La teoría económica del terrorismo

CON EL NUEVO MILENIO ha llegado a la civilización occidental una nueva fase de terrorismo en red. Un terrorismo de naturaleza política, que va dirigido contra ciudadanos civiles y que multiplica un clima de temor extremo. El fenómeno arrastra una gran carga emocional y su análisis político queda, en muchas ocasiones, contaminado por el resentimiento y deformado por el odio. La economista norteamericana Loretta Napoleoni, que estudia la patología del terrorismo en la London School of Economics, ha entendido que la economía ofrece una herramienta más científica para el estudio del terror organizado. Y ha escrito sobre ello el muy interesante libro Yihad. Cómo se financia el terrorismo en la nueva economía (editorial Urano).

La economía del terror supera los 1,5 billones de dólares. Preguntado un conocido economista sobre qué pasaría si se retirase del sistema esa cantidad, admitió que ello sumiría a las economías occidentales en la depresión

Para Napoleoni, vivimos en lo que denomina Nueva Economía del Terror (NET), un proceso que genera a su alrededor 1,5 billones de dólares (una cifra, por ejemplo, dos veces mayor que el PIB del Reino Unido); que triplica el total de líquido en circulación del dólar, y que sigue creciendo, en algunos momentos de forma exponencial. De esa NET forman parte, además del tráfico de drogas, el petróleo, las armas, las piedras preciosas y los seres humanos; las donaciones que bancos respetables y otras organizaciones financieras canalizan, muchas veces creyendo que son destinadas a organizaciones exclusivamente humanitarias. Al Qaeda, que ha devenido en una red terroristas mundial, tiene muchas complicidades objetivas en Occidente. "Estas complicidades alcanzan hasta a los sacrosantos bastiones del capitalismo mundial, como Wall Street, la City londinense, los magnates financieros de Hong Kong y el mundo subrepticio de la hawala [dinero que trabaja fuera de los circuitos financieros tradicionales] en Arabia Saudí y el Sureste asiático". La NET es interdependiente de la economía de mercado occidental, y, al mismo tiempo, está en tensión constante con ella.

Según Napoleoni, la NET es un producto típico de la globalización, que ha hecho posible progresos económicos o cambios sociales avanzados, pero también ha dado facilidades al entramado de movimientos terroristas y al perfeccionamiento de la economía del terror. Las privatizaciones, la desregulación, la caída de las fronteras, la libertad de movimientos de capitales, los progresos tecnológicos que han hecho avanzar la productividad..., todo eso ha sido aprovechado y adoptado al mismo tiempo por la economía del terror aplicando una variante macabra del ju-jitsu geopolítico. O dicho de otro modo: los puntos fuertes de la economía legítima se han convertido en espadas de doble filo. A no ser que la globalización se controle: se gobierne.

El libro describe las diferentes etapas de la NET: las guerras por poderes de la guerra fría, el patrocinio de grupos armados desde el extranjero, la privatización del terror o el nacimiento de Estados embrión (en los que las organizaciones armadas suplantan la infraestructura económica propia de un Estado que no existe políticamente como tal). La etapa actual es la de yihad moderna, que se nutre de una red de economías dirigidas por Estados islámicos, Estados embrión y organizaciones armadas; sus medios de vida son numerosos y van desde las empresas legítimas hasta los tráficos delictivos. En el núcleo de la organización y difusión de este terrorismo en red, Napoleoni insiste, con información abrumadora, en el papel decisivo de Arabia Saudí y Pakistán, dos de los actuales aliados de EE UU.

La NET sugiere que el primer paso en la lucha contra el terrorismo consistiría en identificar sus canales de interacción con la economía de mercado, cerrarlos e interrumpir sus métodos de integración en el capitalismo. Esta decisión incumbe a los Gobiernos. ¿Hay voluntad política para hacerlo? Este libro duda de ello: "Cuando pregunté a un conocido economista qué pasaría si se retirase bruscamente del sistema toda esa liquidez, admitió que ello sumiría a las economías occidentales en una profunda depresión".