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Reportaje:

La triste victoria de la familia Hatuel

El asesinato de una madre embarazada y sus cuatro hijas empaña el triunfo de los colonos de Gaza sobre Sharon

Deseaban tener un niño con todas sus fuerzas. Después de haber engendrado cuatro mujeres, los Hatuel confiaban que el quinto, que debía nacer a finales de este mes, fuera un varón. Todas esas esperanzas se vinieron abajo el domingo al mediodía cuando dos activistas palestinos, armados con fusiles de asalto Kaláshnikov, tirotearon el automóvil en el que viajaba la madre embarazada y las cuatro niñas. El padre fue el único de la familia que se salvó de la matanza. El destino quiso que en el momento del ataque estuviera en Askhelon esperando la llegada de su familia.

Quienes pudieron acercarse hasta el coche, un Citroën blanco, momentos después del ataque pudieron contemplar por las ventanillas destrozadas por los disparos el cuerpo sin vida de la madre, Tali, de 34 años, sentada con las manos en el volante; el de su hija Hilad, de 11, en el asiento de al lado. Atrás, las tres más pequeñas: Hadar, de nueve, Roni, de siete, y Meirav, de dos, sentada en su sillita. Cada uno de los cuerpos, aún tibios y cubiertos de sangre, permanecían atrapados por los cinturones de seguridad. En el salpicadero, un libro de cuentos. Sobre el capó, pegado con cinta adhesiva, un enorme cartel en azul, blanco y amarillo en el que se leía: "Un corazón judío votará en contra" del referéndum convocado por el primer ministro Ariel Sharon en el partido Likud. En el lado opuesto, su sentencia: "Nunca nos moverán de aquí".

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Tali Hatuel, la madre, era asistente social en el centro comunitario de Neve Dekalim, la capital administrativa del bloque de asentamientos de Gaza. Durante los últimos años se había dedicado casi por completo a reconfortar a los familiares de las víctimas de los ataques palestinos, 25 muertos hasta ayer, sin contar los soldados y extranjeros. Su marido, David, de 36 años, es director de una escuela en Askhelon. Todos vivían desde hace más de una década en el asentamiento de Kativ, una granja colectiva fundada en 1985 compuesta por 50 familias y cuya especialidad son los cultivos de vegetales y la fabricación de productos sanitarios manufacturados. Kativ tiene además una escuela especializada en estudios del mar y el desierto.

A Tali y a sus hijas las asesinaron cuando se dirigían a Askhelon, donde tenía una cita con el ginecólogo para hacerse una ecografía y conocer la marcha de su embarazo. Después debían de encontrarse con el padre y marchar juntos a la oficina del voto del Likud para hacer guardia delante de las urnas y tratar de convencer a los votantes de que no dieran su apoyo al plan de retirada y desmantelamiento de los asentamientos de la franja de Gaza.

Antes de que el coche en el que viajaban llegara a la carretera general, cuando se encontraba aún en el pasaje de Kissufim, fueron tiroteadas por los dos milicianos palestinos, que fueron abatidos después por los militares. El Ejército tenía información de que se preparaba algún tipo de atentado terrorista en la zona en el día de la votación.

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"¿Hacía falta tanta violencia? ¿Tanto ensañamiento?", se pregunta Debbie Rosen, de 41 años, madre de seis hijos, portavoz del Consejo Regional de la Costa de Gaza. Sin esperar una respuesta, asegura que la victoria del movimiento colono en el referéndum ha quedado empañada por el múltiple asesinato, que constituye "el ataque terrorista más importante y sangriento" en la comunidad colona de la zona, desde que se iniciara hace más de tres años la segunda Intifada.

Los vecinos han empezado a acudir en silencio a la casa de los Hatuel para dar el pésame al marido. El salón está repleto de gente. Una guardia de amigos, algunos con pistola al cinto, custodia las puertas. Mientras, alguien con discreción ha empezado a recoger los juguetes de las niñas que aún permanecen esparcidos por el jardín. Es como si tratara de borrar sus huellas.

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