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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Clarín y sus mundos breves

NARRATIVA BREVE (OBRAS COMPLETAS, III)

Leopoldo Alas, 'Clarín'

Edición de Carolyn Richmond

Nobel. Oviedo, 2003

1.032 páginas. 40 euros

Aventura que en principio empezó hace ya más de medio siglo, cuando un entonces joven catedrático de literatura española en la Universidad de Oviedo, José María Martínez Cachero, maestro durante generaciones y hoy jubilado emérito que sigue en la brecha, tropezó a principios de los años cincuenta con la figura y obra de Clarín, entonces en sus horas más bajas en el recuerdo colectivo, pese a los esfuerzos de Adolfo Posada, Mariano Baquero Goyanes y Gonzalo Sobejano después. Leopoldo Alas (Zamora, 1852-Oviedo, 1901), ovetense de raíz y vida entera, había pasado a la historia como un crítico polémico, incómodo aunque modélico y riguroso, mal entendido como el gran narrador que fue y autor, en medio de sus grandes peleas, de un puñado de relatos excepcionales, pero no como una de las fuentes primordiales -pese a su rescate entre los del 98- de la modernidad literaria española. En aquellos años del oscuro franquismo su nombre circulaba poco y siempre en medio de oscuras incomprensiones, aunque se iría abriendo paso hasta verse proyectado al final al puesto central de nuestra historia cultural y literaria.

Martínez Cachero trabajó los

Al menos, esta reciente edición, fijada en sus textos por Ediciones Nobel, nos permite la lectura del más profundo de los estudios que Carolyn Richmond ha dedicado a los cuentos y novelas cortas de Clarín, que además completa la introducción que en el año 2000 les dedicó en la ya citada edición de los Cuentos completos de Alfaguara, que sigue siendo la más integradora hasta hoy. En su estudio preliminar, la hispanista norteamericana, que ya se venía ocupando de Clarín desde hacía más de un cuarto de siglo, estudiaba cada uno de sus textos de manera individual y con un gran detenimiento. En esta nueva ocasión, profundiza más en sus análisis en un largo texto -80 páginas en gran formato- dividido en dos grandes partes, "escrituras" (donde se aborda el material desde su interior, "desde dentro") y "lecturas", en el que se hace lo mismo pero "desde fuera", desde el punto de vista del lector. El resultado, desde el mío, es de lo más completo y profundo que he leído sobre el tema.

Otro punto final, que se refiere al lugar de los "cuentos" (o "novelas cortas", o fragmentos completos o inacabados, pues Clarín no distinguió entre los géneros que "practicaba") en el "canon" de nuestra literatura o en el suyo particular. Todo libro de cuentos es siempre una antología. No hay en realidad "libro" de cuentos propiamente dicho considerado como una "obra" en sí, sino un conjunto de "obras" sueltas, una colección siempre "selecta" o "seleccionada", aunque lo haya sido por su propio autor. En el caso de Clarín la cosa se complica todavía mucho más, pues tocó todos los temas -costumbristas, satíricos, amorosos, morales, sociales, fantásticos y hasta psicológicos- y de todas las épocas. Ni siquiera las cinco colecciones que publicó en vida -Pipá, Doña Berta, Cuervo y Superchería (tres novelas cortas), El Señor y lo demás, son cuentos, Cuentos morales y El gallo de Sócrates, el mismo año de su muerte- se libran de este desorden interior, que afecta mucho más a todas las publicaciones, tanto anteriores (pues publicó cuentos en libros de artículos y críticas) como posteriores, empezando por los recuperados en Doctor Sutilis, y yendo hasta sus dos capítulos en el folletín colectivo de Las vírgenes locas, y otras recuperaciones hasta ahora mismo. No es posible ordenar este desorden universal, que afecta sobre todo al mundo del cuento y en las letras universales. Se pueden canonizar los cuentistas, o algunos cuentos particulares pero no el mundo en general de los cuentos, porque cada cuento es (o puede ser) un mundo, o el mundo, y al final lo único que podemos hacer es ponernos nosotros mismos en orden para entrar como debemos en ellos.

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