Cambio climático: toda la humanidad es responsable
En los últimos 200 años de actividad industrial hemos incrementado en un 50% la concentración atmosférica en gases de efecto invernadero. Los niveles actuales de dióxido de carbono (CO2 ) en el aire -372 partes por millón- son más altos que en cualquier periodo de los últimos 420.000 años. Prácticamente ningún experto duda de que el incremento de temperatura, de algo más de medio grado de la superficie de la Tierra, es debido a la actividad humana, igual que la subida de 20 centímetros del nivel medio del océano. Los hielos del Ártico se han reducido un 40% en las últimas décadas, prácticamente todos los glaciares están en recesión, en los cinco años más calientes conocidos han ocurrido desde 1991.
Esta lista incompleta de valores medidos de ciertos parámetros que indican el estado del clima no es más que el principio de una tendencia que desgraciadamente no augura un buen futuro. Todo parece indicar que lo que nos espera será peor que lo que ya hemos pasado, a pesar de los esfuerzos mundiales de la ONU con su Convención Marco sobre Cambio Climático (UNFCCC en sus siglas en inglés) y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), los acuerdos de reducción de emisiones de Kioto y cualquier otro esfuerzo que no concluya con un convencimiento, por parte de toda la humanidad, de que se está hablando de algo muy serio y que tiene impacto en toda la Tierra, sobre todos los seres vivientes, incluyendo la especie humana. En la revista Science del 9 de enero de 2004, David A. King asesor científico del Gobierno de SM británica, se atreve a decir: "En mi opinión, el cambio climático es el problema más grave con el que nos enfrentamos hoy, más serio incluso que la amenaza terrorista".
A finales del año pasado, tuvieron lugar en la Universidad de las Islas Baleares, UIB, las Jornadas sobre Ingeniería del Medio Ambiente organizadas por la Real Academia de Ingeniería. Las tres sesiones de conferencias se dedicaron a tratar sobre cuales son las soluciones que propone la ingeniería para resolver los problemas ambientales creados por la actividad humana en las fuentes, recursos y sumideros.
En la sesión dedicada a los residuos gaseosos se habló del cambio climático y de las posibles alternativas de producción de energía, algunas muy sugerentes, para reducir estos residuos. Pero lo que quedó muy claro es que no hay ingeniería posible para resolver el problema fundamental, el crecimiento demográfico, responsable primero y último de la insostenibilidad. Como decía el famoso biólogo Garret Harding, autor de Tragedy of the Cosmos, "La especie humana vista en su conjunto, ha sido un desastre para la Tierra".
Hace falta una concienciación colectiva del problema porque el cambio climático nos afecta a todos por igual, no entiende de fronteras, aunque países como Estados Unidos sean responsables del 25% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero cuando sólo representa el 4% de la población.
No vale decir que se requiere más investigación para entender la complejidad del sistema del clima. Aun siendo cierto que esta investigación ayudará y que el mercado, como dice el Gobierno Bush, será el que incentivará las acciones voluntarias para solucionar parte del problema, lo cierto es que hoy se sabe suficiente del mismo como para acordar medidas internacionales urgentes. Se requieren decisiones políticas basada en evidencias científicas, y hay muchos actores de este escenario que creen firmemente que el tiempo de tomar estas decisiones es precisamente ahora.
Hace unos días fui invitado al Acto de Investidura como Doctor Honoris Causa de la UIB, del Premio Nobel de Medicina Jean Dosset. Durante muchos años ha sido Presidente del Movimiento Universal de la Responsabilidad Científica cuya estrategia es precisamente aceptar la responsabilidad de cara a las aplicaciones de la ciencia ayudando a que la sociedad sea capaz de adaptarse a las nuevas situaciones emergentes. De hecho, el profesor Dosset en su interesante discurso se preguntaba si el aumento progresivo de la temperatura "será compatible con la vida humana" y acerca de "las condiciones en que vivirán nuestros nietos en 2100", y añadía: "Lo que si es cierto es que comportará una grave crisis de adaptación del conjunto de la humanidad". Para Dosset "el hombre ya no ha de estar sometido al destino sino que puede orientarlo con lucidez. Con todo lo que sabemos, seríamos bien culpables si no escogiéramos la vía de la cordura".
Andrés Ripoll es académico de la Real Academia de Ingeniería y de la International Academy of Astronautics.
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