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Reportaje:LOS NUEVOS SOCIOS / HUNGRÍA | LA EUROPA DE LOS 25

Paz económica y crispación política en Hungría

Un museo de Budapest sobre los crímenes fascistas y comunistas centra un tenso debate social

Hungría se prepara para entrar en la UE con la estabilidad política prendida con alfileres. Las últimas encuestas dan un apoyo del 32% al Gobierno socialista de Peter Medgyessy frente al 50% de los conservadores del Fidesz. Este país, de 10 millones de habitantes, ha sido considerado uno de los mejor preparados económicamente de cara a su ingreso en la Unión; pero en el terreno político sufre el mal de la crispación, y el símbolo de ese enfrentamiento está en el número 60 de la avenida Andrassy, los Campos Elíseos de Budapest, en un museo sobre los horrores de la historia reciente de este país.

Decorada con una enorme marquesina negra, La Casa del Terror ocupa un edificio que albergó primero la sede de los fascistas húngaros, los Flechas Cruzadas, que participaron junto a los nazis en el asesinato de 400.000 judíos en 1944, y que luego fue utilizado hasta 1956 por la siniestra policía secreta comunista.

Su directora es la historiadora Maria Schmidt, ex asesora principal del primer ministro conservador Viktor Orban, ahora líder de la oposición. Fue inaugurado en febrero de 2002 con un ceremonia en la que participaron miles de ciudadanos en medio de encendidas críticas de la izquierda. Con la llegada al poder de los socialistas en abril de ese año, contra todo pronóstico, intentaron reducir el presupuesto del museo y, según Schmidt, cerrarlo.

"Es cierto que se convirtió en el tema principal de la política húngara", asegura la directora. "Se ha producido una gran discusión en torno al museo y es muy importante poder hablar libremente sobre un pasado tan terrible. Han aparecido 3.500 artículos en la prensa. Hemos empezado a discutir cuestiones importantes".

El profesor Laszlo Karsai, catedrático de la Universidad de Szeged y uno de los grandes expertos húngaros en el Holocausto, ha sido uno de los intelectuales que con mayor contundencia se han pronunciado contra esta institución: "Es una exhibición política. La doctora Schmidt tiene una visión muy clara de la historia de Hungría. Su objetivo es minimizar el papel de la deportación y expoliación de cerca de 437.000 judíos en 1944: la inocente, ocupada Hungría, y los inocentes húngaros. Los ocupantes extranjeros, con unos pocos colaboradores, lo hicieron todo. El mensaje es claro: sólo un colaborador puede votar socialista".

"El pasado sirvió para catalizar el futuro", escribe Timothy Garton Ash en su Historia del presente, donde recuerda que el Telón de Acero empezó a resquebrajarse en Hungría cuando, el 16 de junio de 1989, se celebró un masivo entierro de Imre Nagy y de otros héroes de la revolución contra el régimen comunista de 1956, que fue aplastada por los tanques soviéticos. Uno de ellos está expuesto en la entrada de La Casa del Terror, un museo moderno e interactivo, que recibe unos 1.000 visitantes cada día.

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Muchos ciudadanos creen que la entrada en la UE servirá para curar las heridas de la historia húngara. Krisztina Furbusz, de 66 años, una maestra jubilada, resume este sentimiento: "He vivido demasiadas cosas. Tengo la esperanza de que el ingreso sea muy bueno para mis nietas". Zoltan, de 67 años, el sabio vigilante de la bellísima sinagoga de Szeged, en el sur del país, afirma sobre el 1 de mayo: "Esta vieja Europa ha sufrido tanto que merece vivir en paz y unida".

Pocos países de los nuevos socios -salvo los Bálticos- tienen tantos recuerdos de su pasado: además de La Casa del Terror, un parque de las afueras de Budapest reúne gigantescas estatuas comunistas y, en marzo, coincidían en la capital una exposición sobre la arquitectura socialista y otra sobre el samizdat, las publicaciones clandestinas.

El Partido Socialista Húngaro (MSZP), los antiguos comunistas, gobierna con el apoyo de la Alianza de Demócratas Liberales (SZDSZ), de tradición europeísta. La mayoría es pequeña, 198 escaños frente a 188 de la oposición conservadora de la Federación de Jóvenes Demócratas (FIDESZ), de Viktor Orban, y los socialistas corren el peligro de quedar minoría, con sus 178 escaños, por sus desavenencias con los liberales. La munición que se utiliza es de grueso calibre, mientras, según observadores de la política húngara, el partido de Orban compite a veces con la extrema derecha en su discurso populista y antieuropeo. El nacionalismo y los ataques contra el origen comunista del

MSZP son frecuentes. Una victoria conservadora en las europeas de junio llevaría a una moción de censura que los socialistas tienen posibilidades de perder.

István György Tóth, director general de Tárki, un centro de estudios sociales, reconoce que la crispación ha sido muy elevada desde los comicios de 2002. "En Hungría hay una enorme tensión política porque los dos partidos principales intentan extenderse hacia la extrema izquierda y la extrema derecha. En 2002, los resultados fueron estrechos y, dado que la mayoría era de sólo diez diputados, la tensión prosiguió".

El museo La Casa del Terror, en el número 60 de la avenida Andrassy de Budapest.
El museo La Casa del Terror, en el número 60 de la avenida Andrassy de Budapest.G. A.

El cáncer del antisemitismo

Uno de los principales reproches que se han hecho a La Casa del Terror es la enorme desproporción que hay entre el tratamiento del holocausto en Hungría (dos salas) frente a los horrores del comunismo, que ocupan todo el resto del museo. María Schmidt se defiende al señalar que estos ataques "provienen de un error porque está a punto de abrir en Budapest un museo sobre el holocausto, cuya misión será contar aquella tragedia". Es verdad que este museo va a inaugurarse en breve en una antigua sinagoga, pero algunos tienen una lectura muy diferente. "Denota una voluntad de separar el holocausto de la historia y de la sociedad húngaras", ha escrito el intelectual judío Janos Kobanyai.

Se pregunte a quien se pregunte, judíos o gentiles, todo el mundo da la misma respuesta cuando se interroga sobre la existencia de antisemitismo en Hungría: un rotundo sí. Este país alberga una comunidad de 100.000 judíos. El sociólogo István György Tóth señala: "Existe, sin duda, y llega a la agenda de vez en cuando, pero es mucho más importante en la discusión de los políticos e intelectuales que en la mayoría de la sociedad". El profesor Laszlo Karsai tiene una opinión similar: "De acuerdo con una encuesta reciente, entre el 15% y el 20% de la población puede ser considerada antisemita". La brutalidad que alcanza el discurso antisemita en la ultraderecha es difícil de imaginar en Europa occidental y, sobre todo, en un país que sufrió la Shoah. En un reciente mitin ultra, el escritor Kornel Dobrentei vomitó la siguiente frase: "El holocausto fue perpetrado por una minoría satánica frente al pueblo húngaro". La protesta de la Unión de Escritores Húngaros fue rotunda; pero este tipo de exabruptos públicos no son infrecuentes.

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