Las autoridades bursátiles británicas abren su propia investigación por los datos sobre las reservas de Shell
La comisión del mercado financiero (Financial Services Authority) del Reino Unido confirmó ayer que se había abierto su propia investigación sobre las tres revisiones a la baja de las reservas petroleras que Shell ha realizado en los últimos meses. Las autoridades británicas se suman a las estadounidenses en la misma investigación, aunque en EE UU la cuestión ha ido ya mucho más lejos, y es el Departamento de Justicia el que más está metiendo las narices en el caso, ante la sospecha de fraude y manipulación por parte de la empresa.
La situación de Shell es delicada y la crisis que se ha desatado en torno a la contabilización (errónea o fraudulenta) de las reservas ya ha costado el puesto al presidente, Phil Watts, y a dos altos cargos, los responsables de las áreas de Exploración y Producción y Financiera. Al parecer, y aún no se sabe cómo, la compañía logró maquillar durante un año el hecho de que sus reservas petroleras habían caído en torno a un 20%. La cifra equivale en el caso de esta compañía, la segunda mayor de Europa (a punto de dejar de serlo), a unos 4.000 millones de barriles de petróleo. Una cifra descomunal que pone en peligro la continuidad de la propia petrolera. No obstante, Shell es aún una compañía con mucho potencial, lo que explica que pese a todo, la petrolera sólo haya perdido un 0,33% de su valor en la Bolsa de Amsterdam y un 2,7% en la de Londres, en lo que va de año.
La salida de Watts en febrero supuso el destape definitivo de la crisis. Las autoridades, tanto estadounidenses como británicas, comenzaron a urgar en los datos de la petrolera, mientras que internamente, ésta se revolvía en busca de una salida al atolladero. Una compañía petrolera que no puede garantizar que tendrá crudo que extraer en el futuro está en vías de extinción, por lo que se cree que el nuevo presidente de Shell, Jeroen van der Veer, emprenderá una agresiva política de expansión del negocio de exploración y producción de hidrocarburos. Los cambios pueden llegar a afectar al modelo de administración que la compañía ha mantenido por 100 años, es decir, a acabar con la gestión compartida entre británicos (40% del grupo) y holandeses (60%).
Añadido a esto, las agencias de calificación financiera Moody's y Fitch han revisado a la baja la solvencia financiera de la compañía.
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