Ambición temática y miseria de producción
No se le puede negar ambición temática a esta modesta, más bien paupérrima película, del debú en la realización del novelista Emilio Ruiz Barrachina: ahí es nada mezclar al Bosco y uno de sus cuadros emblemáticos, La extracción de la piedra de la locura, con una historia pasablemente criminal, abusivamente larga y, eso sí, pésimamente contada, con reiteraciones insufribles y un desenlace que hasta el más lerdo intuye como mucho hacia la mitad de la duración del asunto.
Pero esa ambición temática, ese arrojarse al vacío sin pudor de ningún tipo para contar la historia de una alucinación, se queda absolutamente en mantillas ante la parquedad, por no decir la miseria de producción (y lo más grave, también de ideas) que transmite la película.
A LA SOMBRA DE LOS SUEÑOS
Dirección: Emilio Ruiz Barrachina. Intérpretes: Juan Carlos Naya, Eloísa Martín, Carlos La Rosa, Ángeles Macua, Alexandra Huntrods, Fernando Guillén. Género: drama. España, 2004. Duración: 90 minutos.
Protagonizada por actores desconocidos, rodada casi en familia en un pueblo de Asturias, y con tan sólo la fugaz presencia de dos rostros conocidos (Fernando Guillén y el novelista Juan Cobos Wilkins), A la sombra de los sueños es una película realizada bajo mínimos, con mucha voluntad pero con nulo interés, un título más que añadir a la sangría de películas españolas que luchan entre sí en estas fechas aciagas por su lugar al sol.
Inversiones públicas
En su producción ha participado Televisión Española, todo un sinsentido. Los responsables de TVE deberían poner más sentido en sus inversiones y más cuidado en la selección de los títulos en los que decide invertir. Los tiempos, ciertamente, no están para tirar así el dinero público.
Babelia
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