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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tentaciones estivales

En ocasión del reciente pase de Nubes de verano en el Festival de Málaga, la crítica se apresuró a hablar del cine de Eric Rohmer con relación a esta película, la última y esperada de un director que, como Felipe Vega, no se prodiga mucho en los últimos años. Algo de eso hay en esta historia de entrecruzamientos afectivos entre un matrimonio que pasa un verano en la Costa Brava y dos lugareños, un cuarteto protagonista que ocupa por entero la pantalla. Lo hay en cuestiones ciertamente aparentes: en la levedad, en la casi juvenil ligereza del tono que Vega utiliza para contar este juego de atracciones fatales, pero menos.

Lo es, igualmente, por la época en que transcurre la acción, ese verano que parece siempre un dulce tiempo de espera, un remanso agradable en el que se estancan las alborotadas aguas de la vida cotidiana (esos veranos que son tan importantes en el cine de Rohmer, en títulos como Pauline en la playa, Cuento de verano, El rayo verde o La rodilla de Clara). Un tiempo que inclina a la pereza y al flirteo y, ay, también a sus consecuencias, jamás inocuas. Un tiempo, en fin, en el que cualquier ser humano parece poder trasmutarse en otro, asumir la personalidad que no posee, vivir una vida diferente..., aunque luego sus propias decisiones precipiten acontecimientos cuanto menos inesperados.

NUBES DE VERANO

Dirección: Felipe Vega. Intérpretes: Roberto Enríquez, Irene Montalà, David Selvas, Natalia Millán, Roger Casamajor, Kevin Almodóvar. Género: comedia dramática, España, 2003. Duración: 101 minutos.

Pero hay algo que tiene Nubes de verano y no, ciertamente, las películas de Rohmer, por mucho que puedan ser valoradas desde otros prismas: el uso de la ironía como herramienta para censurar, medir o exculpar a las criaturas que la propia función pone a actuar. Ni Vega ni su coguionista, el periodista y escritor Manuel Hidalgo, suelen moverse cómodos en este registro, lo cual no es, de ningún modo, un demérito: "Ganad las profundidades", recuerda Enrique Vila-Matas que escribió alguna vez Rilke, "la ironía ahí no desciende".

Lección moral

Lejos de la intención de este cronista comparar a Hidalgo y Vega con Rilke, y menos aún negarle el pan y la sal a Rohmer. Pero no cabe duda de que la ironía rohmeriana está al servicio de una lección moral (¿qué otra cosa es nuestro hombre, sino un escritor del XVIII que cambió la pluma por una cámara?) que suele dejar en muy mal lugar a los personajes, mientras que aquí estamos ante otro tipo de operaciones. Porque si algo puede exhibir Nubes de verano es justamente un respeto por sus criaturas que, sin dejar de mostrar sus debilidades, incluso de recordar (y recordarles) la lección de que hasta el acto más banal suele exigir el pago de un alto precio, se transmuta en comprensión, casi en solidaridad con sus devaneos..., una operación de humanización que los hace mucho más frágiles y, al tiempo, más cercanos.

Por lo demás, no vamos a descubrir ahora las virtudes que suelen adornar el cine de Felipe Vega, aquí tan presentes: su interés por transitar caminos propios, su elegancia para la puesta en escena (en ocasiones, casi musical), su profunda bonhomía. El por qué este hombre no hace más películas es algo que este cronista desconoce por entero, y por entero lamenta.

Los actores Irene Montalà y Roger Casamajoy, en <i>Nubes de verano. </i>
Los actores Irene Montalà y Roger Casamajoy, en Nubes de verano.
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