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Reportaje:

El nuevo hogar del empleado

Las universidades impulsan las cooperativas de viviendas para sus trabajadores

La Universidad Carlos III de Madrid ha puesto en marcha una cooperativa de viviendas para que 26 de sus empleados puedan adquirir una casa a precio más barato del que tiene en el mercado libre. La iniciativa, que imita las de otras universidades, es valorada por los empleados, pero encuentra renuencia entre las compañías privadas. Las 26 viviendas estarán terminadas dentro de 12 meses en Getafe Norte, tienen garaje y trastero, entre dos y cuatro dormitorios y un precio que oscila entre los 108.000 euros y los 168.000. Los adjudicatarios (19 trabajadores de administración y servicios, 6 miembros del personal docente e investigador y un empleado de la Fundación) fueron seleccionados por criterios como las cargas familiares o que su función aconsejara vivir cerca del trabajo.

Estas promociones tienen otras ventajas: es más fácil pedir un préstamo y obtener avales bancarios de su compañía
La Carlos III de Madrid ofrece 26 casas con garaje y trastero a un precio inferior al de mercado: entre 108.000 euros y 168.000 euros

Uno de los que esperan su piso es Óscar Celador, profesor de Derecho y presidente de la cooperativa. "Para los trabajadores se trata de una iniciativa fantástica. Ninguno de nosotros podría haber accedido a esas viviendas de otro modo", explica. La principal ventaja de las cooperativas es el abaratamiento de los precios. Cuando es una empresa o entidad pública la que apadrina la iniciativa se añaden otras dos circunstancias favorables: se gana fuerza para solicitar préstamos y los trabajadores pueden obtener avales bancarios de su propia compañía.

Universidades y entidades públicas han apoyado tradicionalmente en España la creación de cooperativas, pero entre las empresas privadas la operación es cada vez menos habitual. La primacía de la creación de valor y la búsqueda de la "superrentabilidad" ha llevado en los últimos años a reducir estas inversiones, según José Miguel Rodríguez, profesor de Ciencias Económicas en la Universidad de Valladolid.

Para Rodríguez, autor de libro El gobierno de la empresa: un enfoque alternativo, los nuevos aires de impulso de la ética corporativa podrían hacer que muchas compañías redescubriesen los beneficios de las cooperativas para motivar y retener a la plantilla: "Las cooperativas de viviendas promovidas por las universidades y otras entidades públicas no han exigido a éstas poner dinero, por lo menos en mi universidad, pero ahora incluso tendría sentido aportarlo para favorecer el acceso de los trabajadores a un hogar. Sería una demostración de la responsabilidad social de la empresa".

La Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad de Valladolid, así como la Autónoma y la Complutense de Madrid, son algunas de las que han impulsado estas cooperativas. En algunos casos, como en la Carlos III, la mayor ventaja es que el suelo, uno de los elementos que más encarecen un piso, pertenece al centro. "Se puede decir que a los participantes les ha tocado la lotería", asegura Alfonso Vázquez, presidente de la Confederación de Cooperativas de Viviendas en España.

Para Vázquez, algunas empresas no montan cooperativas porque sus trabajadores "no se lo piden", lo que no significa que tengan poca sensibilidad social. "Muchas prefieren optar por soluciones indirectas, como la concesión de créditos-vivienda", dice. Según Vázquez, es fundamental que los empleados tomen la iniciativa.

En otras ocasiones, es la complejidad de la gestión lo que provoca el rechazo de esta fórmula por los empleadores. "Para nosotros fue fundamental contar con el apoyo de Paloma Olías, representante de UGT", subraya Celador. "Esto no lo puede hacer cualquiera. Se necesitan profesionales que conozcan de verdad el funcionamiento de los proyectos urbanísticos", dice Ana de Vicente. Como subdirectora de la Fundación Complutense, De Vicente supervisa la promoción de la Universidad en Somosaguas, y reconoce que alguna vez ha pensado aquello de "zapatero a tus zapatos". Para Celador, no obstante, el abaratamiento de los pisos, cercano al 8%, compensa todos los esfuerzos.

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