Investigadores valencianos impulsan una red española para estudiar genomas de bacterias
Un total de 41 grupos de trabajo y seis empresas privadas se han adherido al proyecto
Las bacterias son las formas de vida más tempranas que aparecieron en la tierra hace miles de millones de años y unas de las más abundantes. Cada centímetro cuadrado de piel tiene un promedio de unos 100.000 de estos organismos unicelulares y una simple cucharada de tierra más de 1.000 millones. Su relativa simplicidad, facilidad de manejo en el laboratorio y el hecho de que muchas de ellas compartan genes con las células humanas hace de ellas modelos ideales para su estudio. Por ello, cada vez hay más investigadores que vuelcan sus esfuerzos en ellas, pero también cada vez son mayores las dificultades. De forma paralela al aumento de especialización de los grupos de investigación crece la necesidad de combinar las diversas tecnologías y técnicas de trabajo, además de intercambiar conocimientos.
Para hacer frente a estos problemas y sumar esfuerzos, cuatro centros de investigación valencianos se plantearon hace unos meses crear una estructura que permitiera compartir equipos y conocimientos. El primer paso lo dieron el Instituto de Estudios Citológicos de Valencia, el Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València, un grupo de la Universidad Miguel Hernández y la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia. "Veníamos trabajando en proyectos comunes y con otras instituciones y empezamos a notar que hacía falta un punto de encuentro entre todos", comenta Alejandro Mira, investigador becado por el programa Ramón y Cajal que trabaja en la universidad ilicitana. El encuentro se produjo en una reunión previa celebrada en Valencia en junio de 2003, lo que supuso el primer germen de la red. Los impulsores de la iniciativa fueron ampliando el círculo hasta abarcar 41 grupos de investigación en toda España y seis empresas privadas interesadas en la rentabilidad de los trabajos. De esta forma, en febrero se constituyó en Valencia la Red Nacional de Investigación en Genómica de Bacterias.
"Era necesario retomar y reivindicar una investigación básica, como la genómica de bacterias, que ha sido apartada y marginada a favor del estudio del genoma humano", comenta Francisco Rodríguez, catedrático del departamento de Producción Vegetal y Microbiología de la Miguel Hernández. "Son una fuente inagotable de enseñanzas para los científicos y, al compartir genes con humanos pueden utilizarse como modelos para comprender procesos que también funcionan en el organismo", destaca María Eugenia Armengod, del instituto citológico. Un ejemplo es el Escherichia colli, una bacteria que se encuentra en el colon y que comparte un gen muy parecido al que en el hombre podría provocar enfermedades neuromusculares. "Es más fácil analizar las proteínas que expresa este gen en la bacteria y luego aplicar los conocimientos a los hombres", comenta Armengod, que junto a un equipo del instituto citológico impulsa este estudio. Junto a estos aspectos, los estudios pretenden desvelar el proceso por el cual las bacterias se hacen resistentes a los antibióticos y otros productos. Pero también por qué hay bacterias que establecen una buena relación con sus huéspedes -por ejemplo, las que habitan nuestro sistema digestivo y a la vez que se alimentan facilitan la digestión- mientras otras son patógenas, como la Streptococcus mutans, causante de la caries. Los resultados obtenidos en secuencias de bacterias simbiontes por Andrés Moya y su equipo desde el Cavanilles permiten emocionantes especulaciones sobre el origen de la vida, pero también abren vías de investigación más prosaicas.
La Administración ha destinado la gran parte de los fondos a proyectos sobre genoma de seres humanos, "y debemos hacer entender que esta investigación en bacterias es vital para la ciencia aplicada. Además, no sólo se trata de combatir la falta de fondos para la investigación, aunque también, sino conseguir una distribución eficiente para que no se derroche tanto dinero en proyectos de resultados más limitados", afirma Rodríguez. La red contará con un tablón de anuncios virtual en Internet, según Alejando Mira, que permita a los diferentes equipos de investigación -desde especialistas en genética evolutiva a genómica comparada, bioinformática, genética básica o expertos en estructuras como expertos en cristalografía o espectroscopia- colgar sus avances, las dudas en caso de estancamiento y las cuestiones que puedan servir de impulso a otros programas similares. "Internet es una de las herramientas básicas que debemos usar. Sería bueno que supiéramos qué están haciendo otros equipos y poder desplazarnos allí para trabajar con ellos en aspectos puntuales", comenta Mira. También facilitará la creación de una "masa crítica" de investigadores en este tema, que puedan exponer sus trabajos y dar a conocer sus resultados a la sociedad. La incipiente red científica aún carece de financiación propia -cada centro se abastece con sus programas y fondos conseguidos-, pero ya se ha remitido una carta a la Administración para que el programa Genoma España distribuya parte de sus fondos a esta nueva red.
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