'Viaje a Narragonia' recrea el peregrinar marino de unos cómicos
Germán Berger Hertz dirige esta extravagante película documental
August Dirk tiene un aspecto estrambótico: calza los típicos zuecos de madera holandeses, de sus extremidades cuelgan decenas de cascabeles que no paran de sonar y luce siempre unas descomunales orejas de plástico. Él es el capitán de El barco de los locos que desde 1987 navega por Europa con nueve extravagantes marineros a bordo. Su peregrinar de puerto en puerto, donde ganan dinero con actuaciones teatrales, sorprendió al joven cineasta chileno Germán Berger Hertz. Les conoció en Barcelona y decidió contar su quehacer diario en el filme documental Viaje a Narragonia. El Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña y Grup Cinema Art han producido la película, que se estrena hoy tras su paso por los festivales de Karlovy Vary, Toronto y Huelva.
"Narragonia es el lugar adonde van los que la sociedad les dice que no encajan", explica uno de los protagonistas de la cinta. El barco, construido en 1916, fue patrullero en la Segunda Guerra Mundial y pesquero hasta que el capitán, con dinero familiar, lo compró hace 17 años. La filosofía de vida de los cómicos es llevar a la práctica lo que narraba Sebastian Brant en Das Narrenschiff
(El
barco de los
locos). En ella, cientos de mujeres y hombres son expulsados a las ciudades y condenados a navegar eternamente a la deriva. Su anhelo es llegar a Narragonia, el país utópico de los necios.
"Conocía el fondo filosófico del proyecto, y cuando vi el barco me cautivó, ya que era a imagen y semejanza de una de las obras de El Bosco", explicó el director en rueda de prensa en Madrid esta semana. En periodos intermitentes convivió con "esos locos modernos", como él los describe. "Todos ellos son personajes interesantes, pero no hay que olvidar que están en ese barco porque no tienen otro sitio. Son marginales, y entre ellos también hay deslealtades, luchas de egos y celos", prosiguió su relato sobre los tres músicos rusos, dos chilenos, un surafricano y dos holandeses que viven en la nave. "Son como una familia con roles muy estrictos. Su día a día es difícil y exige un grado de sacrificio que no todo el mundo resiste", añadió Berger Hertz, que reconoce que la incursión en su vida privada con cámaras no fue siempre bienvenida.
"Nosotros vivimos en un mundo sin libertad, lleno de complicaciones y exigencias, mientras que ellos buscan la libertad y un sueño, y de esto deberíamos tomar ejemplo los que vivimos en el denominado mundo normal", reflexionó el realizador, que antes sólo había dirigido cinco cortos.
En noviembre, El barco de los locos, que recibe financiación de antiguos okupas seducidos por el capitalismo, parte hacia África y Latinoamérica, donde pretenden estar de 10 a 15 años de viaje tras haber atracado en más de 150 puertos europeos.
Babelia
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