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Columna
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Suma y sigue

Miquel Alberola

Tras una secuencia ininterrumpida de pérdidas económicas Terra Mítica reconvertirá una de sus principales áreas temáticas, la de Egipto, en una zona de libre acceso con bares, cines, restaurantes y discotecas. Fue la que más dinero costó, aunque a estas alturas, si se compara el precio de la instalación con los perjuicios que ha generado su mantenimiento una vez descontados los escasos ingresos, ya es una anécdota poco ilustrativa. Se trata, sin duda, del primero de otros muchos pasos que el consejo de administración irá dando con tal de evitar que de momento el parque tenga que echar el cerrojo. Con esta drástica medida, anticipatoria del sublime espectáculo final de recalificar el suelo público para que los accionistas puedan construir adosados, el consejo trata de convertir el que ha sido el proyecto más emblemático de Eduardo Zaplana en un gran complejo que compita con las zonas de ocio de Benidorm y su entorno. Hace apenas cinco años éste, en boca de Zaplana, éste era un proyecto "para dinamizar el sector que está especialmente implantado en la provincia de Alicante", y ahora su objetivo ya es hacerle la competencia. Aunque también hace cinco años el Consell empleaba dineros en proyectos que correspondían a la iniciativa privada y ahora pide a los empresarios que financien las obras públicas porque el Gobierno debe más que divisa. Ése es el gran balance de Zaplana. Ahora el principal objetivo del parque es "acostumbrar a los ciudadanos y turistas" a que vayan a Terra Mítica "no como un parque a atracciones al uso, sino como un gran lugar de ocio y esparcimiento". He aquí el ácido epitafio escrito sobre la apuesta personal de un visionario que convirtió los tiovivos en un asunto de Estado y llevó a la Generalitat y las cajas de ahorro valencianas hasta la cima de la sierra Cortina para despeñarlas. "El problema de muchos políticos valencianos es que no tienen una visión global de la Comunidad Valenciana. Yo creo tenerla de verdad. Un parque temático es un revulsivo para la oferta de aquella zona", dijo en 1998 despreciando los informes negativos con un tono predispuesto a ser esculpido en mármol. Y como ésta, mil.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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