El velatorio acaba sin un adiós conjunto
Sólo en Alcalá de Henares se ha celebrado una ceremonia común para 14 víctimas residentes en la ciudad
El trayecto de los fallecidos en el atentado del jueves se dispersó ayer. Después de la laboriosa búsqueda por hospitales y tanatorios de sus familiares, la mayoría de las 200 víctimas mortales emprendió su último recorrido. Por primera vez en tres días, los cadáveres se separaron a medida que cada familia organizaba su funeral en la localidad de origen. No hubo despedida conjunta, y hasta la fecha no hay funeral oficial. De uno en uno, cada cuerpo viajó a recibir su último adiós.
En Ifema, que el viernes por la noche se vació de cadáveres, sólo queda un área del Pabellón 6 habilitada para que familiares o amigos de las víctimas vayan a recoger sus efectos personales. Los vehículos pueden acceder directamente hasta el recinto, que estará abierto hoy desde las 8.00 hasta las 22.00. El aparcamiento continúa siendo gratuito.
Yebra y Alovera, en Guadalajara; Torrubia del Campo, en Cuenca; Jaén; Guadalcázar, en Córdoba; Sant Feliú de Llobregat, en Barcelona; Granátula de Calatrava, en Ciudad Real, y, por supuesto, las ciudades origen y destino de los trenes, Alcalá de Henares y Madrid, y otras localidades de la provincia como Coslada, San Fernando de Henares, Parla, Getafe, Leganés, Fuenlabrada y Alcorcón acogieron ayer entierros y funerales.
Anoche, al cierre de esta edición, en el cementerio de la Almudena de Madrid, donde se habían trasladado los casos más difíciles para la investigación, quedaban 37 cuerpos sin identificar. También en la mezquita de la M-30 los cadáveres de tres musulmanes recibían la despedida de sus familiares y amigos.
La ceremonia más parecida a un funeral conjunto se celebró en en el tanatorio colectivo improvisado en el polideportivo El Juncal, de Alcalá de Henares.
Allí se congregaron a las 10 de la mañana de ayer más de un millar de personas para despedir a dos vecinos de la localidad y rendir un homenaje conjunto a todas las víctimas del atentado. Alrededor de 40 de los fallecidos eran vecinos de Alcalá.
El obispo de Alcalá, Jesús Catalá, leyó una homilía en la que expresó la "repulsa" de todos los presentes ante los atentados. El obispo sentenció a continuación que "quien esto hace, ha perdido la racionalidad, ha perdido la cualidad propia del ser humano".
En el polideportivo se reprodujeron a pequeña escala todos los equipos de asistencia -policía, Cruz Roja y psicólogos- que han estado junto a las familias desde su peregrinaje por los hospitales de Madrid hasta el drama de la espera en Ifema. Nada más comenzar el oficio, tuvieron que atender a tres personas.
El funeral, aunque colectivo de vocación, contó con los féretros de Félix González Gago, teniente del Ejército del Aire, de 52 años, y de Pilar Cabrejas, de 36 años y empleada de Telefónica. El oficio contó con la presencia de varias decenas de militares. Félix González "era una persona muy querida" en Alcalá de Henares, según repetían los presentes. Cualquiera al que se preguntara era "amigo de Félix", como José María Alonso, quien hasta hace poco cogía el tren cada día con el fallecido. El militar cogía cada día el fatídico tren.
Las familias de estas dos víctimas ocuparon los asientos centrales del pabellón, pero allí estaban también los familiares y amigos de muchas otras víctimas. Los sanitarios tuvieron que atender, por ejemplo, a la abuela de David Vilela Fernández, de 23 años. David no tenía que ir tan pronto a Madrid el pasado jueves. tenía una entrevista de trabajo en El Corte Inglés a las once de la mañana. Pero quiso ir antes, a primera hora, a su trabajo en la Biblioteca Nacional, "porque hacía falta", relataba emocionada su madre, Vicenta Fernández.
La misa concluyó con un cerrado aplauso que acompañó la salida del recinto de las familias de las víctimas.
El improvisado tanatorio recibió menos féretros de los que esperaban, debido a una aparente confusión en la organización. El ataúd con los restos de Félix González Gago permaneció sólo el viernes en el centro del pabellón de deportes durante horas, porque su familia no sabía que estaba allí, según relataron sus familiares.
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