Tierra de promisión
La ampliación crea un nuevo entorno de oportunidad y de riesgo al que las empresas españolas responden sin gran entusiasmo: sólo el 5,5% de ellas tiene intención de invertir en los diez nuevos socios, situados en un área geográfica que hasta ahora no ha sido el ámbito natural de expansión de capital español, y dos de cada tres firmas consideran que la ampliación no afectará a su actividad. Hay cierta curiosidad por la zona, pero las empresas españolas llegan tarde y si deciden establecerse lo harán modestamente. La deslocalización a que invita la nueva Europa, con sus bajos salarios y tentadoras condiciones de inversión, da miedo a sindicatos y trabajadores, pero no a los empresarios, que la ven como una oportunidad para soltar lastre y ganar competitividad.
Un reciente sondeo realizado por las cámaras de comercio revela que apenas el 5,5% de las compañías tiene intención de invertir en los países de la ampliación
Mientras las grandes economías europeas se preparan para sacar el máximo partido a la conversión de la UE en el primer mercado del mundo, con 450 millones de consumidores, el entusiasmo brilla por su ausencia entre las empresas españolas. Un reciente sondeo realizado por las Cámaras de Comercio revela que apenas el 5,5% de las compañías tiene intención de invertir en los países de la ampliación. Juan José de Lucio, director del servicio de estudios de las Cámaras y responsables del sondeo, no considera desalentadora la cifra. Calcula él que hay entre 75.000 y 150.000 empresas españolas con interés en el exterior. "La vocación de salir debería ser algo mayor, pero la que hay no es alarmante", dice. Para De Lucio, tan importante ante el reto de la ampliación es que el 35,9% de las firmas tengan previsto mejorar calidad y servicio y que el 31,4% estén dispuestas a aumentar su esfuerzo innovador y la utilización de nuevas tecnologías.
Al capital español le atrae poco la nueva Europa. Mientras Francia invertía en 2002 1.800 millones de euros en los países de la ampliación, España sólo arriesgaba unos minúsculos 32 millones, según datos de Comercio Exterior, acogotadas las firmas españolas por el estallido de la burbuja y la crisis en América Latina. Fuera de la relativa explosión inversora del eufórico año 2000, con 1.267 millones, que ni tuvo precedentes ni los estableció, España ha estado ausente de la región. "Son países que ni son próximos, ni son grandes, ni son ricos, ni tenemos con ellos especiales vínculos", señala De Lucio para explicar la frialdad. De hecho, entre los 10 nuevos miembros de la UE sólo Polonia figura en una relación de 12 países de todo el mundo puestos en el punto de mira de la promoción por las Cámaras de Comercio de España. Polonia, con 39 millones de habitantes y una economía en alza, es el mercado por excelencia, a juicio de las Cámaras. Como socios comerciales, son Hungría, Polonia y la República Checa los que atraen las dos terceras partes de las exportaciones españolas a la región.
"El problema es que no hay empresas de bandera española en la región que arrastren a las pymes que les hacen de proveedores", explica Leyre Madariaga, responsable en Bucarest de Idom, una consultora española de ingeniería que lleva más de una década trabajando en la zona. Madariaga ha notado un aumento del interés empresarial español por los países del centro y del Este de Europa, pero de momento más orientado a operaciones comerciales de compra-venta que a la inversión. "Los otros países europeos son más dinámicos. Éste es un mercado de muchos millones de personas con creciente poder adquisitivo que habría que aprovechar. Pero estamos llegando tarde. Habrá movimiento, pero nos quedaremos en segunda división". En primera división jugarán los de siempre, con Alemania a la cabeza.
Los empresarios españoles que aparecen por allí lo hacen movidos por visiones individuales, según ha notado Madariaga, quien también subraya que no hay un interés por sectores concretos, sino que los viajeros muestran gran heterogeneidad de intereses. Ese carácter aventurero de la incursión, sin asesoría suficiente, provoca ocasionalmente chuscas experiencias, incluidos robos o estafas. Advierte Madariaga que los países de la ampliación son más cercanos mental y generacionalmente a los valores y comportamientos europeos de lo que lo puedan ser los latinoamericanos o los del Magreb. "Son países que van a pitar a corto plazo", asegura. "La UE les está dedicando mucho dinero para infraestructuras y desarrollo".
Infraestructuras, gestión medioambiental, ingeniería y consultoría son los sectores que presentan mayores oportunidades de negocio para las empresas españolas, según un estudio de las Cámaras. Pero "la mayor razón de venir aquí es abaratar costes para ser más competitivos siendo más baratos", revela Madariaga. En ello hay también una vertiente de deslocalización al amparo de los módicos costes de la mano de obra. "Es hacia donde va el mundo y donde debemos estar si queremos ser una potencia económica", dice la consultora. "No tememos a la deslocalización, que es algo natural en la lógica económica", agrega De Lucio. "Las empresas que cierran son las ineficientes".
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