El Reino Unido se avergüenza de las torturas de sus soldados a presos iraquíes
Bush promete "completar la misión" en Irak un año después del discurso en el portaaviones
El Reino Unido encajó ayer con rabia y vergüenza las acusaciones de malos tratos lanzadas por la prensa contra soldados británicos en Irak. El escalofriante reportaje del diario Daily Mirror, que muestra las fotografías de un joven prisionero iraquí encapuchado mientras los soldados le golpean y se orinan sobre él antes de dejarlo abandonado, al borde de la muerte, sangrando y vomitando, han abochornado al país, a su Ejército y a su Gobierno. Quizá no sea un caso aislado: el Ejército se ha visto envuelto, al menos, en 10 casos de presuntos malos tratos a prisioneros iraquíes.
La denuncia del Mirror, apenas dos días después de que el Ejército de Estados Unidos se viera envuelto en un caso muy semejante de vejaciones a prisioneros iraquíes, amenaza con hacer añicos una de las tesis preferidas de los británicos en esta guerra: que ellos se comportan con la población iraquí mucho mejor que sus aliados norteamericanos. Hasta ahora, los británicos han presumido de que sus relaciones con los iraquíes son mucho mejores, pero los soldados que han denunciado este caso se han declarado sorprendidos de que las relaciones con los iraquíes no hubieran empeorado mucho antes.
El caso ha llegado hasta el Mirror a través de dos soldados británicos que habrían participado directamente en el apaleamiento que ahora denuncian, cometido en agosto pasado por soldados del Regimiento de la Reina de Lancashire. Según su relato, un joven iraquí de entre 18 y 20 años fue detenido en los muelles del puerto de Basora, acusado de haber robado. Mientras era trasladado en un camión al campamento militar británico, el joven, encapuchado y maniatado, fue golpeado repetidamente en la cara y el cuerpo, pateado y amenazado con ser ejecutado. Sangraba ya por la boca y la nariz, varios dientes rotos, la mandíbula fracturada, la nariz desencajada, cuando uno de los soldados añadió humillación a la paliza orinándose encima del prisionero, aterrorizado y casi desnudo.
Según los soldados denunciantes, el caso llegó a conocimiento de un oficial que, en lugar de atender al prisionero y disciplinar a los causantes de las torturas, prefirió cerrar los ojos: "Lleváoslo de aquí. No he visto nada", dicen que comentó. La patrulla se llevó al prisionero fuera del campo militar y le dejó, sangrando y vomitando, su rostro aún encapuchado, cerca de los muelles donde había sido detenido ocho horas antes. "No se sabe si el joven murió o sigue vivo", relata el diario.
"Si las fotografías son auténticas, se trata de una vileza que nos produce consternación", declaró el viceministro para las Fuerzas Armadas, Adam Ingram. Si las acusaciones son probadas, "no merecen vestir el uniforme de la reina", declaró el jefe del Estado mayor del Ejército, el general Michael Jackson, que ordenó de inmediato la apertura de una investigación. El primer ministro, Tony Blair, más contemporizador, dijo desde Dublín, donde asistía a la cumbre europea: "Si esos hechos son reales, son total y absolutamente inaceptables. Pero tenemos que decir también que hay miles de tropas británicas en Irak haciendo un trabajo valiente y extraordinario".
Pero no parece que sea un caso aislado. El Ejército británico había sido ya acusado en 10 ocasiones de malos tratos a prisioneros iraquíes. Tres de estas acusaciones han sido declaradas infundadas por los militares británicos y las otras siete siguen siendo investigadas. Entre esos casos figura el de Al Maliki, un seguidor de Sadam Husein encontrado muerto con múltiples heridas en un campo de prisioneros en Basora a cargo también del Regimiento de la Reina de Lancashire. Su muerte se produjo poco después de que leales a Sadam mataran al capitán Dai Jones, uno de los soldados más populares del regimiento.
Otro caso sonado es el de las supuestas torturas a varios prisioneros iraquíes: fotografiados mientras eran suspendidos de un camión-grúa, las fotografías llamaron la atención del servicio de revelado, que las hizo llegar a las autoridades militares.
En otros casos sin ninguna relación con éstos, el Ministerio de Defensa británico ha aceptado pagar indemnizaciones por un total de 8.100 libras (unos 12.000 euros) a las familias de tres prisioneros muertos en sus manos, aunque sin reconocer ninguna responsabilidad en esas muertes.
Por otra parte, el presidente de EE UU, George W. Bush, afirmó ayer que su país "completará su misión" en Irak, mientras se agudiza la controversia por la difusión de los nombres y fotos de los soldados muertos y las imágenes de iraquíes torturados, según informa Efe. "Nuestra coalición está aplicando una estrategia clara en Irak", comentó Bush en su alocución por radio de los sábados, que tuvo lugar un año después de que, desde el portaaviones Abraham Lincoln, el presidente anunciara el fin de las grandes operaciones militares en Irak. Aquel día, habló ante una gran pancarta que decía: "Misión cumplida".
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