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El 'mosso' detenido por la muerte de su esposa y su suegra no ha confesado la autoría del crimen

Josep Lluís R., de 33 años y agente de los Mossos d'Esquadra, pasará mañana a disposición judicial como acusado del asesinato de su mujer, Silvia C., de 31 años, y de su suegra, María Eugenia, de 54, el pasado lunes en Lliçà de Vall (Vallès Oriental). El detenido, según fuentes de los Mossos d'Esquadra, no ha confesado ser autor del doble crimen.

La detención se produjo el viernes, en una actuación que sorprendió a los habitantes de Lliçà, ya que apenas unas horas antes del arresto el presunto homicida había mostrado su profunda tristeza en los funerales por su mujer y su suegra. No obstante, hay indicios que han llevado a la policía a sospechar del detenido, entre ellos su coartada. "Tenemos testigos que han negado haber visto al presunto homicida en el lugar donde decía haber estado mientras se cometía el doble crimen", señalan fuentes oficiales.

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El agente de la policía autonómica, que realizaba funciones de escolta, dijo que encontró los dos cadáveres el pasado 3 de mayo. Los cuerpos de su suegra y de su esposa tenían múltiples agresiones con arma blanca, y la autopsia reveló que el cuerpo de la mujer joven presentaba signos de ensañamiento. Este dato, junto con el hecho de que no faltara ningún objeto de valor en la casa, hizo dudar a la policía de que el móvil del crimen fuera el robo. El detenido tiene heridas en la mano derecha que afirmó haberse causado él al perder los nervios tras descubrir los cuerpos, y que pudo haberse causado en el forcejeo con las víctimas.

Lliçà de Vall ha vivido con psicosis los acontecimientos. El alcalde, Andreu Carreras, aseguró ayer que los vecinos se sienten "aliviados" tras el arresto del presunto homicida, pese a la sorpresa de saber que el detenido es el esposo de una de las víctimas y mosso d'esquadra de profesión. Carreras cree que los habitantes de Lliçà respiran más tranquilos, ya que la hipótesis de que madre e hija hubieran sido asesinadas por un ladrón había despertado el temor entre la población, especialmente entre los vecinos del barrio donde vivían las víctimas, formado por casas aisladas.

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