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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Estar al loro

Hay muchas películas interesantes pero de apariencia modesta que suelen pasar inadvertidas para el espectador, a pesar de las buenas críticas que hayan podido merecer. Se ha contado esta semana que un crítico malagueño no pudo ver la argentina Cleopatra la noche en que se desplazó a la sala de cine ya que era el único cliente, y le dijeron que para proyectar la película hacían falta al menos dos espectadores. Se quedó, pues, in albis. Y estamos hablando de una obra del director Eduardo Mignogna y la actriz Norma Aleandro, bien conocidos y apreciados entre nosotros. Lógicamente, Cleopatra desaparecerá pronto de la cartelera de esa ciudad. Ocurre con cierta frecuencia. No es de extrañar, por tanto, que los pocos distribuidores independientes que aún quedan en nuestros lares se muestren desanimados. No pueden competir con el aparato publicitario de las grandes marchas y sus productos son engullidos por los títulos de moda.

Estas películas, que parecen modestas aunque no lo sean en sus planteamientos artísticos, suelen programarse en los festivales de cine, pero eso no les supone una garantía automática de éxito, ni aun habiendo recibido premios. Así lo comenta el director Antonio Isasi-Isasmendi en su libro Memorias tras la cámara (Ocho y Medio), en el que se refiere a otros muchos detalles de su vida profesional en un personal ajuste de cuentas. Retirado voluntariamente del cine hace ahora 16 años tras haber logrado éxitos tan populares como Estambul 65, Las Vegas, 500 millones o El perro, y de haber realizado películas tan interesantes como El aire de un crimen, la última de su carrera hasta ahora, Isasi se desengañó de las peleas que es obligado sostener para que las películas tengan en la cartelera el mismo trato que las que vienen precedidas de campañas publicitarias sólo asequibles a los poderosos. Al cabo del tiempo, sin embargo, cuando esas películas se ven en televisión, obtienen un éxito inesperado (aunque no todas: hay míticas palmas de oro de Cannes que permanecen ignoradas porque los programadores de nuestras teles no se atreven con ellas). A veces ocurre en el programa Versión Española, donde se descubren películas que pasaron por las salas sin pena ni gloria.

Leonardo Sbaraglia y Natalia Oreiro, en <i>Cleopatra</i>, de Eduardo Mignogna.
Leonardo Sbaraglia y Natalia Oreiro, en Cleopatra, de Eduardo Mignogna.

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