La mitad de la policía iraquí ha desertado o se ha pasado a los rebeldes
Bremer intenta recuperar a antiguos miembros del partido Baaz para atraer a la minoría suní
Uno de cada 10 nuevos miembros de la joven policía iraquí trabaja en realidad para los rebeldes que luchan contra la ocupación. Por primera vez, un mando militar de la coalición ha reconocido que gran número de insurgentes se han infiltrado en la policía y, peor aún, otros muchos abandonan estas fuerzas de seguridad después de haber recibido entrenamiento. EE UU estudia mecanismos de "filtrado" de la policía para detectar a los rebeldes y se dispone a reconocer que el despido de militares y civiles del partido Baaz, que dirigía Sadam, hace un año fue un error que debe ser corregido.
Aunque no sorprende la confirmación de que los insurgentes están infiltrados en la policía iraquí, un mando militar ha dado porcentajes sumamente elevados. En una entrevista en la BBC, el general de brigada Martin Dempsey reconoció que sólo el 50% de las personas entrenadas para formar parte de la policía cumplen ese trabajo de la manera prevista, es decir, apenas uno de cada dos asume su labor de protección de la seguridad y lucha contra la insurgencia.
La otra mitad se reparte de esta manera: "En torno al 40% de ellos se marchan y dejan el trabajo, y el 10% trabaja en realidad en contra de nosotros", reconoce Dempsey. De esta manera, EE UU acaba entrenando a individuos que inmediatamente pasan a trabajar o a luchar contra la ocupación.
A esta paradoja se suma el reconocimiento de un error. La Casa Blanca parece aceptar que se equivocó al despedir a los militares y miembros del partido Baaz de Sadam Husein. Cuando Paul Bremer asumió su cargo en Bagdad como administrador civil del país, implantó las primeras medidas que le habían dictado en Washington: disolver los estamentos militares heredados del régimen anterior y despedir a cualquier trabajador afiliado al partido de Husein.
"Esas decisiones que tomamos hace un año han empeorado la situación sobre el terreno", reconoce un alto cargo del Gobierno de EE UU citado por The Washington Post. Los artífices de esa política buscan ahora la manera de invertir la decisión para dar trabajo a cientos de miles de profesionales, desde médicos hasta profesores, al tiempo que intentan localizar a antiguos mandos militares cuya incorporación puede ayudar a sosegar algunos brotes de insurgencia.
El cambio aperturista podría servir para implicar a la poderosa minoría suní en la reconstrucción del país y tratar de frenar la violencia en el triángulo geográfico en el que mayor poder ejerce. Fuentes del Gobierno de EE UU reconocen que aquellas decisiones han jugado en contra de la "reconciliación" porque han creado una bolsa de cientos de miles, si no millones, de individuos desempleados y resentidos. "Irak tiene una minoría suní ampliamente marginada. Cuanta más gente saquemos de esa lista de relegados, más se implicará políticamente esa comunidad", dice un alto cargo de la coalición.
El enviado de la ONU a Irak, Lakhdar Brahimi, criticó la semana pasada la marginación de la minoría suní, que controlaba el país en la etapa anterior a pesar de representar sólo a un 30% de la población iraquí. En contrapartida, su posible regreso a la vida política puede asustar a la población chií, temerosa de que los antiguos opresores vuelvan a acaparar posiciones de poder.
La nueva doctrina puede estar lista esta misma semana. Sean McCormack, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, ha reconocido con cierta ambigüedad que su Gobierno está "revisando la implantación de una política que equilibre el deseo de dar trabajo a los residentes experimentados con la necesidad de ser justos". La primera medida, según el Post, permitirá volver a contratar a 11.000 profesores despedidos después de la caída de Sadam Husein por su pertenencia al partido Baaz.
La coalición intenta identificar a los ex militares con un "historial limpio" que puedan ser contratados para volver a llevar uniforme. Esa labor es más complicada porque, de nuevo, puede convertirse en un sendero para la infiltración de insurgentes. El máximo responsable del despliegue militar en Irak, el general John Abizaid, ha confirmado ya el acercamiento a antiguos altos mandos del Ejército iraquí.
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