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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vuelve la bronca

El anterior ministro del Interior, Ángel Acebes, dedicó ayer una sarta de lindezas ("miserable", "indecente", "mediocre" e "incompetente") a su sucesor en el cargo, José Antonio Alonso, porque éste tuvo la osadía de hablar en la SER de "imprevisión política" en relación al 11-M. Es probable que la expresión de Alonso no sea un modelo de prudencia para referirse al mayor atentado terrorista habido en este país, pero él mismo la matizó luego en el sentido de excluir cualquier responsabilidad del Gobierno del PP. Que Acebes reaccionara 24 horas después con tamaña agresividad sólo puede explicarse como un intento deliberado de montar bronca, de acuerdo con una larga experiencia del PP, en el Gobierno y en la oposición. Las hemerotecas son a este respecto un insobornable testigo de cargo.

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Acebes llama "miserable" a su sucesor por decir que hubo "imprevisión" antes del 11-M

A partir del atentado de Casablanca, en mayo de 2003, los servicios de seguridad españoles y de otros países incluyeron al nuestro entre los objetivos posibles del terrorismo islamista; esa posibilidad se reforzó tras la difusión de un vídeo con amenazas de Bin Laden en el que citaba a España. A posteriori, los expertos han reconocido que se infravaloraron algunos indicios, y sugerido que habrá que reforzar los efectivos y medios destinados a combatir ese nuevo terrorismo. Es más, los ciudadanos esperan iniciativas concretas a este respecto. Cabría pedirle al nuevo ministro una mayor matización, pero lo que dijo -en respuesta a una pregunta sobre si la policía estaba preparada para el nuevo desafío- no fue muy distinto de lo que han venido diciendo esos expertos en los medios de comunicación, sin que nadie se haya rasgado las vestiduras.

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Acebes atribuyó a su sucesor intenciones que van mucho más allá de lo que realmente dijo y, después de calificar sus declaraciones como "una vileza", aprovechó el viaje para acusarle de no saber nada de lucha antiterrorista -desconocíamos que él fuera un experto antes de llegar al ministerio- y de haber desviado la responsabilidad de los terroristas hacia el Gobierno. Habría sido muy grave si el ministro hubiera hecho esto último, pero tal cosa sólo ha ocurrido en la cabeza de Acebes. Su apelación al Pacto Antiterrorista resulta improcedente: es el propio Acebes, secretario general adjunto del PP, quien magnifica el asunto, poniendo la búsqueda de rentabilidad política por delante de la deseable unidad de criterio entre los partidos firmantes del Pacto Antiterrorista.

Hay en ello una continuidad con otras actitudes del PP y también con iniciativas recientes del ex presidente Aznar: desde la desclasificación de los papeles del servicio secreto para salvar el honor del Gobierno, a las graves acusaciones contra el presidente Zapatero de que el repliegue de las tropas de Irak tras el 11-M avala "el valor del asesinato como herramienta para conseguir objetivos políticos". Ésta sí es una muy grave acusación. La reunión del pacto prevista para la próxima semana debería servir para pedirse y darse las explicaciones que hagan falta y reafirmar el compromiso de no hacer de la cuestión terrorista eje de confrontación entre los dos grandes partidos. El PP debe demostrar que está dispuesto a poner en práctica desde la oposición la lealtad que tanto invocaba desde el Gobierno.

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