Voces dentro de un caballo
La creación de un sello editorial, predominantemente dedicado a autores desconocidos, con un criterio de exigencia literaria que excluya el mimetismo, la calcomanía, la neutralización de la palabra, no deja de ser una empresa heroica, en estos tiempos tan apegados a la rentabilidad comercial. Caballo de Troya, perteneciente a Random House Mondadori, aunque con un perfil de editorial independiente, nace con "vocación de explorar y apostar por las escrituras emergentes", y hay que decir, de entrada, que en sus dos primeras propuestas destaca el inobjetable talento de sus autoras: Isabel Blare y Mercedes Cebrián. Por lo demás, nada se dice de ellas, lo que supone una declaración a favor del valor específico del texto, sin propagandas externas, biográficas o de rango social, que inevitablemente determinan la perspectiva de la lectura.
La novela de Isabel Blare, UnaMujerSola -así escrito, pues se trata del apodo que utiliza la narradora en los chats de cibersexo-, contiene la expresión de una soledad radical, confrontada en el anonimato y la invisibilidad, que se presenta como la equivalencia, valga la aserción, de una autopsia de la inexistencia: "Se equivocan los que creen que se entra en los chats para ser otro: entramos para no ser nadie, desaparecemos del todo al salir, no existimos ni allí ni en ningún sitio". Allí existe el lugar de la soledad, la soledad misma, el sexo ("no existo, pero mis orgasmos sí"); en esa dimensión no hay individuos, todos los nombres son falsos, y esta mujer se somete a la humillación del placer, a la mecánica pornográfica, a la fantasía sexual, no para reintegrarse a una vida posible, sino para aceptar así su condición invisible: "He desaparecido, mi cuerpo no importa ya a nadie: ahora sólo soy cerebro, curiosidad y dos manos que escriben rápido". Sin quejas ni autocompasión, con una insidiosa lucidez que no flaquea, la narradora de UnaMujerSola exhibe la dolorosa resignación de una mujer, apéndice de un ordenador más real que ella misma. La novela es el diario de unas vacaciones, un mes de agosto en Madrid. Isabel Blare, con esta tristísima novela, nos invita a percibir una forma de desgracia, muy de nuestro tiempo, donde las convulsiones sexuales, imaginarias pero concretas, importan más que el cuerpo y la vida. La pornografía de los chats es aquí lo único visible, y su explicitud conforma el espesor de una soledad que a nadie dejará indiferente.
El malestar al alcance de todos, de Mercedes Cebrián, agrupa fluidamente poemas y cuentos, sin que los diferentes géneros obliguen a modificar la orientación de la lectura. Fiel a su título, no hay página que no nos involucre en una crueldad sutil, no por sutil menos cruel. A la vista de este libro, Mercedes Cebrián posee un don innato para revelar los aspectos menos favorables de la conducta humana, y una competencia asombrosa para describir situaciones donde la estupidez de hombres y mujeres culmina en una ácida caricatura, un retrato tan verídico que se diría una radiografía moral, iluminada por una inteligencia nada compasiva con la realidad. No es demasiado habitual que, además de estar bien escrito, con un estilo tan llano como preciso, un libro de cuentos (y poemas) sea también inteligente. La mirada de Mercedes Cebrián se ocupa con igual penetración de las consecuencias de una boda que aún se está celebrando ('Aluminosis'), de la adicción a la cultura como revés de la tontería ('Retóricos anónimos'), de la inoportunidad de enseñar fotos del marido a una madre recién separada ('El mueble auxiliar'), de la autoconsciencia de la mediocridad en un congreso Hispanoamericano de Escritores de Libros de Oferta ('En el país de los ciegos'), de los diferentes prólogos a la obra Repare su vida familiar, que acaba titulándose Asuma su ruptura familiar, por imperativos biográficos del autor ('Libro de familia').
De más está decir que Isabel Blare y Mercedes Cebrián, con sus biografías ocultas dentro de este caballo de Troya, vienen a quedarse. La literatura no es sólo reconocimiento de la ciudad; también es un asedio.
UnaMujerSola. Isabel Blare. Caballo de Troya. Madrid, 2004. 141 páginas. 11,50 euros. El malestar al alcance de todos. Mercedes Cebrián. Caballo de Troya. Madrid, 2004. 158 páginas. 12,50 euros.
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