_
_
_
_
CAMBIO POLÍTICO | Reacciones internacionales

EE UU reconstruye sus alianzas y aborda con urgencia la reorganización de Irak

La presión española puede contribuir a que la ONU asuma un papel central en Bagdad

La masacre del 11-M y el resultado de las elecciones en España han repercutido profundamente en EE UU. Primero, por el impacto emocional que puso en primer plano los atentados de Nueva York y Washington; después, por el efecto político que supone para la Administración de Bush perder el apoyo de un Gobierno aliado y abordar la presión creada por el anuncio de la retirada de las tropas españolas de Irak. Pero, a pesar de que la campaña electoral lo complica todo, no hay que descartar que esta presión contribuya a las negociaciones para que la ONU asuma un papel central en Irak.

Más información
Reabrir heridas
Cuatro días que cambiaron Europa
La derrota del PP, un contratiempo para Tony Blair

"Me quedé hundida, me dio mucha pena y angustia. Estaba preocupada por los españoles, porque he vivido allí y en Nueva York, y sé lo que se siente cuando pasa algo así y no sabes dónde está la gente, dónde está tu familia, tus amigos". Jane Worthing, que no ha podido resistir el peso emocional de seguir en Manhattan -su apartamento estaba al lado de las Torres Gemelas- y se ha ido a vivir a Florida, resume lo que sintieron miles de estadounidenses el 11 de marzo. Se revivieron las escenas de hace dos años y medio y los estadounidenses, y los familiares de las víctimas del 11-S tuvieron sus mentes y corazones en Madrid y en España.

El impacto político, para Bush, es enormemente perjudicial. Aunque le permite mantener la campaña de presidente de guerra -"cada ataque debe ser respondido con más determinación, resolución más profunda y acciones más audaces"- hasta ahora políticamente rentable, deja al descubierto que Al Qaeda y sus satélites mantienen capacidad operativa y da la razón a las críticas crecientes que denuncian el error estratégico de mezclar la guerra contra el terrorismo con la guerra de Irak.

Además, Bush se queda sin el apoyo español, garantizado hasta ahora por la apuesta casi personal de José María Aznar. Y la quiebra de un socio importante -por razones políticas y simbólicas- sacude a toda la coalición. Philip Gordon, uno de los directores de la Brookings Institution, enumera los reveses: "Aparte del terrible desastre humano, es un desastre para Bush, que tenía un aliado en Madrid y ahora no lo tiene, ahora hay un socialista que ha dicho que quiere distanciarse de EE UU. Si España retira sus tropas, se pone en entredicho la noción de la coalición. También se pone de manifiesto que los líderes europeos pueden pagar un precio muy alto por tener relaciones estrechas con EE UU. Además, todo puede contribuir a que los terroristas piensen que han logrado una victoria. Se mire como se mire, un desastre para Bush. Intentará utilizarlo para decir que tiene razón, que hay gente malvada en el mundo y que no podemos quedarnos de brazos cruzados; en Europa este argumento no está funcionando, y tampoco aquí".

Campaña electoral áspera

En EE UU el impacto ha sido grande, porque hay una campaña electoral áspera con dos ejes: la economía e Irak. Desde su experiencia internacional y su biografía, John Kerry desafía el liderazgo y la credibilidad de Bush. Pero la situación es delicada para el demócrata, porque debe marcar la manera que él tendría de manejar la crisis de Irak sin que la Casa Blanca lo utilice en su contra. Debe criticar a Bush sin olvidar que él votó a favor de la guerra; debe atacar a un Gobierno que ha "mantenido con terquedad políticas fracasadas que han alejado a los aliados" sin que Cheney pueda elaborar, como hizo esta semana, este destructivo argumento: "Somos nosotros los que vamos a decidir el resultado de estas elecciones, no dirigentes extranjeros anónimos", al referirse a la afirmación de Kerry de que "varios líderes europeos" le habían dicho que preferían su victoria.

Aparte de la pelea electoral, las consecuencias del atentado imprimen una doble presión sobre la política exterior del Gobierno de Bush: reconstruir las relaciones con los aliados y reorganizar la política sobre Irak y el papel de la ONU. Los dos asuntos están ligados y son complejos, pero también son imprescindibles para la estabilidad internacional. Si es cierto, como señalan algunos observadores, que EE UU está dispuesto a hacer concesiones, la mejor oportunidad sería colocar a Naciones Unidas en el puesto de control en Irak (si se excluye de ese control el mando de las tropas, porque nadie debe esperar que EE UU lo deje en otras manos). Una resolución de la ONU sobre su papel en Irak, en la transferencia de soberanía y en la creación de condiciones que den más estabilidad y seguridad y permitan la organización de elecciones en Irak, sería la mejor salida de la actual crisis.

Balance de un año de guerra

Como señala el largo editorial de balance de un año de guerra que publicó el viernes The New York

Times, "en cierto sentido, Zapatero le ha podido hacer un favor a Bush" al poner en primer plano la retirada de las tropas españolas; "le ha dado al presidente tiempo para planear y obtener la cooperación de los países que pueden aportar auténticas fuerzas. Esperemos que el presidente lo use para planificar sus próximos pasos mejor de como planeó la ocupación".

En opinión de Philip J. Crowley, que se ocupa de Seguridad y Defensa en el Centro para el Progreso, "el hecho es que existe un amplio consenso de que la comunidad internacional debe, en una frase, enderezar Irak. Esto implica un apoyo internacional más amplio. Por ejemplo, el nuevo Gobierno español ha dicho que seguiría participando en las circunstancias adecuadas. Y creo que esas circunstancias -el papel de la ONU, el mayor apoyo internacional, la devolución progresiva de soberanía a los iraquíes- son la receta para el éxito".

Tony Blair, José María Aznar y George W. Bush, en la cumbre de las Azores, el 16 de marzo de 2003.
Tony Blair, José María Aznar y George W. Bush, en la cumbre de las Azores, el 16 de marzo de 2003.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_