y la música más reposada. Cuando el día decline llegarán otros espectáculos con más brío, amenizados por la orquesta Kalévala.
El jueves, día de ensayo del cabaret nocturno, fue el músico Alfonso Vilallonga quien ejerció de maestro de ceremonias. Se ganó al público con sus salidas de tono controladas, con las que subrayó que en el Fórum tienen cabida también las voces más críticas o, como mínimo, las más gamberras. "Los más grandes energúmenos de la cultura de todos los tiempos se darán cita aquí", dijo de entrada, para ir animando al personal. Vilallonga no se limitó a introducir a los artistas convocados; con su piano y su acordeón, acompañó a la poderosa voz de la cantante de Québec Fabiola Toupin a lo largo de su actuación, aunque también sobre ella tuvo algo que decir. "Esto es como Operación Triunfo, pero en bueno. ¿Verdad que los de Operación Triunfo cantan estas cosas?", preguntó al público después de que la cantante finalizara una espléndida interpretación del bolero Quizás, quizás. El belga Elliot, una versión contemporánea del payaso de siempre, sembró carcajadas y recolectó aplausos con su interpretación de un cantante afónico. Sergi Buka conquistó por la vía de la poesía gracias a su repertorio de sombras chinas, asistido en todo momento por los músicos de Kalévla. Entre las pequeñas joyas, Piñol promete algunas de especial calibre: son las actuaciones de algunos artistas, como Antonio Canales, en registros distintos a los habituales.
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