Reformas educativas

Ante la manifestaciones de algunas consejerías de Educación: la catalana, paralizando la aplicación de la LOCE, y la vasca, amenazando con no aplicar la ley en su comunidad, la Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza del Estado Español (FSIE), entiende que estos intentos de no respetar la legalidad vigente están provocando un desconcierto en la comunidad educativa que influirá negativamente en la mejora de la calidad de la enseñanza que todos pretendemos.

FSIE confía que el nuevo Gobierno de España y su ministra de Educación presenten cuanto antes las reformas que consideren pertinentes y pongan orden para tratar de favorecer a los alumnos y que todos -sin exclusión- encuentren la integración y obtengan el máximo rendimiento posible.

FSIE recuerda al PSOE que la educación es un capítulo fundamental prioritario del proyecto de toda la sociedad española y, por tanto, no debe ser utilizado como moneda de cambio en la pugna partidista. Deben hacerse compatibles los principios de unidad y autonomía del sistema educativo siendo obligación del Gobierno asegurar la coherencia de las Administraciones públicas, su coordinación y colaboración. No queremos en España 17 sistemas educativos.- Francisco Vírseda, secretario general FSIE.

Los momentos actuales que vivimos en el campo educativo son dignos de ser suficiente causa de reflexión. Los cambios políticos que se avecinan, los anteriores, los anteriores a los anteriores y los futuros no serán beneficiosos para la educación, si continúan los políticos haciendo leyes educativas sin consenso.

Las ideas políticas, los intereses religiosos, los modelos diferentes de centros referidos al régimen (privado, público, concertado), las necesidades propias de cada municipio, la carestía de los terrenos para construir colegios dignos y un sin fin de etc. son suficientes motivos para que los dardos vayan buscando unas u otras dianas.

Señores políticos, de derecha, izquierda y centro absorbido por los anteriores, ustedes deberían de pensar que por encima de todo, a quien deben servir o dar servicio es a lo que en educación denominamos diferentes estamentos: padres, alumnos profesores y personal no docente. Ni unos ni otros convencen al pueblo si cada vez que suben al poder cambian el sistema educativo.

No creo que fuera tan descabellado que en la constitución constara: "Las leyes de educación se realizarán por consenso de todos los partidos políticos representados en el Congreso de los Diputados y sus cambios, modificaciones o anulaciones sólo se realizarán con el consenso de dichos partidos". No creo que faltasen fórmulas matemáticas para diseñar el consenso, cuándo y cómo estaría legalmente admitido. Si en educación no hay consenso cabría la posibilidad de acabar teniendo una ley educativa cada cuatro años o menos: el tiempo suficiente para rehacerla.