Mariscos con fama en toda Galicia
EL REFUGIO, productos de calidad y recetas elementales en Oleiros, A Coruña
La mayoría de los tópicos que definen las virtudes de los restaurantes de re
lieve -materias primas selectas, buenos productos de temporada, cocina de mercado cuidada- confluyen en este local en grado superlativo. Aquel primitivo merendero situado a las afueras de A Coruña que hace varias décadas fundaran Alfredo Castrelo y Ricardo González, es hoy una referencia obligada en el contexto de la cocina gallega. Para degustar los mejores mariscos de la costa, pescados de frescor exultante y carnes rojas de vacuno, El Refugio es un lugar insoslayable: uno de los establecimientos con la mejor despensa de España.
La consigna de ambos patrones es realzar lo que llega a sus cocinas sin otra ayuda que recetas elementales. Los mariscos se sirven crudos, cocidos o a la plancha. Los pescados, de forma semejante, y las carnes, guisadas o hechas a la brasa. Como los puntos de cocción se controlan de forma puntillosa, en algunas de sus propuestas lo popular se alía con la evolución para lograr platos que casi parecen de vanguardia.
EL REFUGIO
Plaza de Galicia, 11. Oleiros (A Coruña). Teléfono 981 61 08 03. Cierra domingos noche. Precio aproximado por persona: entre 40 y 60 euros. Caldeirada de raya, 13,50 euros. Lamprea a la bordelesa, 22 euros. Solomillo a la parrilla con 'foie-gras', 16,50 euros. Leche frita sobre salsa de cítricos, 4,51 euros.
Pan ... 6
Café ... 4
Bodega ... 8
Ambiente ... 6
Servicio ... 5,5
Aseos ... 6
La carta se abre paso con sugerencias de rabiosa temporada. Entre los hitos invernales, los erizos de mar gratinados, los lenguados a la molinera y la caldeirada de raya con patatas, cuyos níveos lomos se rocían con una ajada irreprochable. Y cómo no, la lamprea, esa culebra marina de carnes oscuras y grasientas que se estofa con vino y su propia sangre, y cuyo gusto incisivo y textura cartilaginosa resultan impresionantes. Ahora, en el epicentro de su efímera temporada hay que solicitarla guisada a la bordelesa. Al grupo de entrantes también pertenecen la lamprea escabechada, irrelevante; el timbal de pulpo con grelos y patatas, que agrada pero no arrebata, y las cocochas sobre crema de buey, plato insustancial que desmerece de la casa.
Quienes llegan hasta El Refugio saben que lo inteligente es disfrutar de los productos en estado puro sin complicaciones innecesarias. No en vano sus centollas y percebes gozan de fama en toda Galicia. Lo mismo que las cigalas, las ostras y las almejas. Para los devotos de lo sencillo la casa reserva platos tan conmovedores como el caldo gallego, las croquetas de marisco, el pulpo a la gallega, la merluza con ajada y el salpicón de lubrigante.
Es una lástima que el soberbio chuletón de vacuno, que figura entre los platos estelares, tenga un fondo de grasa requemada.
LO MÁS DESTACADO: LA BODEGA
LOS SALONES de esta casa, luminosos pero decadentes, ornamentados con óleos de prestigiosos pintores gallegos, prestan entidad a un marco agradable en el que tan sólo chirría el servicio. Un personal demasiado acelerado que hace alarde de maneras bruscas y desentona en la sala. Antes de componer el menú hay que dejarse aconsejar por Castrelo y preguntar por las sugerencias del día. Para que nadie se llame a engaño, los mariscos figuran con precios actualizados.A la hora de los postres surgen dulces de corte casero pero evolucionados, que no están mal pero no son lo mejor de la casa. Si muchos asiduos se deleitan con el suflé Alaska, propuesta de otra época que tiene su enjundia golosa, no es por mero capricho. En el resto, lo mejor son los helados que acompañan a cada propuesta. Desilusiona la leche frita, pero entusiasma el helado de lichis. No pasan de discretas las frambuesas gratinadas al moscatel; ni convence la sopa de fresas, que se presenta cubierta de una crema inadecuada. Sin embargo, las cañitas rellenas con helado y chocolate caliente son interesantes.Con todo, lo más relevante es la bodega, una de las mejores de Galicia. Contiene cientos de referencias y la gestiona el propio patrón, que, con conocimientos enciclopédicos, actúa de sumiller y asesor con una profesionalidad encomiable. Junto a los vinos gallegos, no hay una denominación de origen española de calidad que no esté representada. A su lado, vinos portugueses, chilenos, californianos y húngaros. Es una lástima que el café sea tan malo.
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