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Chirac y Schröder proponen combatir el terrorismo y la miseria que lo alimenta

Los líderes de Francia y Alemania defienden la necesidad de evitar un choque de civilizaciones

Más unidos que nunca como "pareja franco-alemana", Jacques Chirac y Gerard Schröder consideraron ayer que Europa necesita reforzarse frente al terrorismo y decidieron situar este asunto en "el corazón" de la cumbre europea de la semana próxima. El jefe del Estado francés y el canciller alemán dan así la máxima cobertura política a las reuniones de jefes de servicios antiterroristas y de ministros de Interior en los próximos días. Ambos se entrevistaron en el Elíseo, en una conversación centrada también en el cambio en España, que puede desbloquear la Constitución europea.

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Tras un recuerdo solidario hacia "nuestros hermanos españoles, cuyo duelo compartimos", Chirac dijo: "Frente a la amenaza, en el respeto de las libertades y del Estado de derecho, Europa protegerá a sus ciudadanos". Tanto él como Schröder consideraron prematura la creación de una CIA europea y apostaron antes por mejorar las relaciones y la operatividad entre los servicios de inteligencia y de policía ya existentes.

Los dos tuvieron cuidado de contrapesar la fuerza del discurso de la seguridad con la idea de que luchar contra el terrorismo implica ocuparse de "la miseria y la frustración de los pueblos", incluso con alusiones de Chirac a la necesidad de evitar el "choque de civilizaciones". De este modo marcó la diferencia respecto al criterio esencialmente bélico que guió a la Administración de Bush tras los ataques del 11-S. Schröder reconoció que había discutido "largamente" con Chirac sobre el cambio de Gobierno en España, sin revelar en qué sentido. Es evidente la expectación provocada en ambos por el hecho de haberse quitado de encima a José María Aznar como representante de España y los dos ofrecieron la más amplia acogida a "la futura cooperación" con el nuevo Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

El presidente francés y el canciller alemán omitieron pronunciarse sobre las consecuencias internacionales de la vuelta a casa de los 1.300 soldados españoles enviados a Irak por el Gobierno de Aznar. Esa decisión "corresponde a la soberanía española", contestó un prudentísimo Schröder, que subrayó la respuesta enarcando las cejas, en un gesto dirigido hacia uno de sus colaboradores, como preguntándose si había dicho lo justo.

Nadie espera un acuerdo sobre la Constitución europea en la Cumbre de Bruselas, no sólo porque Aznar seguirá siendo jefe del Gobierno español durante su celebración, sino para dar tiempo al equipo de Zapatero. Lo que está encima de la mesa es la recomposición de las relaciones con Washington y el recosido del consenso europeo. Después de la brecha abierta por el líder socialista español, el jefe de la diplomacia francesa, Dominique de Villepin, rompió la contención habitual para decir que "los dos focos que alimentan el terrorismo en el mundo son la crisis de Oriente Medio e Irak", en una crítica directa a la coalición que pretendía acabar con el peligro de Sadam Husein y ha excitado un peligro terrorista generalizado.

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París y Berlín continúan a favor de un texto "tan cercano como sea posible" al de la Convención presidida por Giscard d'Estaing, esto es, al texto rechazado por Aznar. Sin que esto implique un cierre en torno al proyecto existente, Schröder dejó claro que la solución no depende de él ni de Chirac, sino "de la voluntad de uno u otro de nuestros socios de moverse un poco, de uno en particular, del otro también un poco", refiriéndose a España y a Polonia. Todas las miradas convergen hacia Madrid, como lo demostró el propio ministro polaco de Exteriores, Wlodzimierz Cimoszewicz, de visita en París, quien consideró "evidente" la necesidad de tener en cuenta un cambio en la postura española.

Chirac y Schröder aprovecharon su encuentro para telefonear juntos al presidente ruso, Vladímir Putin, reeelegido el domingo pasado, a quien dieron seguridades sobre su voluntad de reforzar las relaciones de la UE con Rusia. En ningún caso quieren perder el hilo que les vinculó a los tres hace un año, cuando se oponían, más o menos conjuntamente, a la estrategia estadounidense para Irak.

Jacques Chirac, a la izquierda, recibe ayer a Gerhard Schröder a las puertas del palacio del Elíseo.
Jacques Chirac, a la izquierda, recibe ayer a Gerhard Schröder a las puertas del palacio del Elíseo.REUTERS

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