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Tribuna:El potencial del Arco Mediterráneo | UNA EURORREGIÓN A DEBATE
Tribuna
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La vertebración de las palabras

El pasado curso organizamos en la sede de Ciudad de Alicante de la Universidad, un coloquio sobre algo que, a priori, parecía tabú: las relaciones entre las ciudades de Alicante y Valencia. Nos reunimos un grupo de profesionales alicantinos -que no es lo mismo que alicantinos profesionales- con otro de valencianos aglutinados por Valencians pel Canvi y no sólo no nos gritamos ni nos tiramos los trastos a la cabeza, sino que fue el principio de una gran amistad... Madre mía, cómo está el país para que haya que insistir en esto.

¿Las conclusiones? Tres. La primera es que el desencuentro es evidente, frustrante, absurdo y ridículo. La segunda es que la realidad cambia pero los tópicos son más persistentes -incluidos los tópicos asumidos por los valencianistas progresistas-. La tercera, la más importante, es que los coloquios deberían proseguir, pero no ya en clave generalista, no para lamernos viejas y nuevas heridas y narrarnos desdichas de sobra conocidas, sino para ponernos a la tarea, o sea, para analizar una misma realidad -el País Valenciano- desde dos sensibilidades distintas -la de Alicante y la de Valencia- y desde muchas opiniones y perspectivas -tantas como participantes.

Definir una geografía deseable del territorio precisa de una geografía variable del pensamiento

Por eso hoy, convocados otra vez en la Sede, estaremos reunidas unas cuarenta personas, en círculo, sin la habitual rigidez de los congresos al uso, recuperando el viejo gusto por discutir en libertad sobre La vertebración del País Valenciano en el arco mediterráneo. El título, lo sabemos, es un poco largo, pero es que se trata de conjugar el análisis de los fenómenos de estructuración territorial de nuestro país en el marco más amplio del mar que tendremos enfrente y su engarce europeo; la única manera sensata de ir construyendo un discurso sensato sobre el futuro. Un discurso no lastrado ni por urgencias políticas ni por intereses económicos que más bien se suelen mover entre nosotros por la rentabilidad a cortísimo plazo que por la previsión...

¿Qué distingue a este foro de otros? Lo primero, que lo convoca una Universidad y una asociación cívica de, como queda dicho, las dos principales ciudades del país. Lo segundo, que aunque van a participar destacados especialistas en las materias a debate, no pretende ser sólo un encuentro de esos especialistas -geógrafos o economistas...-, sino que en él participarán también sindicalistas, empresarios, escritores, historiadores, lingüistas o periodistas que aportarán sus visiones particulares pero, sin duda, complementarias.

Probablemente reuniones como esta deberían abundar más. Probablemente deberían ser las instituciones políticas las que las fomentaran. Pero no nos quejemos hoy: hay lo que hay, es decir, somos lo que somos. Y es que, si nos ponemos a pensar, no existe, fuera de esto, prácticamente ninguna iniciativa ciudadana, moderna, que desde distintos polos del país busque el diálogo. Demasiado a menudo se ha elevado el lamento por la "pérdida de Alicante", por el "Alacant apart" -que hace tantos años ya constatara Josevicente Mateo-, por la "abdicación de la capitalidad" que el cap i casal emprendió con decisión suicida... y en todo ello sigue habiendo una parte de verdad. Pero, ¿no ha llegado el momento de analizar eso en un nuevo marco, el de la realidad autonómica, de la existencia de varias universidades, de una economía distinta, de la convergencia europea, de las renovadas redes de transportes?

Si digo esto es porque tengo la sensación de que seguimos instalados en la comodidad posfusteriana tan aficionada a definir culpables ajenos y propios, en la pintura hecha con pinceles de modorra que nos condena a anhelar un País Valenciano -a un pueblo valenciano- que podría haber sido de otra manera antes que a reconocernos en lo realmente existente, sea para gozar de ello, sea para cambiarlo.

Vertebrar el país, usando un término de inevitable y paradójica resonancia orteguiana, no puede ser entendido, pienso, como la realización de un programa abstracto establecido de antemano en función de una unívoca lógica nacionalitaria. Si se me permite el juego de palabras diría que definir una geografía fija y deseable del territorio precisa hoy de una geografía variable del pensamiento y del espíritu. Las redes estructurantes, en las que, por cierto, los sistemas urbanos y de capitalidades deben jugar una función bien distinta de la que soñaron algunos padres fundadores, demasiado empeñados en seguir el modelo catalán -o el español...-, requieren también de una nueva estructura de referencias simbólicas, de nuevas definiciones para antañones términos, de una salida al encuentro de la sociedad desde los despachos de las universidades o desde los laboratorios de ideas.

Vertebrar el territorio, me parece, es algo que va más allá, mucho más allá, de ordenar este territorio tan maltratado y, necesariamente, requiere de acuerdos básicos, de consensos generadores de actividad y esperanza en las instituciones, en los partidos políticos, en los agentes sociales y, en última instancia, en el común de los valencianos y valencianas. Vertebrar, me parece, tiene mucho que ver con la ciencia, pero, también, con la política, con la ética y con la estética.

El coloquio que hoy celebramos, lo sabemos, no podrá cerrar mínimamente ninguna de las cuestiones abiertas, no podrá ofrecer respuestas definitivas. Pero, seguramente, sí que servirá para definir las preguntas. vertebrando las palabras. No será poca cosa.

Manuel Alcaraz Ramos es director de la Sede Ciudad de Alicante de la UA.

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