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Reportaje:

Ciudadanos de ninguna parte

El regreso del medio millón de palestinos residentes en Siria es clave para un acuerdo de paz en Oriente Próximo

Jorge Marirrodriga

La bandera del Partido Árabe Socialista (Baaz) y la de Palestina son iguales. El símbolo está casi siempre a la vista de los sirios en los cientos de retratos de los presidentes Assad (padre e hijo) distribuidos por la capital. Es el recordatorio permanente del conflicto con Israel; la bandera y los 435.000 refugiados palestinos que viven en Siria -un 2,3% de su población-, llegados en diferentes oleadas en las sucesivas guerras árabe-israelíes, aunque también al menos 60.000 lo han hecho por problemas en otros países árabes donde se habían refugiado. Son una de las claves en un hipotético acuerdo de paz.

"Disfrutan de los mismos derechos que los sirios", subraya Alí Mustafá, un palestino director general de la Oficina para los Refugiados Palestinos en Siria, dependiente del Gobierno. Sin embargo, "los mismos derechos" no implican tener nacionalidad siria, ni siquiera nacionalidad. "Tenemos un documento que explica que somos palestinos y podemos viajar al extranjero, aunque no todos los países árabes entienden esto". Llegados en masa en 1948 tras la primera guerra árabe-israelí, gran parte de los refugiados vive mezclado entre la población siria, unos 116.000 lo hace en campos de refugiados que se han convertido en parte de las ciudades.

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Aunque técnicamente Yarum es un campo de refugiados palestinos en el sur de Damasco, no responde a las imágenes de tiendas de campaña que aparecen en televisión. Establecido en 1948, es como una barriada más de la zona, con sus casas de cuatro plantas, sus comercios y sus calles asfaltadas atestadas de escolares. Sin embargo, algunos detalles delatan que el lugar no es una zona más de la capital. En las paredes se ven retratos de Abu Abbas, un líder del Frente de Liberación de Palestina que dirigió el secuestro del buque Achille Lauro en 1985 y murió este año en Irak mientras permanecía detenido por EE UU. También se puede observar algún retrato del jeque Ahmed Yassin. El centro de salud está dirigido por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos.

Los vecinos de Yarum se debaten entre la esperanza en el regreso prometido y el realismo de una situación que no cambia. "Que no piense Israel que nos vamos a olvidar de Palestina, mis hijos nunca la han visto, pero la llevan en el corazón. Es amor sagrado", subraya Osmar Daraih, de 72 años y natural de Safar, dentro del Estado de Israel. "Realmente la esperanza de volver se ha debilitado mucho, aunque siempre existe", opina Heisan Zenati, nacido en Haifa hace 60 años y que llegó en 1948 a Siria. "Tengo tres hijos, dos chicas y un chico, y se sienten palestinos, pero también sirios".

En octubre, el Ejército israelí bombardeó una zona al sur de Damasco asegurando que se trataba de un campo de adiestramiento de la Yihad Islámica y distribuyó un mapa en el que se marcaban 17 lugares alrededor de la ciudad donde, según Tel Aviv, se entrenaban grupos palestinos. Estaban marcados otros 10 puntos dentro de la ciudad en los cuales habría oficinas políticas, militares y de comunicación de Hamás, Yihad Islámica, Al Fatah y el Frente Palestino de Liberación Popular. "Con esos bombardeos Israel violó la legalidad internacional", afirma Alí Mustafá, quien explica que grupos palestinos como Hamás, Yihad o Al Fatah tenían oficinas -"sólo políticas", recalca- en Siria, pero que todas fueron cerradas después de la guerra de Irak. "Pero no fueron las autoridades sirias las que las cerraron, sino que fueron las mismas organizaciones palestinas las que lo hicieron, al ver las presiones de EE UU".

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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