La campaña de Carod
Josep Lluís Carod Rovira, que es un excelente mitinero, quizás el mejor de los que se mueven estos días en los escenarios electorales, fue en la noche del martes a Sabadell, una ciudad con alcalde socialista y fuerte tradición de izquierda, a reclamar a José Luis Rodríguez Zapatero "que no le tiemblen las piernas y que la noche del 14 esté donde tiene que estar". Es curiosa la fuerza con la que se mueve Carod estos días, en los que parece estar haciendo la campaña de su vida, cuando, en realidad, acaba de ser expulsado de un Gobierno por incompetente y desleal y cuando su carrera política debería estar más que arruinada. Viéndole en sus mítines, y siguiendo la campaña catalana, parece que los ataques desproporcionados del Partido Popular y de José María Aznar han terminado convirtiendo a Esquerra Republicana en estas elecciones en territorio "intocable" que los otros partidos no se atreven a criticar para no ser confundidos con el PP. Y Carod, claro está, saca partido.
El dirigente de ERC ha ampliado su campaña y añadido mítines de última hora a su agenda. El de Sabadell fue programado con sólo cuatro días y aun así reunió a más de mil personas. Carod tiene una espléndida voz, construye sus discursos con fuerza y es capaz de recostarse en el atril con más naturalidad que otros políticos.
El mensaje de ERC es, además, un mensaje "republicano" no sólo por la forma del Estado, a la que alude realmente muy poco (nada en este mitin concreto), sino en el sentido de "valores republicanos". Carod no habla de identidad catalana, aunque sí lo hagan, y mucho, sus seguidores, ni se empeña en que los niños aprendan la sardana o el toque de la txalaparta en el colegio, como sus colegas vascos. Para nada. Su independentismo es puramente práctico y cala muy bien en un público mayoritariamente joven, con muchos apellidos Fernández o Ramírez, a los que les predica: "Me llaman charnego arrepentido porque soy hijo de aragonés. Y yo les digo que soy catalán porque me da la gana. Punto".
La chavalería de 16 o 18 años que está en el mitin se parte de la risa y aplaude a rabiar. Es posible que para ellos Carod represente ahora lo más antiPP que tienen a mano. Por lo menos, da la impresión de que el dirigente de ERC explota esa posibilidad y que se presenta como un gran resistente antifranquista que peleó entonces y pelea ahora, igual, contra el PP.
No es extraño que nacionalistas como Jordi Pujol (que pasó realmente mucho más tiempo que Carod en la cárcel, dos años enteros y que conocen la diferencia) se sientan realmente molestos con este nuevo oponente que rompe la imagen de CiU como resistente y heredera de unas raíces.
Lo que está claro es que Carod no se molesta en esta campaña en ofrecer un programa o una lista de propuestas (como sí hizo, con mucho éxito, en las autonómicas). No; en estas elecciones su promesa es muy simple: votar en Madrid contra el PP.
ERC es, sin embargo, una excepción, porque una de las cosas llamativas de esta campaña es que los políticos están presentando, realmente, muchas ofertas concretas. El pasado martes (quizás haya sido una suerte que el Día de la Mujer Trabajadora cayera en mitad de campaña), los candidatos de los dos grandes partidos se lanzaron a ofrecer una serie de mejoras que habría que grabar en piedra y reclamar en su momento, gobiernen cuando gobiernen.
Mariano Rajoy, por ejemplo, prometió un millón más de mujeres con empleo (se supone que fijo) al final de la legislatura; más sanciones contra la discriminación laboral y subir las ayudas a las madres trabajadoras por encima de los 100 euros. Zapatero mantuvo que hará una ley para garantizar la paridad en los altos cargos de la Administración y en los cargos políticos en general y que formará un Gobierno con un 50% de mujeres.
Ésta es una campaña en la que los dos candidatos se han reservado muchos anuncios para sus apariciones diarias en televisión. Como algunas no están formuladas en sus programas electorales, convendría que ellos mismos, y los ciudadanos, vayan tomando nota para incorporarlas a los compromisos escritos. Rajoy dice, por ejemplo, que regenerará el diálogo en el País Vasco. Y Zapatero, que cuando gobierne nombrará ministros canarios y un 5% de puestos de trabajo en la Administración pública reservados a discapacitados. No son simples comentarios, sino firmes compromisos porque estamos en campaña electoral y no existen las puntadas sin hilo.
Basta, sino, con ver los anuncios oficiales que emiten las televisiones públicas, en los que sus respectivos equipos han cuidado los detalles al máximo. El de Rajoy intenta corregir su pretendida imagen de lejanía con la foto de su hijo, un guapo niño nadando en un agua muy azul, colocada, bien visible, a su lado. La imagen tiene un valor especial, por lo desconocida.
El equipo de Rodríguez Zapatero, por su parte, debe creer que tiene que reforzar la imagen de dirigente "nacional" de su candidato y ha situado estratégicamente, a su derecha, y de perfil, una amplia bandera nacional.
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