El arte de la política

Los filósofos y pensadores del mundo clásico demostraban un gran sentido común al diferenciar el grado de sabiduría que se podía encontrar en una persona. Dichos filósofos insistían con frecuencia en la habilidad propia del político o dirigente de la sociedad: la solertia, es decir, la visión sagaz del juicio sensato, que, como indicó Aristóteles, es la facultad de afrontar objetivamente la realidad, con una mirada abierta y ponderada ante lo inesperado.

Pues bien, esta facultad brilla por su ausencia en el ámbito político actual, donde la coherencia o la reflexión carece de importancia, dando realce a la ambición mezquina y voraz que cada cual pueda adjudicarse: ya sea detrás de una interesada pancarta, con declaraciones "políticamente correctas" o mintiendo descaradamente. Debido a esta ausencia de criterios sólidos, nuestros dirigentes podrían replantearse su función... ¿pública?, y devolver a la política su condición de verdadero arte, a base de un trabajo serio y bien hecho.