¿El fin de la televisión de partido?
Ni un euro más de los contribuyentes para la manipulación y la programación basura". El líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, trazó así el pasado noviembre una pincelada de por dónde debería enfocarse la reforma de los medios de comunicación públicos, utilizados hasta la extenuación por el PP para la propaganda política. Esta práctica se ha visto redoblada durante la cobertura informativa del atentado de Atocha y las elecciones generales del pasado domingo. Sobre los directivos de las televisiones controladas por el PP han llovido, sin éxito hasta ahora, peticiones de dimisión.
Zapatero hereda una televisión estatal endeudada como nunca en su historia, una audiencia en constante descenso, una programación infestada de programas basura, con una credibilidad informativa bajo mínimos y una condena por manipulación sobre la mesa. Si hay un nombre que ha concitado el rechazo de prácticamente todas las fuerzas políticas de la oposición es el de Alfredo Urdaci, director de informativos de TVE y conductor del Telediario 2. Los profesionales de la cadena pública y muchos ciudadanos se preguntan ahora cuántos telediarios le quedan a Urdaci.
El PSOE ha encomendado a un 'comité de sabios' el diseño de un nuevo marco televisivo que pondrá al día el Estatuto de RTVE, aprobado por consenso en 1980
Tres objetivos
Recuperar la veracidad, el pluralismo y la objetividad en los medios públicos es la tarea más dura a la que se enfrentará el nuevo Gobierno en el ámbito de los medios de comunicación. Para ello, el PSOE ha encomendado a un comité de sabios el diseño de un nuevo marco televisivo que pondrá al día el Estatuto de RTVE, aprobado en 1980 por un amplio consenso parlamentario y a todas luces obsoleto. Ese consejo está integrado por el académico Emilio Lledó, la catedrática de Filosofía Moral y Política Victoria Camps, el filósofo Fernando Savater y el catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad Enrique Bustamante. El quinteto estaba también compuesto por el lingüista y académico Fernando Lázaro Carreter, fallecido el mes pasado.
Zapatero ha anunciado que respetará de principio a fin el dictamen del comité de sabios, pero los socialistas han avanzado ya algunas claves de la reforma: el director general de RTVE dejará de ser un apéndice del Gobierno y será designado por el Parlamento por una mayoría cualificada con mandatos no renovables; los contenidos pivotarán sobre la veracidad, la profesionalidad y el buen gusto; se emitirán debates políticos, especialmente durante las campañas electorales.
El líder socialista ha apostado por una televisión verdaderamente pública e independiente: ni del PP, ni del PSOE. "Por una mera cuestión de salud democrática, me comprometo firmemente a que el Gobierno del cambio acabará con la televisión de partido". El objetivo final es erradicar el servilismo y la manipulación informativa, que ha quedado demostrada con la sentencia de la Audiencia Nacional que condenó a TVE por la falta de imparcialidad durante la cobertura de la huelga general del 20 de junio de 2002.
Hasta que el nuevo marco esté diseñado, los socialistas se proponen nombrar un director general provisional que estará al frente de RTVE de forma transitoria. Su primera tarea será poner fin a la "falta de neutralidad de los medios públicos".
La reforma abarcará también a las televisiones autonómicas, que en la mayoría de los casos han actuado de correa de transmisión de los respectivos Ejecutivos regionales. Las posibilidades de emprender la vía de la privatización, abierta la pasada legislatura por la cadena valenciana Canal 9, se desvanecen.
La reforma de RTVE deberá hacer frente a un modelo financiero que, hasta ahora, se ha apoyado en el endeudamiento ilimitado. En los ocho años de Gobierno popular, la deuda del Ente Público se ha multiplicado por cuatro. A finales de este ejercicio, las previsiones situaban el endeudamiento histórico en la astronómica cifra de 6.800 millones de euros. El Gobierno del PP se comprometió a poner "el contador a cero" el 1 de enero de 2005 mediante la asunción de 6.200 millones de deuda por parte del Estado. Esta operación está ya contabilizada en las cuentas y ha acarreado la subida de un punto de la deuda pública en relación al producto interior bruto.
Sin embargo, el problema está resuelto a medias. Falta por resideñar el modelo de financiación de la televisión estatal. Hasta ahora la recaudación de ingresos se ha apoyado en tres pilares: el insaciable acceso al mercado publicitario (840 millones previstos para este año), una mínima subvención pública (82 millones) y un mayor endeudamiento (668 millones) . Sólo en intereses de la deuda, RTVE deberá pagar este año 256 millones.
Reordenar el sector
En el ámbito audiovisual, los socialistas deberán afrontar la reordenación del sector a través de una ley general. Su objetivo es llegar a un consenso con el resto de las fuerzas políticas y con los agentes del sector: cadenas de televisión, productores, representantes sindicales y consumidores.
Otra de las propuestas de actuación pasa por la creación de un Consejo Superior de Medios Audiovisuales similar al que opera en todos los países de la Unión Europa. Este organismo será independiente del Gobierno y con poder sancionador y tendrá como misión garantizar el pluralismo y el cumplimiento de la ley. Su creación fue aprobada en 1995 en el Senado con el apoyo de todos los grupos políticos, pero ningún Gobierno apostó por desarrollarlo. Implicaba ceder cuota de poder.
El cambio en los medios de comunicación públicos pasa también por el relevo en la cúpula directiva de la agencia estatal de noticias Efe, que ha sido acusada por los trabajadores de instaurar "un régimen de censura y manipulación", especialmente durante la cobertura de los atentados de Madrid y las elecciones generales del 14-M.
Las autonómicas reproducen los males de la televisión estatal
EL MODELO sobre el que se apoyan las cadenas autonómicas se ha construido sobre los mismos pilares que soportan la televisión estatal. En algunos aspectos (dependencia del Gobierno de turno, endeudamiento) son un calco de RTVE.
Pese a contar con unos presupuestos más ajustados, las cadenas integradas en la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos (FORTA) acumulan un déficit de 1.400 millones de euros. Las fórmulas de financiación, a diferencia de TVE, incluyen contratos-programa suscritos por los gobiernos regionales que en realidad son subvenciones en toda regla. Algunas, como la televisión canaria, tienen prohibido acumular déficit.
A los ocho entes públicos de Andalucía, Cataluña, Madrid, País Vasco, Galicia, Comunidad Valenciana, Canarias y Castilla-La Mancha se sumarán este año Extremadura y Baleares tras recibir la semana pasada luz verde del Consejo de Ministros. La tarta de la audiencia, ya de por sí exigua, se repartirá aún más. La evolución de los datos revela que TVE ha sido la más castigada en los últimos años por el efecto de la competencia. La Primera atraía en 1993 el 29,8% del público y La 2 absorbía el 9,6%. Diez años después, los porcentajes han bajado al 23,4%, en el primer caso, y al 7,2%, en el segundo. Entre las autonómicas, la catalana TV-3 lideró el año pasado, con el 21,1%.
Al margen de las diferencias de audiencia, las cadenas regionales se han visto salpicadas en desigual medida por las acusaciones de manipulación, especialmente durante la cobertura de los atentados del 11-M. Por norma general, las televisiones no dependientes del PP (TV-3 o ETB) han hecho gala de un comportamiento más plural, y así parecen haberlo interpretado los ciudadanos. Estas comunidades son las que más castigaron al PP en las elecciones del domingo pasado. Telemadrid y Canal 9 (bajo la órbita del PP) han sido duramente criticadas por sus propios trabajadores, que han solicitado la dimisión de los directivos. Un caso singular es el de la TV Canaria, sujeta a los pactos PP-CC. En contra de lo que hizo Telemadrid, interrumpió el partido de fútbol que se retransmitía durante la jornada de reflexión para ofrecer en directo las declaraciones del ministro del Interior, Ángel Acebes, sobre la marcha de la investigación de los atentados.
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