Asesinados ocho civiles extranjeros en los últimos días en Irak

A punto de cumplirse un año desde el inicio de la guerra de Irak, este país se ha convertido en un lugar peligroso para los extranjeros. Ayer, dos ingenieros occidentales, uno alemán y otro holandés, fueron asesinados a tiros junto a sus dos acompañantes iraquíes en las proximidades de Hilla, a 100 kilómetros al sur de Bagdad. Con ellos se elevan a ocho los civiles extranjeros que mueren tiroteados en Irak en la última semana.

Se ha convertido en una ruleta macabra. Los conductores ya no saben qué ruta elegir para reducir el riesgo para los extranjeros con los que trabajan. En las autopistas, la ausencia de población y de patrullas policiales hace arriesgado aventurarse por la presencia de salteadores de caminos. En las rutas que atraviesan poblaciones, hay puntos negros en los que los insurgentes actúan a sus anchas amparados por la ley del silencio que impera entre quienes simpatizan con su causa o, simplemente, tienen demasiado miedo para hablar.

Uno de esos puntos negros se halla entre Bagdad y Hilla, una carretera frecuentemente utilizada por los periodistas españoles para visitar a las tropas desplegadas en Diwaniya. En ese trayecto, a la altura de Latifiya, fueron tiroteados el pasado diciembre los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia español. Desde entonces se han sucedido los incidentes. Un poco más al sur, las proximidades de Hilla se han revelado como otro lugar peligroso.

Es allí donde ayer unos desconocidos descargaron sus armas contra los dos ingenieros hidráulicos, que trabajaban en la reconstrucción del sistema de abastecimiento de agua en la provincia de Babilonia. Sus cuerpos, como los de los dos iraquíes que les acompañaban, ingresaron cadáveres en el hospital de Hilla. El martes de la semana pasada, en esa misma zona, se encontraron los cuerpos sin vida de dos norteamericanos, un hombre y una mujer que trabajaban para el Departamento de Defensa, y de su traductora iraquí. Se trata de las primeras víctimas mortales entre los empleados de la Administración civil de EE UU en Irak. El FBI investiga el caso.