La izquierda y Le Pen capitalizan el voto de castigo a Chirac
Los socialistas se recuperan de la derrota de 2002, pero pueden perder la región de París
Un pequeño efecto Zapatero funcionó ayer en Francia. La primera vuelta de las elecciones regionales mostró que el Gobierno nombrado por Jacques Chirac hace menos de dos años resiste mal la presión de la izquierda, que obtuvo en torno al 40% de los votos, seis puntos por encima de las candidaturas de centro-derecha, según el escrutinio provisional. La ultraderecha alcanzó el 17%, algo más que en la primera vuelta de las presidenciales de 2002.
El mapa de resultados dibuja una situación complicada sobre todo para el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, que había reclamado la jefatura de la mayoría en estos comicios. El voto de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) se sitúa en torno al 23%, un resultado pobre para el partido que cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento nacional. Raffarin se ve humillado además en su antiguo feudo de Poitou-Charentes, que presidió durante 14 años, donde la ex ministra socialista Ségolène Royal se sitúa en el 47% de votos.
Raffarin se había implicado en su antigua región a favor de otra mujer, Elisabeth Morin, que le reemplazó cuando aquél fue preferido por Chirac para primer ministro frente a Nicolas Sarkozy. La socialista Ségoléne Royal cerró su campaña apelando a los electores con un grito pronunciado en español -"!Basta ya!"- y se sitúa ahora en las mejores condiciones para presidir esa región tras la segunda vuelta, el domingo próximo.
Por el contrario, la izquierda corre el riesgo de perder la importante región de París, en que la suma de votos del partido gubernamental UMP y del centrista UDF sobrepasa ligeramente a los de las candidaturas socialista y comunista. El presidente socialista de la Costa Azul podría mantenerse, gracias al mediocre resultado del centro-derecha, que sólo logró un par de puntos más que la lista de ultraderecha (23,5%) en esa zona.
Le Pen -que no puedo presentarse a estos comicios por un problema administrativo y por ello llamó "totalitario" a Chirac- confirmó anoche que el Frente Nacional concurrirá en solitario a la segunda vuelta en 19 de las 22 regiones metropolitanas (es decir, en todas las que ha rebasado el mínimo del 10% de votos en la primera), erigiéndose otra vez en árbitro del combate izquierda-derecha. En regiones deprimidas como la del Norte, la candidatura extremista superó incluso a la del centro-derecha, capitalizando así la protesta de una zona en declive industrial.
En general, la izquierda aparece como la mayor beneficiaria de la movilización de los votantes. Sin que pueda hablarse de una participación extraordinaria, el hecho de que un 61% de los electores acudieran a votar fue un índice mejor del esperado e invierte el progreso del fenómeno de la abstención desde 1986.
"Claro que hay que votar, ¿vio usted lo que pasó en España hace una semana?", comentaba ayer una joven electora a la salida del Liceo Regional Beaugrenelle, en el distrito 15 de París (un barrio de clase media). "El 21 de abril de 2002 hice una tontería, no yendo a votar", argumentaba también en referencia al día en que el líder socialista Lionel Jospin se retiró de la política, tras haber sido sobrepasado por Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales.
Parece evidente que el dramático 11-M madrileño y las elecciones españolas, vividas intensamente por los franceses, han tenido su pequeña importancia a la hora de votar en este país.
Los resultados de ayer no confirman avance alguno de la extrema izquierda, limitada al 5% a escala nacional a pesar de la alianza entre las fuerzas troskistas Lucha Obrera y Liga Comunista Revolucionaria. Ante la cita del domingo, el partido gubernamental UMP no tiene otro remedio que aceptar las condiciones del centrista UDF para acudir juntos a la segunda vuelta, un hecho paradójico porque el líder de este último, François Bayrou, ha fracasado en su apuesta personal como candidato por Aquitania, donde la izquierda es favorita.
Los socialistas reaccionaron con tonos mesurados, empezando por su líder, François Hollande. Por su parte, Raffarin compareció, muy pálido, para asegurar que tendrá en cuenta el mensaje electoral, sin precisar en qué sentido. El todavía presidente de la UMP, Alain Juppé, imputó las malas notas de estos exámenes a "la división" en las filas del centro-derecha, un reconocimiento palpable de lo artificial que fue la presunta reunificación de partidos de derecha en la UMP maltratada por las urnas.
Una curiosidad de estas elecciones fue el voto electrónico experimentado en la ciudad de Brest (Bretaña). Los electores fueron invitados a presionar un botón situado debajo de cada lista de candidatos y a apretar otra segunda tecla de confirmación del voto. Un total de 80 máquinas de votar fueron repartidos en los centros de recogida de voto, en una ciudad con un censo de 82.450 electores. Junto a la maravilla tecnológica, se puso a disposición de los ciudadanos lupas convencionales para leer las listas de candidatos, presentadas en un formato muy reducido. Está previsto extender el voto electrónico a otra treintena de ciudades en las elecciones europeas de junio.
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