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Un saudí compra el mayor grupo de prensa marroquí, afín al palacio real

La operación acentúa la caída en desgracia del banquero Benjellun

En su portada da siempre la foto de todas las audiencias del rey Mohamed VI. Le Matin du Sahara es el principal diario francófono de Marruecos y casi el portavoz oficioso del palacio real. Es también el buque insignia de Maroc Soir, el mayor grupo de prensa marroquí. Su dueño, Othman Benjellun, lo ha vendido a un financiero saudí, Othman Oumeir. La operación acentúa la caída en desgracia del que fue el empresario modelo de Marruecos.

Oumeir asumió el viernes la dirección de Maroc Soir y prometió enmarcar su actuación "en el proyecto de sociedad moderna que el rey Mohamed VI ha iniciado en Marruecos", un país que empezó a visitar hace 23 años. En 1997, Oumeir abandonó el puesto directivo en As Shark el Ausat, un periódico saudí que se publica en Londres, y fundó su propio grupo, World Media.

Benjellun explicó, en la ceremonia de traspaso de poderes, que su holding, Fiance.com, se desprendía de Maroc Soir para "volver a centrarse en su oficio tradicional, la banca y los seguros". La venta, añadió, se hace en "total acuerdo con las autoridades públicas", en una aparente alusión al visto bueno del palacio real.

Además de Le Matin du Sahara, cuya difusión oficial ronda los 70.000 ejemplares, el grupo de Maroc Soir posee un diario en árabe, Assahra, y La Mañana del Sáhara, la única publicación que se edita en español en Marruecos. Es un firme aspirante a obtener una licencia de televisión. Después de Maroc Soir, el segundo grupo de prensa marroquí es L'Economiste.

La venta de Maroc Soir está rodeada de misterio. No sólo no se ha revelado el monto de la operación, sino que, en teoría, la legislación vigente sólo permite que sean marroquíes los propietarios de publicaciones.

El traspaso de poderes al frente de Maroc Soir marca un poco más el sorprendente declive del que fue el más poderoso de los hombres de negocios marroquíes, al que Telefónica se asoció en 1999 para crear Méditel, la segunda compañía de móviles de Marruecos. Benjellun preside el Banco Marroquí de Comercio Exterior (BMCE) y una gran aseguradora. "Los círculos empresariales de Casablanca comentan con marcada emoción la aparente caída en desgracia", escribe el semanario Le Verité.

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A lo largo de los últimos meses este banquero ha sido también despedido de los consejos de administración de otras tantas instituciones afines al trono, la Fundación Mohamed V y la Universidad anglófona Al Akhawayn, el único centro privado de enseñanza superior. El banco central marroquí vetó, además, la entrada de las cajas de ahorro francesas en el capital de la BMCE.

Benjellun hizo, sin embargo, a principios del otoño del año pasado un gran esfuerzo para congraciarse con la monarquía. Puso una denuncia en París, por chantaje, contra Hicham Mandari, la bestia negra del trono alauí.

Mandari, de 32 años, perseguido en Francia por falsificación y tráfico de divisas a gran escala, trabajó, en tiempos de Hassan II, a las órdenes del jefe de la seguridad del palacio real hasta que el confuso robo de un talonario le obligó a exiliarse en 1998. Amenazó entonces al monarca, a través de anuncios publicados en prensa, con divulgar secretos de Estado si no le eran devueltos los bienes que le fueron confiscados en Marruecos.

El ex cortesano hizo otro tanto con Bejellun, según consta en la denuncia. Le dejó caer que revelaría secretos perjudiciales para sus negocios y le exigió dinero a cambio de su silencio.

En una primera cita, en París, Benjellun le dio 200.000 euros, en una segunda, en Ginebra, le entregó dos millones y, en vez de acudir a la tercera, en Madrid, puso una denuncia. ¿Por qué pagó? Porque, explicó a la policía, temía que la difusión de falsos rumores perjudicase la buena marcha de sus empresas.

Mandari, que ha sido víctima de dos atentados en París, fue de nuevo detenido, pero y sometido, hasta que se celebre el juicio, a un control judicial periódico que le prohíbe salir de un departamento de los Altos del Sena, cercano a París. Hace dos semanas fue, sin embargo, apresado, cuando se dirigía en coche a España, en un control policial cerca de Burdeos.

Un marroquí lee un periódico durante la crisis de Perejil.
Un marroquí lee un periódico durante la crisis de Perejil.AP

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