"Nuestra esencia es trasladar la investigación a la cama del enfermo"
Julio es la fecha prevista para que finalicen las obras del edificio que albergará el Centro Superior en Alta Tecnología Científica para la Investigación en Biomedicina y Trasplantes de Tejidos y Órganos de la Comunidad Valenciana (CSAT) impulsado por la Generalitat. Al frente del complejo está Rubén Moreno cuya trayectoria conjuga la investigación -participó en Estados Unidos en los primeros experimentos en terapia génica- con la gestión -fue alto cargo de la Consejería de Sanidad en la primera legislatura de Eduardo Zaplana, y responsable del Insalud con Celia Villalobos.
Pregunta. ¿Cuál será la seña de identidad del CSAT?
Respuesta. La investigación en medicina regenerativa y la generación de nuevos fármacos. A partir de embriones congelados, obtendremos células madre para investigar con ellas en la creación de tejidos y órganos y en el futuro sustituir el trasplante tradicional.
Habría que explicar más la clonación terapéutica, pero no debe suponer grandes problemas éticos
No me cabe duda de que seremos los primeros en derivar líneas celulares
P. ¿Y respecto a los fármacos?
R. Este programa está orientado a identificar dianas moleculares. Buscamos proteínas, que son la base de determinadas enfermedades, frente a las cuales desarrollar moléculas con el ánimo de interferir en el mecanismo que produce la enfermedad. El objetivo es desarrollar estas moléculas y trasformarlas en fármacos. Una tercera parcela la ocupará el área de biomedicina, en la que se integrará el Instituto de Investigaciones Citológicas y otros grupos que trabajarán en biología del cáncer, neurobiología y patología de la inmunidad, básicamente.
P. ¿Cómo se reflejará esta investigación en los pacientes?
R. Hay muchos centros que empiezan a hablar ahora de investigación traslacional. Nacieron para investigar mecanismos básicos: causas genéticas de la enfermedad, alteraciones en proteínas... y en los últimos años están reorientando esta actividad para que repercuta en los pacientes. El CSAT nace desde su concepción con ese objetivo. Por eso no nos centramos en una enfermedad, sino en trasladar toda la investigación a la cama del enfermo. Esa es nuestra esencia y no creo que haya otro centro (el grado de éxito ya lo veremos con el tiempo) que desde su concepción esté orientado como éste.
P. Están definidos los responsables de las tres áreas?
R. No.
P. Juan Carlos Izpisúa, investigador del Instituto Salk de California, podría dirigir el centro de medicina regenerativa de Barcelona, mientras Bernat Soria estaría al frente del de Sevilla ¿habrá algún fichaje estrella?
R. Preferimos contar con gente de 30 a 40 años con gran capacidad de trabajo, no nos movemos con grandes nombres. Queremos tener a la gente que está trabajando en los laboratorios de forma muy intensa. Obviamente, estas personas [Soria e Izpisúa] lo hacen, pero hay gente tan buena como ellos que no tiene su popularidad y está haciendo unos trabajos impresionantes. Buscamos un equilibrio entre gente que lleva ya cierto tiempo en la investigación y personas muy jóvenes que están publicando en Science o Nature. La colaboración con Juan Carlos Izpisúa, que es un buen amigo, es absolutamente necesaria porque trabajan fundamentalmente en biología del desarrollo y contamos con grupos que están investigando en ese campo.
P. ¿La unidad de células madre de Valencia estará a la altura de la de Barcelona o Sevilla?
R. Como mínimo al mismo nivel. No voy a discutir quién trabaja más o menos. Sólo digo que la investigación no la hacemos en los medios de comunicación, sino en los laboratorios y no les tendremos nada que envidiar. Si hay alguien capaz ahora de derivar líneas celulares embrionarias en este país es el grupo que se va a incorporar al CSAT a partir de septiembre, dirigido por Carlos Simón, responsable de la Fundación del Instituto Valenciano de Infertilidad.
P. ¿Serán los primeros en producir líneas en España?
R. A mí no me cabe la menor duda. Pero tampoco pretendo ser el primero en esto ni en casi nada. Es el único equipo capaz en este momento. Están derivando células ahora y lo han hecho con embriones triploides (con más de dos copias de un genoma), en condiciones de trabajo muy exigentes y con éxito. Los demás no sé si son capaces, sin menospreciar a nadie. El CSAT estará y está en primera línea en esta parcela.
P. ¿Hay alguna investigacion prioritaria en medicina regenerativa?
R. Nuestra primera meta es derivar líneas celulares y sobre eso empezar a trabajar. Entre los problemas susceptibles de ser tratados con terapia celular la diabetes es fundamental, por lo que será un área en el que el centro se concentrará. Hay grupos que ya están trabajando sobre piel y en otras áreas a través de los hospitales que se van a incorporar como unidades asociadas: el Doctor Peset en trasplante renal; La Fe en médula ósea y trasplante hepático y el Hospital General de Valencia en cirugía cardiaca. La posible generación de órganos a partir de células madre, aunque sean inicialmente muy rudimentarios, es uno de los objetivos fundamentales.
P. Hasta ahora se puede trabajar con células madre de embriones congelados, ¿lo harán con células obtenidas por clonación terapéutica?
R. El CSAT estaría en condiciones de trabajar en esta y cualquier otra área porque es un centro de referencia nacional. Que lo hagamos o no dependerá de la legislación. Creo que habría que explicar la clonación terapéutica científicamente algo más. Poder usar una célula de uno mismo para crear células madre de las cuales derivar un tejido para substituir otro alterado es una posibilidad que probablemente haya que contemplar en todo el planeta y no a demasiado largo plazo. En el fondo, se trata de reprogramar la célula con un óvulo para generar células de tipo embrionario capaces de generar un tejido. Y si no lo hacemos por otra vía que no sea la transferencia nuclear, es porque todavía no sabemos. Me parece que no debe representar grandes problemas éticos. Pero no es a mi a quien compete resolverlo, sino a la Administración del Estado .
Un nuevo modelo
El CSAT nace con una importante diferencia respecto a los grupos de investigación tradicionales: su intención de llegar hasta la fase de experimentación preclínica. Es decir, hasta las últimas etapas de desarrollo del medicamento, justo hasta el punto en el que la industria farmacéutica se ocupe de su experimentación clínica, bien mediante la venta de las licencias sobre las moléculas o bien mediante la explotación conjunta de los fármacos. De esta forma, comenta Rubén Moreno, todos saldrán ganando. Por una parte, la industria, ya que contará con compuestos de eficacia probada y no perderá dinero en las fases de experimentación iniciales. Pero también el CSAT, ya que las posibilidades de retorno de beneficios serán mayores. Moreno explica que se impulsará la participación de los investigadores en el capital social de las empresas que desarrollen sus compuestos y muestra su esperanza de que el centro dé pie a un parque científico-industrial del tipo que ha florecido en California o la Costa Este estadounidense en torno a los institutos nacionales de salud: "un cinturón de empresas que alimentan y se alimentan del centro".
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