Familiares de presos protestan ante la prisión de Abu Ghraib
A pesar de los anuncios sobre negociaciones políticas de las últimas horas, la población iraquí sigue con mucha atención las noticias sobre las torturas en la cárcel de Abu Ghraib, a las afueras de Bagdad. Ayer, cientos de personas marcharon en manifestación hacia la fortificada prisión exigiendo la puesta en libertad de todos los prisioneros. Los manifestantes portaban banderas de Irak y carteles en los que se podía leer: "Habéis dado una mala impresión de América y de los cristianos". En la cárcel permanecen unos 4.000 presos iraquíes, muchos de cuyos familiares se concentraban ayer a las puertas de la prisión. "Se han llevado a cinco de mis hijos. Es un crimen", gritaba una mujer frente a un control a la entrada de la prisión. "Estos actos [las torturas] claman venganza y os hacemos completamente responsables", añadía un representante de la Asociación de Clérigos Musulmanes, de confesión suní.
A los estadounidenses se les acumulan los problemas. Ayer se conoció que durante una reunión mantenida el pasado martes por el administrador civil para Irak, Paul Bremer, con el Consejo de Gobierno iraquí, varios de sus miembros expresaron su enérgica oposición al retorno de personas cercanas a Sadam Husein al Ejército y a la Administración, como ha ocurrido en el caso de Faluya.
Según una fuente del Consejo, los principales opositores a la decisión eran el jefe del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak -el principal partido chií-, Abdel Aziz Hakim; el líder del Consejo Nacional Iraquí (CNI), Ahmed Chalabi, y el jefe chií, Mohamed Bahr al Ulum. Bremer intentó tranquilizar a los miembros del Consejo, diciéndoles que el llamamiento de los oficiales para estructurar las nuevas fuerzas armadas y de miles de profesores no significaba un restablecimiento del antiguo régimen.
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